Torturadores torturados. Por Luis Thonis
Torturadores torturados
Los torturadores del nuevo sistema
estaban torturados por las nuevas leyes draconianas. Las leyes ordenaban que la
sonrisa no debía abandonar nunca el rostro del torturado. Del mismo modo que
Sade se oponía con firmeza a la pena de muerte porque separaba al sujeto del
placer ellos querían que el condenado fuera en todo momento feliz.
Hubo un tiempo en que un escritor oscuro imaginó una
máquina que marcaba los cuerpos como ganado
para que pertenecieran al amo. Era una metáfora olvidada. Los escritores habían
desaparecido, algunos trataron de encadenarse a sus computadoras con cadenas
para arrancarle una palabra a la nada pero sobre la página sólo aparecía una
hiperbólica sonrisa. ¿Tendría algo que ver eso con que los tímpanos les eran
amputados a los niños ni bien nacieran para conformarlos a la medida de la
propaganda oficial?
Escribir ya no era necesario, luego de la
Revolución de la sonrisa permanente: ahora las víctimas,
convencidas de la necesidad del tormento, golpeaban
a la puerta de las salas de tortura que poco a poco iban reemplazando a los
hospitales públicos.
Hacían cola, como anotándose para un sauna gratuito
y a veces había incidentes entre ellos por ocupar los lugares.
Era comprensible: querían mejorar su calidad de
vida y ser mejores personas. Pero esta imagen conmovedora de los fans de la
sonrisa que día y noche aparecía en la tele se nublaba cuando el prisionero
entraba en la sala de tortura y su rostro comenzaba a ser invadido por un
agarrate catalina.
Las cosquillas estaban prohibidas porque eso
suponía que la sonrisa era fruto de una acción compulsiva, nada de eso, el
condenado tenía que sonreír demostrando que ese nuevo sistema era la imagen y
semejanza del libro albedrío y la felicidad. Quemar su carne o retorcer sus
orejas con una tenaza contribuía a que el espanto ahuyentara más la posibilidad
de que alguien sonriera con el esperado fuego de la juventud. Los torturadores
a la noche tenían pesadillas que les hacían extraviar la sonrisa y pronto
pasaron a engrosar las filas de los torturados.
Nadie se atrevía ya a mostrar alguna clase de pena
y declaraba a todo momento cuánto era feliz mostrando la limpieza de sus
dientes. No había concursos de belleza sino de sonrisas que debían estar a la
altura del glorioso estandarte nacional donde el sol había sido sustituido por
la más virtuosa sonrisa. La carcajada era severamente penada por ser
considerada ultrajante. Ya nadie se acordaba de ella, tampoco de las malas
palabras que conspiraban contra la sonrisa. Se podía violar a alguien que lo
aceptaba como algo cordial pero si algún trauma de infancia le hacía perder la
sonrisa pasaba a engrosar por propia voluntad las filas de los que concurrían
masivamente a las salas.
La tristeza reflejada en el rostro había sido
declarada crimen contra la humanidad.
Los dirigentes estaban, sin embargo, cada vez más
preocupados, si los torturados no sonreían la Revolución que hizo necesario
eliminar la mitad de la población y todo lo que habían hecho por su pueblo no
tendría sentido.
Se pensaban como apóstoles de una causa más que
justa porque su primera preocupación, al contrario de siglos de mentira y
demagogia, eran los más necesitados, los heroicos torturadores que arriesgando
perder la sonrisa hacían posible la felicidad general.
Transfusión
Je préfererais
ne pas t´avoir connu.
Todavia
tengo la espalda recta pero ya preveo mi lugarcito en el infierno de los
corcovados. Todos los días voy a enviarte un frasco con mi sangre
para que te emborraches de mi. Sé que tu tendencia al romanticismo puede
pensarme como un vampiro al revés y al beberla te digas en silencio je
soufrrais tout au plus d´una vague arythmie. No. Es mi respuesta a la frase de
Marivaux que representaste cuando eras casi una niña - llevo siempre tu foto de
angelical jeune fille, la miro cuando me
siento contra un muro. que dice que el amor se posa, vuela y se va y tomaste
como una fórmula para vivir. A mi me paseaban de chico con un carrito, vestido
de elegante gitano, con la leyenda "solterito y sin apuro" y las
mujeres arrojaban su baba sobre mí. Está demás decir que con estos antecedentes
nuestro encuentro fue equivalente a un estallido nuclear, las mismas sirenas dejaron
de cantar su silencio.
Yo también ahora tengo mi fórmula: la transfusión
que deja como a chorlitos los experimentos trans de las vanguardias.
Se trata de un experimento científico que habrá de
desangrarme pero el amor es así: se puede tomar como un desmesurado acto de
amor pero también de venganza porque ya vas a ver qué arritmia produce la
sangre de un guerrero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Dejá tu opinión aquí