miércoles, 25 de febrero de 2015

Qué se quiere censurar en American Sniper. Por Luis Thonis





El senador Ives Pozzo di Borgo, de un partido político centrista en Francia, es decir, un partido ni ni, ha pedido al ministro de cine que se censure American Sniper. Lo que se quiere censurar va más allá de esta película realizada por uno de los mejores directores de cine de todos los tiempos  y cuyo realismo siempre tiende a la alegoría. La respuesta que le da la actriz Sylvia Bourdon es contundente, considera su actitud digna del colonialismo: “Si yo fuera musulmana lo llevaría ante los tribunales, porque me sentiría humillada por vuestra iniciativa que pone en exergo el hecho que no sería capaz de un juicio personal- porque yo soy musulmana”.
Santo Tomás criticaba a Mahoma porque, decía, hablaba para imbéciles. Siglos después se produce la misma escena: este senador dihimmi insulta a los musulmanes cultivados y capaces de un juicio propio. La voz del senador es planetaria: representa a un mundo de muertos vivientes que pasan por alto que si no fuera por Estados Unidos, más allá de su apoyo momentáneo a dictaduras en circunstancias extremas de la guerra fría, el mundo hoy sería un campo de concentración nazi o soviético y mañana puede serlo nazislamita con senadores como Pozzo de Borgo.

Quiere al parecer proteger a una juventud que ha sido idiotizada por décadas por Mao, el Che, Castro, Chávez y otros popeyes para hipezombies. Lo que se quiere censurar es la gran política- en términos de Nietzche- llevada a cabo por George Bush en todos los continentes contra el avance de los nazislamitas, estados canallas y dictaduras y que ha sido tan falsificada como exaltada la política de la gran dimisión del muslim Obama y que los kurdos y otros pueblos hoy padecen en carne propia. Los proges se interesan en lo que sucede en el mundo para repudiar a Estados Unidos e Israel. Lo que no encaja en el formato bienpensante no existe. Por eso viven en la irrealidad y se la pasan tragando un buzón tras otro y como CFK culminan en propagandistas del Hezbollah.

Claude Lévi Strauss en Tristes Trópicos se refiere a la guerra donde el combate con las armas se dobla en un combate en torno a los valores y se refiere a la Cruzada donde la Iglesia es vencida por Saladino como una doble derrota: es también vencida en el orden espiritual por haberse dejado arrastrar y haberse asemejado al Islam al luchar contra él. Pero las Cruzadas- hubo siete- sucedieron entre los años 1100 y 1200 y no existían los “derechos humanos”. El Estado Islámico hoy en vivo y en directo muestra de modo descarnado lo que los musulmanes hacían en esos tiempos. Léví Strauss tampoco parece no haber conocido a las guerras argentinas del siglo XIX donde la práctica del degüello era común a los bandos enfrentados. Pero el argumento sigue siendo válido: ¿a qué luchar contra un enemigo artero, cobarde y despreciable, que utiliza a su propia población, niños y mujeres como armas para terminar pareciéndose a él? La otra alternativa tampoco parece válida: todos los conquistadores son pacifistas, como dijo Clausewitz, lo único que quieren es que uno deponga las armas y se someta a ellos. Los que disfrutan de la paz y de la libertad en las sociedades abiertas olvidan que esto fue posible porque antes alguien luchó antes hasta dar la vida por ellas.  El relativismo cultural nos dice que todo es relativo y que cada cultura tiene sus hábitos y su tradición con lo cual suelen justificar las masacres de los nazislamitas. El mismo rasero no se aplica a occidente y es condenado incluso por defenderse en nombre de unos selectivos "derechos humanos".
La lógica de la jungla no es la misma que la de la ley escrita: confronta a la ley de la selva y la jungla sin ley. Los personajes de Eastwood, desde Harry el Sucio hasta Cris Kyle siguen la tradición del vaquero que en plena jungla tienen que inventar sobre la marcha para sobrevivir y como los personajes de la tragedia griega inventar la ley. En La Hora señalada, el personaje que representa Gary Cooper, salva a un pueblo de un grupo de asesinos a pesar de sí mismo. El vaquero es la antípoda del militante europeo que espera la orden del partido. Es el colmo del individualismo desde esa perspectiva. Pero cuando llega la hora esos hombres comunes se transforman en héroes a riesgo porque la jungla impera de transformarse también en asesinos.

El planteo de Eastwood y el guionista Jason Hall en esta lectura parece haber sido el siguiente: ganar la guerra contra el islam integrista no supone solamente una victoria de tipo militar sino no sucumbir a la “islamización” practicando sus propios métodos. En un pasado reciente esto sucedió en parte en Vietnam. Sidney Touati al referirse a la película recuerda que los Estados Unidos en Irak tomaron referencia a Israel que inició un nuevo standard, una nueva forma moral de entender lo militar y que le permitió ganar todas las guerras desde 1948. Fue atacado masivamente por los estados árabes- el pueblo palestino todavía no existía- cuando ocupaba menos del uno por ciento de sus territorios. Conjugó la excelencia militar con el respeto de los valores del judaísmo, los de la compasión y el respeto de la vida humana. Nunca olvido a uno de los jóvenes que fueron parte de Tsahal que me dijo: lo último que quisiera en mi vida es matar a un niño palestino, el problema es que a veces los ocultan en los blancos militares. 
Nunca un israelí ha puesto una bomba sobre un autobús palestino y esto nunca suele tenerse en cuenta. Los cientos de atentados sufridos se atenuaron con la construcción de un muro para que Israel sea acusado de apartheid. El llamado a que se prohíba la película encarna la voz de la progresía mundial que no quiere que se conozcan los valores que fundaron a Estados Unidos que según Eastwoord están vivos, incluso luego de la irrupción nefasta de Obama. El otro que existe una guerra de los mundos donde los nazislamitas son lo más palpable y que influye en los estados nación aparentemente alejados de ella. 
La Argentina es un ejemplo evidente: atentados aparte, el pacto con Irán no fue ajeno a la política y las presiones de Obama. Clint toma por asalto al Hollywodd oficial que trata para servir a la clientela planetaria en presentar a Estados Unidos como genocida. Incluso algunos argumentos se extraen de películas que nada tienen que ver con la historia para darles un formato correctamente político.   
Hollywood ha sido capturado por la Universidad norteamericana- humanidades-, la misma que da becas a intelectuales y escritores izquierdistas y le prohibió enseñar a Lorenzo García Vega. Es el nuevo tipo de Inquisición de nuestro tiempo. En los ochenta los progres la trasladaron a la Argentina y luego de la bibliografía que dieron no es casual que haya surgido el nacional populismo...

La guerra contra Saddam Hussein duró unas pocas semanas, el objetivo fue su guardia, no el pueblo iraquí, hubo unos tres mil muertos. Putin redujo a Grozni en ruinas para cazar unos cuantos terroristas e imponer una dictadura con una cifra que va de cien a doscientas mil además de asesinar a dos prestigiosas periodistas. Pero los progres del mundo vieron en Putin un gran hombre y en Bush a un genocida. La caída de Bagdad significó la liberación del sufrido pueblo kurdo, gaseado y asesinado por Saddam Hussein. También fue festejada en Teherán. El panarabismo de Saddan Hussein era el cuco de la región. No fue un festejo a favor de la paz ni a una futura y posible democracia. Jihadistas de todo el mundo fueron a combatir para imponer un Estado Islámico que finalmente se logró cuando se ganó la guerra y Obama prematuramente retiró las tropas e implícitamente se transformó en un líder solapado de la Jihad y destruyó lo que Bush logró pacientemente en el Líbano- retiro de las tropas siras- y el apoyo a los procesos democráticos en Ucrania, Georgia, Kirguistán, la caída de dictaduras africanas y la protección de todo el Este donde en Albania y Polonia entre otros pueblos fue recibido como héroe según la nota de Claudio Fantini en Noticias. Con el plan Colombia arrojó a las FARC al fondo de la selva. Todo esto resultó intolerable a fascistas y estanilistas disfrazados de demócratas.

La película de Clint Eastwood trata de la guerra con los jihadistas.

Hay una escena semejante a la que atormentaba al soldado de las DFI. El protagonista, Chis Kyle, tirador de elite, que acaba de abatir a un islamita que está por lanzar una bomba y le suplica silenciosamente a un niño que quiere tomar el lanzacohetes que no lo haga porque la sola idea de matar a un niño le produce horror. Nada de esto sucede con los islamitas que al ver que el niño se niega a tomar el arma lo ejecutarían como lo hacen con un niño sospechado ante sus familiares horrorizados e imponen el terror sobre las poblaciones civiles a las que tienen como rehenes, ejecutan a todo iraquí que hable con los que integran la coalición y muestra cómo utilizan a las mujeres y a los niños en la guerra. Esto se ve todos los días: occidente se enfrenta a un enemigo artero, cobarde, capaz de exterminios masivos y que desprecia a su propia población. Así actúan Alquaeda, Hamas, Hezbolahh y el Estado Islámico entre otros que se proponen un mundo sin judíos ni cristianos sometidos a la Sharia. Esto también el senador lo quiere reprimir.

Sé que esto en la Argentina, que practica sin límites la libertad del autoengaño y que está a la vanguardia entre los países antiamericanos mientras espera ganar el Oscar, aturdida por los medios antiamericanos y antisemitas, resultará inverosímil. Sus detractores la comparan a la propaganda nazi. Qué les queda a los alquaedistas. Tienen la contribución del siniestro payaso Michel Moore, feminazis como Judit Butler o esos tres filósofos patéticos que ahora vienen a visitar en país invitados por el descerebrado Ricardo Forster: Vattimo, Ramonet y Chomsky que deberían haber sido juzgados por crímenes contra la información, de hecho los medios K han puesto en práctica el estilo mismo de Le Monde Diplomatique. Toda esa canalla estuvo en contra de la guerra de Iraq que significaba instalar un polo de soberanía occidental para tener en la mira a Pakistán, Irán y Arabia Saudita por diversos motivos. Ahora se parecen a una sociedad de autoayuda. O espiritistas. Odian la libertad y hablan en su nombre. 
Las armas de destrucción masiva existían, algo reconocido por The New York Times recientemente y otros medios opuestos a la guerra. Las torturas de la cárcel de Abu Graib tuvieron más que ver con la cultura norteamericana como escribió Matilde Sánchez que con una orden del ejército norteamericano y sus autores fueron severamente juzgados. En la Argentina se tomó esto para hacer pasar que Estados Unidos fue a torturar a todo el pueblo iraquí y no a propiciar una democracia como lo hizo en Japón o en Corea del Sur, países a que no parece haber destruido como la Unión Soviética a sus satélites. Se pasa por alto que a veces la gente enloquece en la guerra. Así le sucedió a Eddie Routh, que asesinó al verdadero Cris Kyle- cuya autobiografía es la base del film- el personaje real que representa el francotirador que fue asesinado por un amigo aparentemente por locura en un campo de tiro en Texas en 2013 y  que se ha condenado a cadena perpetua. Es la increíble ironía que supera la ficción: que el máximo francotirador que sobrevivió en el campo de batalla haya caído por el  ‘fuego amigo’.

Eastwood no tiene que dar estas explicaciones porque está en un contexto más informado. Su película puede verse también como un testimonio sobre los horrores de la guerra que este tipo de enemigo ha emprendido como una guerra total y no descansa un solo minuto. Corresponde a occidente combatir o dejarse conquistar. Y si combate abdicar o no de los valores judeocristianos.

La pregunta que me hago es si los valores que Eastwood pone en escena todavía existen en un país que volvió a reelegir a un hombre cuyo primer gesto al entrar en la Casa Blanca fue sacar el busto de Churchill y que se merece la película de las películas.


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