José Alfredo Martínez de Hoz, Ministro
de Economía de la última dictadura militar entre 1976 y 1981, falleció
el día sábado. Un exponente del autoritarismo económico, responsable y
cómplice de violaciones a los derechos individuales, cuyas consecuencias
nos persiguen hasta el día de hoy.
Su accionar, en el plano económico, se
caracterizó por el aumento del endeudamiento estatal, los controles de
precios, el control indirecto de cambios, las protecciones arancelarias y
no arancelarias, y el aumento desmedido de las tasas de interés
producto de los préstamos a empresas estatales y al propio gobierno.
Además de la emisión monetaria, que continúo con el proceso
inflacionario comenzado en la administración anterior.
La gestión de Martínez de Hoz se
apalancó en el carácter autoritario del gobierno militar.
Lamentablemente, hasta el día de hoy, se continúa apelando a algunas de
las recetas esbozadas por el ministro recientemente fallecido. Los
controles de precios del año 1977, cuando el gobierno manifestaba que
los empresarios tenían que "deponer sus pretensiones alcistas", guardan
semejanza con el discurso del gobierno actual. El "acuerdo" de 120 días
de ese entonces no es distinto a la política de "congelamiento de
precios" que orgullosamente aplica el Secretario de Comercio Interior,
Guillermo Moreno. Ambos procesos están destinados al fracaso.
Asimismo, la llamada "liberalización del
mercado financiero" fue neutralizada a través de las operaciones del
Banco Central, que no permitían conocer el valor real de las divisas.
Una política liberal libertaria en este sentido sería la eliminación de
los privilegios que hoy gozan los bancos, amparados por el estatismo
monetario que prevalece hasta nuestros días. En aquel entonces, el
economista Alberto Benegas Lynch, actual miembro del Consejo Honorario
del PL, manifestaba: "es necesario privatizar las empresas estatales y
llevar a cabo una reforma monetaria y bancaria que contemple la vuelta
al patrón oro clásico para independizar la moneda y el crédito del poder
político".
La plena vigencia de la "ley de
abastecimiento", las relaciones carnales entre las grandes empresas y el
poder político, y las prebendas y privilegios a empresarios amigos son
todos rasgos que compartió el gobierno militar con el actual.
En este sentido, no debería olvidarse
que este personaje nefasto terminó sus días con prisión domiciliaria por
el secuestro extorsivo de los dueños de la compañía Sadeco. Esta
empresa había "ganado" la licitación para exportar algodón a Hong Kong
y, según la causa, las víctimas fueron presionadas para realizar el
negocio junto a una firma vinculada a Martínez de Hoz.
Otra oscura sección en el prontuario de
Martínez de Hoz fue la desaparición de Juan Carlos Bel, empleado del
Ministerio de Economía, quien fue desaparecido a raíz de su oposición al
proceso de estatización de la CIAE, la compañía de energía de capitales
suizos. Evidenciando de esta forma que el accionar estatal no se
limitaba únicamente a las agrupaciones guerrilleras, sino que cualquier
disidencia con la línea oficial podía significar una excusa suficiente
para ser víctima del aparato estatal.
La "plata dulce" y la "bicicleta
financiera", términos que afloraron durante su gestión, son imposibles
de desvincular a una economía intervenida, así como las garantías
otorgadas por los militares a las empresas que no lograran alcanzar sus
ganancias a la hora de contratar con el Estado, ya que según ellos se
encontraban en la "patriótica" tarea de la construcción de la Argentina.
Probablemente, la medida más recordada
del fallecido ministro fue la famosa "tablita", mediante la cual el
gobierno planificaba devaluaciones graduales y anunciadas, otro absurdo
invento de los economistas argentinos para dirigir el mercado cambiario
que terminó como todos los demás. "Queda clarísimo que la política
cambiaria del gobierno kirchnerista es casi una copia de la tablita
cambiaria de Martínez de Hoz", destacó el economista Roberto Cachanosky.
Los hechos son incuestionables. Depende
de la ciudadanía no comprar espejitos de colores de los planificadores
de turno, que son calcos de los planificadores previos a los que se
critica oportunamente según el relato de turno.
En conclusión, Martínez de Hoz formó
parte de una etapa de la Argentina que dejó en claro lo devastador que
puede llegar a ser el Estado. Es la muestra de que todo gobierno debe
tener límites en su accionar.
LinkedInTweet
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Dejá tu opinión aquí