Las relaciones carnales con los ayatolas de la muerte distan de ser eróticas, dijo Holmes. ¿Cómo, usted hablando de esas cosas? - dijo su colaborador. ¿Y de qué voy a hablar? Elemental, Watson: si niegan que unos seis millones de judíos fueron asesinados en las cámaras de gas por otros, los nazis, es difícil que reconozcan la autoría de atentados impulsados por ellos. O bien Sisi Emperatriz no está en sus cabales o bien está cometiendo lisa y llanamente traición a la patria negociando las víctimas. Veremos que nos dice el profe de antimperialismo Sir Laclau.
Desde el punto de vista ético se puede condenar los pactos de un estado que se dice democrático con poderes canallas y criminales que reprimen a sus propios pueblos. Pero esa instancia no es la que rige la política internacional en estos días. Es difícil que estados que dicen defender los derechos humanos como Estados Unidos y Argentina condenen las aberraciones que China comete en el Tibet a causa de que son socios comerciales o que las democracias latinoamericanas lo hagan con el régimen de Fidel Castro en Cuba porque sería romper con un mito alimentado por décadas, ofender a los vendedores de ilusiones y perder votos. Antes de la rebelión popular en Túnez dos ministros franceses pasaban allí sus vacaciones y sería redundante hablar de la protección que se le dio a Kadafi. Gran Bretaña le vende armas a Robert Mugabe que luego las usa contra su población para luego ponerlo en la lista de criminales. La escena internacional no es apta para bienpensantes.
El pacto con Irán tiene dos aspectos insólitos que faltan en otros casos: se negocia una justicia que no existe en el país persa con los propios asesinos y se empuja a la Argentina a consolidarse como parte de un eje donde predomina el terrorismo sin obtener nada a cambio, salvo una ilusión de justicia además del creciente intercambio comercial.
Desde el punto de vista ético se puede condenar los pactos de un estado que se dice democrático con poderes canallas y criminales que reprimen a sus propios pueblos. Pero esa instancia no es la que rige la política internacional en estos días. Es difícil que estados que dicen defender los derechos humanos como Estados Unidos y Argentina condenen las aberraciones que China comete en el Tibet a causa de que son socios comerciales o que las democracias latinoamericanas lo hagan con el régimen de Fidel Castro en Cuba porque sería romper con un mito alimentado por décadas, ofender a los vendedores de ilusiones y perder votos. Antes de la rebelión popular en Túnez dos ministros franceses pasaban allí sus vacaciones y sería redundante hablar de la protección que se le dio a Kadafi. Gran Bretaña le vende armas a Robert Mugabe que luego las usa contra su población para luego ponerlo en la lista de criminales. La escena internacional no es apta para bienpensantes.
El pacto con Irán tiene dos aspectos insólitos que faltan en otros casos: se negocia una justicia que no existe en el país persa con los propios asesinos y se empuja a la Argentina a consolidarse como parte de un eje donde predomina el terrorismo sin obtener nada a cambio, salvo una ilusión de justicia además del creciente intercambio comercial.
En el kirchnerismo confluyen
dos paradigmas: el del golpe fascista de 1943 que da lugar a un revisionismo
histórico basado en el mito según la refutación de Halperin Donghi y el
paradigma de los tres Vietnams para América Latina, mediante una reescritura de
los años setenta como pornografía de los ideales. No hay que olvidar que este
gobierno apoyó a Al Baschir, que cometió en Darfur el hasta ahora mayor
genocidio del siglo XXI cuando Moreno Ocampo pidió su detención en 2008. El
reclamo enérgico de Kirchner de los funcionarios iraníes en la ONU donde hacía
una descripción del terrorismo internacional quedó enterrado con El: "Esperamos que la República Islámica de Irán, en el marco del derecho
internacional aplicable acepte y respete la jurisdicción de la justicia
argentina y colabore eficazmente con los jueces argentinos para lograr
el sometimiento a juicio de las personas imputadas en aquellos hechos", dijo en septiembre de 2007.
La bravata de Kirchner ante el gánster Ahjmanidejad era un "paso adelante" para salir del nacional populismo. Salvo López Murphy, la oposición ni se dio por enterada, demostrado indiferencia, oportunismo y desconocimiento acerca de lo que sucede en el mundo.En cambio, casi toda la oposición fue saltando como canguros al llamado de Cristina por Malvinas. Esto no puede llamarse hipocrecía, basta leer las declaraciones, dice de un modo u otro esta causa es mía.
Van corriendo aun si saben que esto va para largo porque Malvinas es algo vivido como propio. Es el paradigma de los cuarenta, es el nacionalismo que culmina en Galtieri. El nombre judío suena a extraterritorial, aun si en los atentados hayan muerto argentinos. Muchos intelectuales progresistas y no oficialistas firmaron un manifiesto acusando a Israel de "genocida" sin decir una sola palabra- una sola- del integrismo islámico. Era el llamado del paradigma fusional de los cuarenta y los sententa y el espectáculo, ni una vacilación que impidiera tener la conciencia tranquila. No hay que olvidar que la dictadura militar se ubicó en el paradigma tercermundista de los países no alienados, que Cuba la apoyó en la ONU por el intercambio comercial que mantenía con la Unión Soviética hasta el último momento, algo que culmina en el abrazo de Castro y Costa Méndez. Y que el radicalismo no salió de este eje como lo muestran los programas nucleares iniciados como el del misil Condor II con Irak y la no ratificación del Tratado de Tlatelolco que tenía como objetivo la creación de una zona sin armas atómicas en América Latina y el enriquecimiento de uranio que dio lugar a las más variadas interpretaciones pero que se opuso a la política de no proliferación de Estados Unidos. La simpatía con los sandinistas nicaragüenses fue parte de esta política como toda la farsa para evitar condenar la violación de los derechos humanos en Cuba por las maniobras de Dante Caputo denunciadas por el poeta Armando Valladares, torturado por el régimen.
La bravata de Kirchner ante el gánster Ahjmanidejad era un "paso adelante" para salir del nacional populismo. Salvo López Murphy, la oposición ni se dio por enterada, demostrado indiferencia, oportunismo y desconocimiento acerca de lo que sucede en el mundo.En cambio, casi toda la oposición fue saltando como canguros al llamado de Cristina por Malvinas. Esto no puede llamarse hipocrecía, basta leer las declaraciones, dice de un modo u otro esta causa es mía.
Van corriendo aun si saben que esto va para largo porque Malvinas es algo vivido como propio. Es el paradigma de los cuarenta, es el nacionalismo que culmina en Galtieri. El nombre judío suena a extraterritorial, aun si en los atentados hayan muerto argentinos. Muchos intelectuales progresistas y no oficialistas firmaron un manifiesto acusando a Israel de "genocida" sin decir una sola palabra- una sola- del integrismo islámico. Era el llamado del paradigma fusional de los cuarenta y los sententa y el espectáculo, ni una vacilación que impidiera tener la conciencia tranquila. No hay que olvidar que la dictadura militar se ubicó en el paradigma tercermundista de los países no alienados, que Cuba la apoyó en la ONU por el intercambio comercial que mantenía con la Unión Soviética hasta el último momento, algo que culmina en el abrazo de Castro y Costa Méndez. Y que el radicalismo no salió de este eje como lo muestran los programas nucleares iniciados como el del misil Condor II con Irak y la no ratificación del Tratado de Tlatelolco que tenía como objetivo la creación de una zona sin armas atómicas en América Latina y el enriquecimiento de uranio que dio lugar a las más variadas interpretaciones pero que se opuso a la política de no proliferación de Estados Unidos. La simpatía con los sandinistas nicaragüenses fue parte de esta política como toda la farsa para evitar condenar la violación de los derechos humanos en Cuba por las maniobras de Dante Caputo denunciadas por el poeta Armando Valladares, torturado por el régimen.
El único que rompió con esa tradición fue Menem que comenzó por desactivar los programas nucleares, logrando que
otros países de la región lo hagan como Chile y Brasil y se ubicó del lado de
Occidente y entendió que las negociaciones por Malvinas debían comenzar por
seducir a los kelpers. Que esto haya sido complementado con el contrabando de
armas desde el primer momento a Croacia y luego a Ecuador- donde la Argentina
era un estado garante de la paz en su conflicto con Perú- y finalmente con la .explosión
de la fábrica militar de Rio Tercero para borrar pruebas fue propio de la
corrupción de ese gobierno. Y fue su gobierno el que inició la trama de encubrimientos que hoy llega a su último y bochornoso capítulo.
El kirchnerismo quiso retomar el proyecto con el Tronador en los momentos del escándalo de la valija de Antonini Wilson y hubo desacuerdos entre De Vido y Taiana según la nota de Hugo Aleonada Mon en La Nación.
El kirchnerismo quiso retomar el proyecto con el Tronador en los momentos del escándalo de la valija de Antonini Wilson y hubo desacuerdos entre De Vido y Taiana según la nota de Hugo Aleonada Mon en La Nación.
El tratado de impunidad con
Irán no hace sino continuar una tradición nacionalista y tercermundista aunque
el primer paso reside en conceder toda posible soberanía. Tanto el régimen
teocrático de Irán como más de cuarenta dictaduras arabo musulmanas,
organizaciones como el Hezbolá libanés y el Hamas palestino que conforman una
Jihad planetaria cuyo primer objetivo confeso es borrar a Israel del mapa. Los
talibanes y alquedistas y las formas extremas de fundamentalismo están
practicando la limpieza étnica en países donde la población musulmana no es
todavía total, sea en Mauritana, Somalia, Nigeria o Tailandia. Que no haya
noticias sobre esto no significan que no existan. En Mali se intentó establecer
un estado terrorista en el corazón de Africa y poseen un armamento altamente
sofisticado. Francois Hollande repitió al respecto las mismas palabras de Bush:
guerra al terrorismo, pero esta vez nadie se indignó porque los manifiestos
incitan a las células a hacer atentados en París. Irán no converge con los
talibanes pero está en el mismo combate, fomenta el terrorismo de Hamas en Gaza-
con el cual se están acentuando las diferencias- y Hezbolá que tiene al Líbano
como rehén. Ya no se trata del Eje nacional socialista de los treinta y los
cuarenta contra las democracias occidentales, o del superimperialismo
soviético, sino de un eje del crimen que viene desde las cloacas de la historia
y que en el caso de Irán trata de establecer una teocracia global. Los
ideólogos y los filoestafadores en coro han negado desde el primer momento la
existencia de Al quaeda, del terrorismo palestino y de la política de Irán,
acusando a Estados Unidos de llevar una guerra imperialista. No pocos progresistas piensan como Luis D Elia: porque Irán es
antiamericano y antisemita es un aliado aunque no haya un estado más de
ultraderecha en el mundo y que tiene en Chávez su referencia para expandirse en la región.
Muchos analistas políticos se preguntan que hay detrás de un pacto con un estado donde no existe otra idea de justicia que la Sharia en manos de los ayatolas. A veces no hay nada. Una nada que es más que algo para los nihilistas. No hace mucho la comunidad internacional se movilizó para impedir la lapidación de Sakineh Ashtiani condenada primero a la lapidación y posteriormente al ahorcamiento por ser acusada de tener relaciones extramatrimoniales. No todos estos casos llegan a la prensa internacional, Irán está a la cabeza de las ejecuciones en el mundo y el carácter represivo del régimen es encubierto por informadores de la TV pública como el chavista Pedro Brieger que lo angelizan.
El gobierno ingresa así gratuitamente al eje del crimen, con un reclamo de justicia que supone relaciones carnales con los mismos asesinos, dos imputados son candidatos a presidente. No siempre un estado obra en función de hechos reales, aquí se trata de sostener un imaginario tercermundista, una soberanía irreal yendo directamente a la boca del lobo. Un lobo que ya no tiene dientes y que será vencido por su propio pueblo. El antijudaísmo, -escribió Jean Claude Milner- es el porvenir de la humanidad. No hay mejor cimiento para la seguridad indentitaria. ¿Será éste el broche de oro de la pornografía de los ideales del setenta?
Asumir el atentado a la AMIA es la posiblidad de que una cultura salga de los paradigmas del nacionalismo y el setentismo y deje de girar en círculo vicioso. "Ser argentino" no es reescribir maniáticamente esos paradigmas en que se funda la identidad actual. Los argentinos han estado luchando y matándose entre sí desde 1810 volviendo hacia esa fecha sin todavía saber de qué se trata. Los atentados en Buenos Aires han sido la irrupción de lo exterior y nuestros paradigmas culturales no pueden dar cuenta de eso. No se trata de "pensar" más sino de depensarlo todo como diría Diana Sperling que diferencia entre sacrificio e idolatría. Con las víctimas de los setenta no pudo fundarse nada, se las uso para reproducir la ideología argentina y todo culminó en un negocio de los derechos humanos y una churrasquería. Asumir las víctimas de la AMIA no es solamente algo humanitario, estamos hartos de Tartufos humanistas sino la posibilidad de otra política.
El trato con Irán no es "un paso hacia adelante" sino la reproducción de una historia vivida como clisé y letanía, un salto a un precipicio que todavía no ha revelado su profundidad porque se vislumbra en plena superficie.
Muchos analistas políticos se preguntan que hay detrás de un pacto con un estado donde no existe otra idea de justicia que la Sharia en manos de los ayatolas. A veces no hay nada. Una nada que es más que algo para los nihilistas. No hace mucho la comunidad internacional se movilizó para impedir la lapidación de Sakineh Ashtiani condenada primero a la lapidación y posteriormente al ahorcamiento por ser acusada de tener relaciones extramatrimoniales. No todos estos casos llegan a la prensa internacional, Irán está a la cabeza de las ejecuciones en el mundo y el carácter represivo del régimen es encubierto por informadores de la TV pública como el chavista Pedro Brieger que lo angelizan.
El gobierno ingresa así gratuitamente al eje del crimen, con un reclamo de justicia que supone relaciones carnales con los mismos asesinos, dos imputados son candidatos a presidente. No siempre un estado obra en función de hechos reales, aquí se trata de sostener un imaginario tercermundista, una soberanía irreal yendo directamente a la boca del lobo. Un lobo que ya no tiene dientes y que será vencido por su propio pueblo. El antijudaísmo, -escribió Jean Claude Milner- es el porvenir de la humanidad. No hay mejor cimiento para la seguridad indentitaria. ¿Será éste el broche de oro de la pornografía de los ideales del setenta?
Asumir el atentado a la AMIA es la posiblidad de que una cultura salga de los paradigmas del nacionalismo y el setentismo y deje de girar en círculo vicioso. "Ser argentino" no es reescribir maniáticamente esos paradigmas en que se funda la identidad actual. Los argentinos han estado luchando y matándose entre sí desde 1810 volviendo hacia esa fecha sin todavía saber de qué se trata. Los atentados en Buenos Aires han sido la irrupción de lo exterior y nuestros paradigmas culturales no pueden dar cuenta de eso. No se trata de "pensar" más sino de depensarlo todo como diría Diana Sperling que diferencia entre sacrificio e idolatría. Con las víctimas de los setenta no pudo fundarse nada, se las uso para reproducir la ideología argentina y todo culminó en un negocio de los derechos humanos y una churrasquería. Asumir las víctimas de la AMIA no es solamente algo humanitario, estamos hartos de Tartufos humanistas sino la posibilidad de otra política.
El trato con Irán no es "un paso hacia adelante" sino la reproducción de una historia vivida como clisé y letanía, un salto a un precipicio que todavía no ha revelado su profundidad porque se vislumbra en plena superficie.
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