sábado, 18 de enero de 2014

El poeta de la servidumbre y la abyección. Por Luis Thonis




El día que falleció Juan Gelman me pareció estar en el 2003 por la unanimidad de juicios que hubo acerca de su vida y obra, a excepción de lo que escribieron Omar Genovese y Miguel Espejo. Entonces se consideraba a los K no como representantes del PJ menemista en los noventa sino como extraterrestres que venían a salvar a la patria: criticar eso era ser de derecha, neoliberal, etc. 
En nuestra cultura todo enunciado que no sea aceptado como políticamente correcto es considerado falso o loco. Por eso verdades elementales tardan décadas en reconocerse.
La mentira colectiva otra vez estaba montada. Pensé por un momento que éramos continuadores de los idólatras de la estirpe de Koraj, el texto bíblico de Números, que Diana Sperling analiza en su magistral libro Filosofía de Cámara. Podría iluminar más que muchos análisis sociológicos y superficiales. 
Los hijos de Koraj terminan de muchas formas con los mejores. Las apologías que leí me informaban con todas las letras: la crisis sacrificial continúa a pesar de toda la sangre que corrió a lo largo de las generaciones.
Un grupo de escritores cubanos exiliados entre los que se cuenta Juan Abreu- ilegible en estos pagos- discutía si era un poeta de tercera o si siquiera era poeta. Citaban los poemas dedicados a Fidel Castro en Gotán y a “Che corazón” en Cólera Buey que son espantosos incluso como panfletos.
La triple combinación de su credo estético de la Poesía, la Pureza y la Revolución no puede sino constituir a la sociedad en y por la renegación que como muestra Juan Abreu en Cinco Cervezas va terminado en Cuba con los que se niegan a ser esclavos. Se refiere a Lezama Lima que "fue perseguido y aniquilado a causa de su grandeza".
Algo para tener en cuenta en la Robotlución actual.
Su ética se basaba en el efectismo llorón y en la moral de un rebaño totalitario como medida del individuo. Pasemos a la ética.
“Menéndez es responsable de inmensos crímenes, no sólo por la cantidad sino por la forma monstruosa de sus crímenes. Pero Santucho, Firmenich, Gelman, Gorriarán Merlo y todos los militantes y yo mismo también lo somos."
Gelman nunca se dio por enterado de esta carta de Oscar Del Barco que le pide que abandone la actitud de “poeta mártir”, la sobreactuación que le dio tantos réditos y en la que persistió hasta el último momento. No lo hizo. Apoyó entusiastamente al estado de la timba y el circo K, graficado en el abrazo con Cristina Kirchner. Podría haber reconocido algo y evitar la división maniquea de la sociedad. Como gratificación el gobierno le dio tres días de duelo y ha sido elevado al estatuto de un santo por los escribas más obsecuentes: su nombre es legión. 
El kirchnerismo no sólo no reconoció este tipo de crímenes a los que se refiere Del Barco sino que los exaltó e instrumentó, transformándolos selectivamente en un negocio más: una tonelada de soja se cotiza más que un niño Qom y menos que un nieto desaparecido de Carlotto. No quiero que se interprete con esto la anulación de todo lo actuado ni la continuidad de los juicios, pero la política de los derechos humanos ha tomado un sesgo selectivo y cada vez más arbitrario con el nombramiento de Milani, objetado por el mismo CELS.
Gelman firmó manifiestos y apoyó por décadas al régimen de Castro, justificando las torturas y nunca hizo la menor crítica. Se llame comunista o no se trata de un sistema esclavista. Miguel Espejo, escritor y ex combatiente, afirma  en Perfil: “Escribió Gelman en 2001, en Página 12, que gracias a que él y Galimberti se opusieron a la contraofensiva de fines de 1978 y rompieron con Montoneros en febrero de 1979, “cientos de vidas de exiliados se habían salvado”. Extraño razonamiento. No haré hincapié en el uso de la hipérbole hecha por alguien que sabía bien el peso de las palabras, pero al leer éstas no podía menos que preguntarme, con ironía, ¿cuántas vidas habíamos salvado yo y otros al irnos de Montoneros en marzo de 1974? En todo caso, no la de mi hermana, desaparecida en Córdoba en junio de 1976”.
Aquí resuena toda la lógica auto victimizante y contrafáctica que Gelman cultivó toda su vida: es a partir de que él que decide abandonar la lucha que se comienzan a salvar vidas, nunca antes.
Espejo había depuesto las armas en 1974 y otros en 1973. Pero lo que Gelman desprecia olímpicamente es a los millones de votantes, los "boludos" que creyeron que en 1973 era posible una democracia pacífica en ese año donde Perón fue electo masivamente. Toda una imagen de su abyecto cretinismo: pide obsenamente que le agradezcan, marche un premio literario para Gelman por deponer las armas. Pasaron más de cuarenta años y gracias a sujetos como él y sus fans todavía no se ha podido salir del pozo para lograr siquiera una modesta democracia.
En Exilio, el libro que Gelman escribió con Osvaldo Bayer - Legasa, 1980- se preguntan con cinismo acerca de los que están en el país y no contestan más las cartas y sin indagar demasiado el motivo los acusan de hacer viajes a Africa como si participaran de los safaris de Martínez de Hoz,  de “vender en la calle Santa Fe chocolates holandeses, licores alemanes y calienta huevos japoneses. El negocio de importación: la gran conquista de los militares argentinos. ¿Qué se hará de todos estos Mitläufer cuando llegue la primavera a la tierra argentina?”. El libro podría considerarse un clásico del estanilismo criollo. Recuerdo que en 1978 sin haber hecho nada caímos en una redada con Omar Borré- autor de un vasto estudio sobre Arlt-, nos pusieron con otros en un paredón, prendían y apagaban las luces, el tipo que diriguía decían "disparen" y así sucesivamente hasta que me adelanté y le dije "¿Y, para cuando?". El que dirigía el operativo- un hombre joven vestido de traje- nos separó y nos mandó a otra sección donde había gente tirada en el suelo: nos habían tomado por drogadictos. Al otro día vino a buscarme mi hermano y un comisario amigo suyo, en esa época antes de salir se informaba dónde estaba uno. Por eso ese libro de Gelman y Bayer no podía simpatizarme mucho cuando decían que la dictadura nos pagaba safaris...¿que podía agradecerle? Ahí comenzó el mito de que todos los desparecidos eran guerrilleros: los estudiantes, militantes sindicales y representantes de partido políticos no existieron. Que se metiera sus poemas de mierda en el culo. Para esta generación el que no está muerto es un traidor, tiene que morir para que ellos se apropien de su vida y hagan caja. El que sobrevivió y habla de la historia concreta ahora es "estanilista", aunque no tenga el más mínimo poder.
Iban a venir a hacer justicia pero ni una palabra del pacto de Firmenich  y Massera y la serie de atentados para que el Mundial de los “derechos y humanos” se desarrollara en calma, qué importaba entregar un militante más o menos.
Los Mitläufer eran en Alemania los ex nazis blanqueados…es cierto que aquí había canallas que justificaban abiertamente la dictadura pero el ukase alcanzaba a cualquiera. Héroes y canallas, la vitrina sagrada ya estaba completa para que Bonafini retomara ese discuso décadas después. Bayer y Gelman le achacan todo a las capas medias. olvidando que en 1973 no votaron por una dictadura y quienes repudiaron las democracia fueron los montoneros. Sólo ellas gritaron los goles de Kempes- lo que es cierto sólo en parte-, nunca la clase obrera que es mitificada. .
Todos los que estaban aquí eran cómplices de la dictadura, incluso si se encontraban contra el paredón y de lo que puedo dar testimonio. Rodolfo Terragno los dejó mudos al decirles que ser exiliado era un privilegio. Los únicos que lucharon contra la dictadura fueron las Madres y las organizaciones de derechos humanos, y sobre todo ellos desde el cómodo exilio,  más que Alfonsín, dirigentes  sindicales asesinados o militantes radicales torturados y asesinados como Sergio Karakachoff, que presentó cientos de habeas corpus en defensa de detenidos-desaparecidos y fue secuestrado en septiembre de 1976 con su amigo Domingo Teruggui: un día antes había denunciado a la Junta Militar. Ni una palabra sobre los K que apoyaron la autoamnistía de los militares propuesta en la plataforma de Luder. 
Gelman escribió notas siniestras contra Israel, victimizándose como "palestino" y diciendo defender a los judíos, por eso lo consideré “la apoteosis de la abyección” en mi ensayo sobre el tema Del Barco que desde ya es mejor poeta que Gelman. Escribe poesía pero no se considera poeta: "Eso que llamamos Paul Celan y que llamamos poetas es (sin ser) un lugar donado. Donante de Nadie."  
Lo que escribe Del Barco no es apto para la sensiblería, la demagogia o el espectáculo sino para una aventura singular que cada uno debe hacer por sí mismo. "El poeta sabe que la palabra perro, muerde Un escozor, un tormento. Una intensidad sin traducción. Como si tatuase sobre su cuerpo- hoja la frase que dice: no está aquí, ha resucitado", escribe la excepcional autora de Mar negro, Ana Arzoumanian, a propósito de la versión que da Del Barco de la Epístola a los Corintios. 
La resurreción se opone a la reapropiación de los cuerpos, fantasma terminal de un estado totalitario de los que a diferencia de Del Barco niegan la propia abyección, son los poetas para los que la palabra perro no muerde. No cuenta para los idólatras de los ideales del setenta tranformados en pornográficos.
El tema Israel, a menudo pasado por alto, es capital por el sordo pacto con Irán actual, antisemita y antiargentino. Su vida ha sido rescrita por los cultores del "relato" del mismo modo que se hizo con los K. ¿Habrá que esperar unos treinta años como sucede en la cultura proge para que se sepa algo como sucedió con el Che cuya vida no tiene nada que ver con la que presentó el relato rosa rojo de la generación de Gelman?
Toda su vida fue un estalino castrista y tuvo la desfachatez de citar a Marina Tsvetaieva- que él y sus fans siempre ignoraron olímpicamente- cuando ganó el Cervantes cuando en 2007 y criticar al estanilismo ya era políticamente correcto..."todos los premios eran para él" comentó alguien que pensaba que Leónidas Lamborghini merecía al menos alguno. 
Sus ataques a los burócratas del PC son propios a la cultura suicida del “armémonos y vayan”, de una generación que enviaba a la gente- a pibes como los fusilados por Masseti- al frente y luego se victimizaba en exilios dorados. 
Ni siquiera evitó ser premiado por el menemismo: más que para escribir vivía para ganar premios. Era apoyado por La Casa de las Américas y el club de dictaduras que rodea la UNESCO y en la Argentina por cientos  y miles de poetas que escriben y piensan igual y han dado lugar al gobierno actual sin los cuales hubiera sido imposible. Su amistad con el siniestro Fernández Retamar, responsable de innumerables crímenes en Cuba por ser parte de la Seguridad del Estado y lo que escribió sobre Israel lo vuelven cómplice de crímenes contra la humanidad.  Quedan muchos hechos oscuros para aclarar como el mentado "incidente de París" donde fue asesinado Jorge Cedrón.
En el pasquín oficialista Tiempo Argentino, Demetrio Iramain, ataca a “un tal Del Barco” y escribe:: “Ruiz Guiñazú, que ahora va a trabajar con Lanata; Fernández Meijide, que se da la mano con Cecilia Pando; los radicales Strassera y Gil Lavedra, no le perdonarán jamás al kirchnerismo semejante herejía: haberse metido con la CONADEP. No son diferencias de forma, sino discrepancias de fondo, insalvables”.
Es de lo más canalla que se ha dicho, Cecilia Pando no lo hubiera hecho mejor, incluso pasa por alto el reconocimiento que le hizo la misma Cristina en marzo de 2013, aun si no pasó de ser retórico. Tampoco habla Iramain de la llegada en 1979 de la comisión de la OEA que salvó miles de vidas cuando quienes hacían las denuncias sobre desaparecidos podían perder la cabeza. Los K en esos momentos estaban contando billetes y haciendo la vista gorda mientras se llevaban compañeros ya que como escribió Cristina Kirchner había "estado de derecho en Santa Cruz". 
Es esto lo que los unió a Gelman, no su interés por la literatura. Muchos que entregaron compañeros se suicidaron de diversas maneras. Ellos prefirieron comprarse una historia en el mercado bienpensante y han querido hacerle pagar a un país sus pecados capitales. De ahí su desprecio total a quienes de veras lucharon contra la dictadura militar, comenzando por Alfonsín.
Para este comentarista de Tiempo Argentino, que no diferencia entre dictadura y democracia no existió un terrorismo por parte de Montoneros del que Gelman formaba parte. Los asesinatos políticos de Rucci o Mor Roig y cientos de personas más durante el gobierno peronista fueron un invento de los radicales para imponer la teoría de los dos demonios. Las Tres A no son mencionadas ni una sola vez. Del Barco insistió mucho en que no hablaba de demonios- que no fue más que una metáfora para aludir a los asesinatos políticos o intentos de toma de regimientos durante una democracia- sino de hombres y mujeres que murieron en una guerra tan sucia como absurda donde Gelman tuvo responsabilidad y que favoreció el golpe de estado de 1976. Todas esas vidas son superfluas, no existen para Iramain que cultiva el más extremo de los maniqueísmos.
“Para entonces, Juan Gelman ya será invencible en sus poemas, pero aquí, en la tierra, a no olvidar: la lucha continúa”, concluye de modo épico la ira de Iramain que retrata a Gelman como a un héroe. 
La crisis sacrificial tiene que continuar aun del modo más pornográfico, parece que es necesario un nuevo baño de sangre. La pregunta es contra quién continúa la lucha y a través de quiénes y contra qué. 
El chavo castrista Iramain en otra nota está a favor de la participación del Ejército en el gobierno, qué importa a esta altura que sea contrario a la constitución. Hay sectores del gobierno que quieren traer a Firmenich, piensan que es el momento oportuno. No hay que olvidar que Firmenich fue un soldado de Massera, ahora está Milani en la inteligencia, algo es algo, a ninguno le falta vocación patriótica.
La lucha no sería contra Franco Macri, representante como los K de la burguesía prebendaria, que quisiera que el próximo presidente sea de La Cámpora sino contra el nuevo "demonio": los que protestan por la inflación, la crisis del sistema energético, los aborígenes que reclaman las tierras que les robó Gildo Insfrán que los va diezmando de a poco, los que reclaman por la jubilación miserable que cobran mientras el Pepe tiene una de privilegio. 
Los cartabiertistas los llaman destituyentes, que en buen cristiano significa golpistas.
Juan Gelman merece ser un símbolo cultural de este estado mafioso y criminal, vaya el más sincero repudio de este "boludo" al mito que se quiere imponer. Boludo era la palabra que para él representaba al argentino y que se quiso transformar definitivamente en zombie. Un cazabobos para que el incauto- y en la oposición hay muchos- entre en las huestes de las servidumbre voluntaria de esta Robotlución.  
Su poesía sirve de autoayuda a esta estirpe de idólatras.
En literatura los escritores que se resisten a esta cultura han optado por Leónidas Lamborghini, Néstor Sánchez o Murena.
La cultura que propició y que lo santifica es la misma que "castigó" a Sebreli por su libro sobre los mitos argentinos del que Gelman, fetichismo mediante, pasa a formar parte y que ha entregado las víctimas de la AMIA a sus victimarios, un acto de "vanguardia" del que no hay memoria en ningún estado del mundo y que va de la mano de la ética del mini-miserabilismo actual..

Libros peligrosos 2
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