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Imaginé una
versión mucho más agresiva del cuento El Aleph de Borges y lo que escribo
supone que se sepa la obra de memoria porque la voy modulando en pequeñas transformaciones hasta situarla en un campo de inevitable batalla.Ahora cunde la
indignación y viene el reclamo de derecho por parte de los que legitiman la
impunidad con que actúa el estado actual..
Resulta patético que salgan a
defender los derechos de propiedad de los mismso que la violan: el plagio no es para nada delito sino una forma entre otras de la creación que puede ser o no fecunda pero el cuento de Borges engordado es lisa y llanamente lo que en el barrio llaman un afano. Aun si no fuera así, es bochornoso que estafadores de la masividad como Horacio
González defiendan derechos de propiedad. No son los más autorizados. Me duele Boudou, dijo, compasivo, pero no le duele nada la falsificación misma de lo falso del nacional populismo que comenzó a escribirse en el golpe del 43 y entra en una etapa terminal donde la Argentina puede desaparecer como Beatriz V. Fue el que encubrió la mayor expropiación masiva de las mayorías en 2002 en
su texto La Multitud creadora a la que atribuye poder cuando había sido
expropiada- con la resultante de miles de muertos por enfermedades cardíacas- como lo muestra el fallo en minoría de Carlos Fayt que entonces nadie tuvo en cuenta. A partir de ahí
se quebró el estado de derecho y las expropiaciones de todo tipo- Gonzalez al
parecer no sufre la infación ni paga IVA o tenía jubilación privada- se han
multiplicado hasta el desembocar en el terrorismo de estado actual ejempificado
en el asesinato de Nisman. Horacio González, es una voz de la Matriz del estado depredador y criminal que los progres y la runfla de la servidumbre voluntaria aprovechan
para seguir engordando al Chancho K. Es burdo y propio de la misera K acusar a
Kodama por la frase de Borges “no supe ser feliz”. El lo es como estafador
masivo de la cultura de la servidumbre voluntaria y los poetas paraestatales y asociados, financiados con
fondos públicos que son los continuadores de Carlos Argentino Daneri, poeta
laureado en 1943 que inicia un nuevo paradigma en la cultura argentina con un
golpe fascista y antisemita favorable al eje liderado por Hitler.
La hipocresía
de Horacio González se vuelve ilimitada cuando en la Biblioteca Nacional le
ruega a María Kodama que comparezca ante la inauguración de la estatua de
Borges con la asistencia de CFK y al mismo tiempo la ataca en Página 12 por no
haber hecho feliz a Borges. ¿Qué sabe este cómplice del terrorismo de estado y
firmante contra Israel de lo que sucedió entre ellos? Horacio González se
revela como un continuador siniestro de Carlos Argentino Daneri y como tantos
otros paga el precio de recusar el infinito que es un corte con la impostura
ilimitada en términos éticos.
La muerte de
Beatriz V y el cambio de carteles de cigarrilos lo simboliza y que va mucho más
allá del aspecto político: la recusación del infinito que hace Daneri es el
inicio de una reproducción que afecta a todos los niveles de la cultura y su
figura se repite empeorada- al menos tenía cierta singularidad extravagante- en
la sucesión de las generaciones. Es un estafador clásico de la masividad que
cree que por tener un falso aleph en su sótano tiene la clave del universo. El
narrador descubre que es un falso aleph, los hay infinitos, son el mismo
lenguaje, el que hablamos, están no al alcance de la mano sino en el mismo origen de las letras y el tratamiento de los
todos.
La recusación del infinito es la negación de la lectura en acto: es lo que
hace Borges al leer la empalagosa obra de Daneri que confunde la
literatura con la ostentosidad verbal:
escribía azulino, azulenco y azullilo por azulado y para aludir a un lavadero de lanas en vez de
decir lechoso elegía lactario, lactescente y hasta lechal.
Confunde esta
insufrible retórica con la poesía. Su voz era un aplastante plomazo y se
proponía versificar toda la redondez del planeta. En Daneri todo está ya
escrito: lo divino ha sido repudiado y hay una concurrencia burdamente cósmica
entre los conjuntos humano y divino. Aquí se plantea el tema del infinito y el
origen: “hay infinito” sino hay predecesor, todo sucede entre uno y cero y ese
encuentro no puede ser decretado ni axiomatizado.De ahí que el infinito evoque
el terror y el pánico que recorre la historia de las matemáticas cuando los
números no pueden ser axiomatizados. El mismo pánico que causan ciertas obras
literarias que la crítica tiende a neutralizar. Sobre este cuento, Harold Bloom
ve nada más que un ataque paródico a Pablo Neruda. Punto. Todos los sabios a
dormir. Es un Daneri leyendo a Daneri. Hoy CA Daneri sería exaltado como “El
escritor de las mil praderas” por descerebradas vanguardias volcadas a la
simulación permanente y que continúan su empresa. Borges- su narrador- admira,
incluso adora a Beatriz V. Ella participa de la misma recusación. No todo es
falso en la visión del aleph del sótano: cuando el narrador ve las cartas
obsenas entre ella y Daneri todos esos rasgos que suscitaban sus exaltaciones
se van disipando y de ella ya no se le ocurre nada.
En mi versión
imagino que Beatriz V es la masoquista que retiene el poder para que Daneri
trabaje día y noche como el sádico para decirle su verdad. Estas copulas funcionan perfectamente porque son tal para cual
Daneri gana el Premio Nacional de literatura, el narrador sale tercero. Daneri es cínico y patético, Beatriz V una mujer silenciosa pero una chiquilla malvada que va hacia su autodestrucción. Borges no informa de qué muere ni lo investiga y con dolor inicia su duelo.
Daneri gana el Premio Nacional de literatura, el narrador sale tercero. Daneri es cínico y patético, Beatriz V una mujer silenciosa pero una chiquilla malvada que va hacia su autodestrucción. Borges no informa de qué muere ni lo investiga y con dolor inicia su duelo.
El infinito posibilita un un mundo con tercero- el entre dos
del cero y el uno- que comienza a abolirse al considerarse que Daneri es el
primero ignorando que todo que ya es sucesor de una serie que no puede
instituirse como conjunto y se
autodestruye del mismo modo que la Argentina, un país que puede pensarse
concebido por una cultura vigilante que está empeñada en rechazar todo asomo de
infinito: todo entre dos tiene que ser intervenido y aplastado y no es ajena a
los vínculos del país con Venezuela, Irán y otras dictaduras asesinas.
La violencia que
supone la recusación del infinito es criminal: es un crimen contra la creación
que no puede ser juzgado pero que posibilita todos los crímenes posibles que no
sólo son negados sino celebrados en una
lengua definitivamente criminal que hoy los ideólogos de la servidumbre voluntaria
y escritores asociados hablan en lengua de vanguardia paraestatal.
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