viernes, 29 de noviembre de 2013

El espasmo de Spam. Por Luis Thonis.



Martes 29 de Octubre de 2013

Cuando bajé la escalera del Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC) luego de presenciar Spam, la pieza de Rafael Spregelburd y Zypce, una señora de edad me preguntó: “¿Usted entendió algo?”. No me puse colorado. Para entender algo, le dije, hay que ser ciudadano de Internet y su mundo virtual.
La señora estaba acostumbrada a las relaciones más directas, cara a cara, en la vida y en el teatro. No parecía decepcionada por la obra, estaba tocada pero no encontraba palabras, algunos decían otras cosas con signos de admiración, la obra había afectado las relaciones entre la sala y su afuera como si fuésemos parte de un mundo alucinado. Cada uno tiene las suyas: yo pensé a alguien a quien quieren volver loco a toda costa y que se dice: “Ah sí”, y responde con más locura, como un antihéroe de nuestro tiempo. “No es nada personal”, le responden, “te ganaste un premio”, y ese mensaje queda colgado en la pantalla. Nadie nunca había visto algo semejante. Tampoco era yo un ciudadano integral de ese mundo regido por el spam, es decir, por los mensajes no solicitados enviados en forma masiva, que van de la publicidad a los virus pasando por la pornografía.
A todo esto el pensamiento existencialista lo pondría en la bolsa de la “inautenticidad” sin preguntarse si lo auténtico no es un fantasma mucho más cómodo, como el de esos personajes que se miran al espejo amenazando suicidarse con una navaja y lo que hacen es confirmar su náusea con la cara mejor afeitada.
Aquí nos despedimos del mito del buen salvaje que tanto explotan los neocolonialismos y del mito de la autenticidad de las heroínas stendhalianas, que no paran hasta tener entre sus manos la cabeza del hombre que aman.
No estamos en el mundo del mito sino en el metatexto interminable de las babeles virtuales que desconcen la purificación del fuego.
Spregelburd no adhiere a la escuela del simpático profesor John Zerzan, ecologista radical y referencia ideológica de las revueltas en Seattle contra la globalización, que al impedir el encuentro lograron el objetivo contrario al propuesto –la rebaja de los aranceles de los países centrales que iba a discutirse–, y autor de Future Primitive and Other Essays, donde propone una vuelta a la prehistoria, a una sociedad de cazadores y recolectores sin industria ni tecnología.
El profesor napolitano no es un neoludita, si recordamos a quienes a principios de la Revolución industrial destruían las máquinas. A diferencia de una impostora como Naomí Klein –que quiere “gobernar las multinacionales” que tendrían el destino de muchas empresas argentinas– Zerzan es coherente: vive en Arizona en un contexto de cultura hippie sin televisón ni Internet, como anticipándose al diluvio del futuro prehistórico que con estoicismo favorece.
En mi ensayo “La farsa de la antiglobalización” me refiero al puritanismo de Zerzan, que rechaza lo virtual del mismo modo que lo hace con la pintura barroca: "La realidad virtual refleja una patología profunda que recuerda a los lienzos barrocos de Rubens, que muestran caballeros con armadura rodeados de mujeres desnudas, pero separados de ellas".
La patología no está en lo virtual sino en la creencia en la madre naturaleza, que visita las redes introduciendo sus capitales de odio y culpabilidad, que se reflejan como el teorema de los indivisibles sin que finalmente se sepa qué se quiere demostrar.
También es coherente el profesor napolitano: con recursos que recuerdan los métodos de la action painting con musica ficta, se empeña en devolver golpe por golpe en una guerra que es ante todo “mental” y donde los cuerpos son aspirados, sustraídos por lo inmaterial. No tiene la fortuna de que un hada psicoanalítica le diga: “Son nada más que spam, no esperes algo de ahí convirtiendo esa nada en algo”. Tampoco una militante psicobolche y zartista que le diga: “Sos un pajero” como si ella hubiera superado el malestar del pasaje al acto. Ni un Kafka que le escriba un correo que informe: la fusión del cuerpo y el nombre es abyecta.
Entra a escena como quijote que lucha en y por molinos de imágenes privado del amor que supone darse de bruces con el origen mediante la resonancia de los cuerpos y de la muerte que hay que morir para acceder y sostener una palabra.
En el principio no fue el verbo sino un spam cualquiera cuya única verdad es que en el mundo hay cosas peores que los spam y la muerte misma: la estupidez sigue su carrera ilimitada y Aquiles insiste en alcanzar la tortuga biseccionando la recta.
Haga lo que haga, diga lo que diga, Rafael Spregelburd es un actor de un despligue extraordinario, desde el cuerpo a las voces, que puede en un tris pasar de un rondó medieval a un frullato o un Empfindsamkeit actuales, domina las inflexiones y los registros.
La ideó, la escribió y la actuó. Esto que decían en el barrio sucede en la aldea virtual y planetaria de Spam. Hay una inhibición a decir algo de una obra que no se reduce a uno de los clisés que la misma ridiculiza, no tiene “tema” fijo, se trata de la genealogía del nombre de la cual nuestra época quiere saber poco y nada. Cuando todo se vuelve escolar hay una madre que hace las veces de la Mujer que pesa: aquí, a diferencia del mundo islámico donde está presente en cada segmento, brilla por su ausencia. Hay un matriarcado impersonal, líquido, que hace su trabajo enloqueciendo al sujeto desde su ausencia y mediante el double bind convertido en lengua de partida institucional.
En el Islam el sujeto está integrado al Templo-madre, en occidente es expulsado de antemano como el personaje de Beckett; aun si tiene padre y madre funciona como expósito y huérfano y el modo de intregrarse es a través de la Fiesta-espectáculo que considera la angustia el enemigo principal porque puede intersectar con el infinito y arrancar al sujeto al conjunto de pertenencia al que tiene que añadir una suma más sin poder restar en menos.
El personaje, un profesor napolitano experto en lenguas antiguas, vive sus días, sus horas y cada instante atrapado por las redes virtuales. Ahí surge el primer contraste: las lenguas antiguas, civilizaciones que se perderán si se extravía, dice, tal o cual archivo, en contraste con la “basura nuestra de cada día”, a la que suma millones de chinos trabajando como hormigas para producir objetos inútiles, entre ellos la misma chinolatría occidental.
La obra no rechaza la acumulación, la toma como su materia prima, el profesor responde y actúa los spam que recibe, los hace pasar a escena, como si la obra representara lo irrepresentable de nuestra época: el malestar hiperbólico de un pasaje al acto que cuentan sus historias, algunas de corte policial como el caso de la chica malaya que le pide socorro y las mafias que lo persiguen. No es un clown posmoderno que continúa con la Fiesta, improvisa la suya indiferente a los tirios y troyanos de rebelócratas y zartistas. Por más destructivo o transgresor que sea el acto, este retorna como malestar y pide a gritos otro acto. No sabemos en qué medida el profe cree en eso, lo mimetiza o lo parodia: es así que va convirtiéndose en nuestro héroe. Spam no es una crítica al malestar de la cultura que se ha convertido en bienestar a toda costa y que promete dar a cada uno lo que no tiene a cualquier precio. Es el malestar del pasaje al acto donde este retorna como insatisfacción. En el montaje que dispone el profesor coexisten lo arcaico, las viejas lenguas y las técnicas ultramodernas, lo demasiado muerto y lo que se propone como la vida en términos virtuales, un vértigo que alivia de la reproducción tediosa de lo cotidiano que todavía abunda en las obras de corte realista.
Lenguas anteriores a Babel y las nuevas babilonias, a menudo “bobilónicas”. En la posmodernidad todo se nivela mediante el estatuto inmaterial de la mercancía y las formas mismas de indignación colectiva son selectivas, algunas previamente programadas, otras más espontáneas como las llamadas “primaveras árabes” que culminaron en inviernos regimentados.
Imagino lo que podría haber hecho Spregelburd con un mensaje recibido de la plaza del Tahir por parte de un ingeniero trabajando de vendedor de ballenitas o un mensaje de Al Assad para que apoye su candidatura al Nobel de la Paz por haber tenido la delicadeza de no masacrar otras doscientas mil víctimas con armas químicas.
Como el gato de Schodringer que está vivo en una dimensión y muerto en otra al mismo tiempo, el profesor cada día continuá los mensajes que recibe de las redes y sigue por caminos a veces insólitos, otras delirantes. Las querellas con los ridículos traductores de Google son desopilantes.
Su nombre coincide con el nombre del primer ministro italiano y está interesado más en la identidad de este que en la propia, limitada al “profesor napolitano”. Para colmo sufre un accidente que le hace perder la memoria que ya no tiene.
El profesor se da a sí mismo un teatro dentro del teatro que hace olvidar que se está en el teatro, entramos en un universo que ofrece todas las historias y todas las aventuras, un mundo donde no hay nostálgicas chimeneas sino un bombardeo de efectos especiales, una dinámica donde el teatro es la trampa para atrapar no al rey sino al mismo espectáculo concebido como Colonia Penitenciaria.
No ha pasado nada, le dice su discípula, una Cassandra que no vaticina el futuro, participa del eterno presente en que Monti vive. Fue su amante, pero el pasado no existe. El profesor no tomó en cuenta su tesis sobre otras lenguas pero se la apropió sin demasiadas vueltas. La forma de diálogo que tiene con ella es la negación de todo diálogo: un spam erótico-escolar. Monti no tiene ninguna idea propia ni la intención de tenerla, como Sísifo lo hace con su roca, todos lo días la emprende con Internet sin darse respiro alguno. Al mismo tiempo sus ideas musicales y la música de las palabras lo muestran como un virtuoso. Tal vez espere un spam que sea una carta arrojada al mar y le llegue como un don.
Es la compulsión que en El jugador muestra Dostoievsky por el juego pero sin ninguna sanción porque nadie dispone de autoridad para ella. Es La danza macabra de August Strindberg pero sin la interrogación femenina de dónde está el Capitán. Ahí lo macabro es el anuncio de un mundo sin Tercero donde todo ocurre entre dos mujeres: el hombre en adelante tendrá como única función completarlas. La función que asume Monti es la de completar la materia signata que recibe, haciendo épica con los elementos más truchos, en cada uno de los treinta y un días transformándolas plástica y musicalmente al mismo tiempo que la vive. ¿Desde que ética juzgarlo, si se piensa que hay profesores charlatanes y chavistas como Gianni Vattimo?
Es el capitán sin galones de una la danza de un nombre común –el profe napolitano– en relación con un nombre propio que solo puede nombrarse a través de otro, el delirio nace ahí, no está en las imágenes sino en el uso alocado que hace de ellas ahí donde no hay padre, genealogía ni la seguridad identitaria de la pertenencia a una nación.
Cada imagen funciona como “capitana”, desata una serie de sinonimias que Spregelburd sigue hasta la exasperación: su voz es una caja de resonancia que domina todos los tonos y se mimetiza con otras voces, pasando de un registro a otro con maestría. Aunque los temas son diversos el personaje juega con las historias y se vuelve juguete de ellas.
Se da la siguiente paradoja: esa voz reitera, parodia voces que son montañas de clisés pero lo hace con tal arte que uno quisiera emocionarse como si oyera una ópera de Puccini.
El dramaturgo no lo permite. El de Spregelburd es un arte del desmentido y la decepción llevado hasta el extremo. No es captar nada de esta obra reducirla a la Fiesta vanguardista, más bien aquí es una fiesta de la cual no se puede salir, tal como Gombrowicz llamaba al infierno.
No hay que confundir el talento del actor con el profesor napolitano que representa o la tensión entre un nombre común –el profe– y el nombre propio donde Monti se enuncia a través de otro niño muerto, del que es sucedáneo.
Esta obra anuncia un nuevo tipo de combate que ya está en curso en el siglo XXI y del que pocos quieren enterarse por una inhibición que supera todas las represiones: la genealogía del nombre propio ante el avance progresivo de las técnicas que al no tener en cuenta al sujeto dejan una zona acéfala, aprovechada por los ideólogos que aspiran convertir al sujeto en idiota universal.
¿Cuál es el objetivo de semejante exasperación? ¿Demostrar sin lograrlo del todo que la realidad que se vive es un reflejo del mundo virtual y no al revés?
Tomado a la letra y en bruto, sin selección, el sujeto de las redes es el colmo de la agrafía y el iletrismo. Por eso algunos educadores ven como nociva la entrada prematura de los niños a la web. Hay mucho de niño en el profesor que toma a los spam como dictados o enigmas que habría que resolver.
A diferencia de Hamlet, el profesor no tiene un padre muerto de entrada al que hay que matar a su vez, lo precede la lengua anónima de los spam, como si hoy al sujeto lo precediera no una tradición cultural sino un esperanto que promete dar lo que no tiene confundiendo la existencia con un ideal del ser. Acontece en una “interna” occidental trabajada por el nihilismo y la autodestrucción, pero este héroe de nuestro tiempo poco tiene que ver con el rechazo de la técnica por parte de Heidegger, que sacraliza el origen en la pureza de las raíces contra toda posibilidad de desplazamiento y antiser.
Lo que sucede es que hace un uso caprichoso de las redes al tomar en serio los spam porque no dispone de otro texto o se niega a ello. Esto equivale a un diálogo con los nuevos dioses de la electrónica que, lejos de restringir la creación, amplían el campo de la ejecución. Como en el caso del compositor, el autor teatral dispone de un continuum, un almacén ilimitado de recusos sonoros que pueden ser sinusoidales, “puros”, que pueden trabajarse y enriquecerse como se hace con la voz, de modo que un sonido blanco o un ruido pueden modificarse en formas imprevisibles dando lugar a nuevos elementos ante los cuales estamos situados como los primeros oyentes de Ravel o Debussy.
Digamos que el personaje es un dramaturgo virtual que en su vértigo fabulatorio explora sus posibilidades en un futuro mundo sin libro, o, mejor dicho, con millones de libros pero donde no se podrá leer una sola página, habiendo sido colonizados y nulificados los cuerpos. Conserva como un talismán El extranjero de Camus a través del cual se reconoce en el universo spam. En un momento de lucidez el personaje dice no comprar que la crisis de los bancos europeos supone el fin de Europa y constata que las masacres como las de Darfur continúan en un hipotético Exterior que no suscita anfibologías en cuanto a lo real, que no es una categoría en el sentido de Aristóteles sino una ecuación nunca resuelta sobre la que llueven las preguntas del millón ya respondidas de antemano.
Internet es vivido por muchos como una gran Matriz que tomada a la letra arrebata los cuerpos a los sujetos aun si ellos se creen de vanguardia como los rebelócratas, para los cuales “todo es poesía” y punto, rechazando todo exterior al tecno-narcisismo, impidiéndole una conexión con su origen a través de los nombres, excluyendo su relación con lo arcaico que no hay que confundir con el pasado. Lo arcaico está presente en el lenguaje, en los timbres y en los trémolos, en que un arte inmemorial como el teatro puede situarnos ante un montaje y una enunciación inéditos.
Al final hay un retorno, la vuelta de la memoria perdida en un accidente. Ese accidente es universal, como si este profesor napolitano fuera todos los hombres de la aldea planetaria actual. Lo único que se puede hacer es singularizarlo al extremo. El retorno de lo arcaico introduce un efecto propio de la tragedia, esta vez sin madre, ni padre, ni otros dioses que las redes cuyos imperativos y enunciados son contradictorios entre sí.
De pronto, como si ese mes fuera un retiro del mundo con el objetivo de escuchar algo no por meditación sino por exceso de aturdimiento, corta con el perpetuo presente y se da de bruces con los orígenes parentales.El amor es eso, una confrontación con éstos donde llega a reconocer- momento de silencio- que el trauma del origen- nacer malentendido- aparece al final: el personaje entonces recuerda que ocupa el lugar de un niño que murió al nacer.
Es un sucesor en una nueva y larga progenie de huérfanos y expósitos, alienados al espectáculo que se les ofrece, privados desde el vamos de una genealogía respecto de la cual puedan inventar un corte, dando un paso hacia afuera de los conjuntos saturados.
El profesor al intersectar el origen se separa del espasmo permanente del Spam y sus impersonales santuarios. La pregunta que hay que hacerse no es la que proponen la sociedad ni la del espectáculo a veces fusionados en un double bind –¿qué has hecho con tu vida?– donde se le dice por un lado: “Sé transgresivo” y por el otro que cumpla una Ley que solo se manifiesta en un laberíntico juego de escondidas y que tanto las SS como las buenas gentes han invocado para que emerja en persona: es la solución final que resuelve el asunto, reduciéndolo a una crisis identitaria que empuja a la sociedad, a Europa en especial, a unirse mediante el hilo del antijudaísmo, como afirma Diana Sperling, o suprimiéndolo en un mundo de nombres indistintos donde pueden hacer uno el “nazi” y el “progresista” al querer ahorrarse el trabajo que Spregelburd despliega hasta el cuadril.
Hay que preguntarse como Kafka qué has hecho con tu origen que entras pasiva y gozosamente al mundo de lo pseudouniversal, y responder escribiendo la disyunción del cuerpo con el nombre fuera del programa donde el nombre tiene el lugar de una etiqueta o designación.
Spam en la poética de Spregelburd es un adiós al idiota universal, general, que los vivas no pueden ensordecer.
Esta forma de asumir el mundo virtual es pagar una deuda con un niño muerto que podría haber sido él. No se trata de recuperar una identidad que le da al sujeto una nueva seguridad identitaria, necesaria sin duda en cuanto a la identidad civil y al sujeto de derecho, sino que también se trata de poder desplazarse de ella, perderla, pasando a la existencia no a la manera del existencialismo sino a un teorema de existencia sin axiomática previa, he aquí una pregunta ausente en las encuestas del millón.
El profesor produce un corte para nombrarse a través de ese niño muerto en la escena final: la obra pasa abruptamente a una dimensión trágica que no deja a su vez de ser cómica y Mario Monti puede acceder a la trama del lenguaje más como sujeto que como reflejo o espasmo.
Evento: 

Israel y el hombre ilimitado- Por Luis Thonis

 
“Los árabes pueden perder muchas guerras; Israel precisa perder una sola para   desaparecer del mapa” Ben Gurion
“Todo hombre que no haga sacrificios al culto de los ídolos será llamado judío”. El Talmud.
Hermann Broch afirmó que “el peor crimen de Europa es la indiferencia”, algo que en referencia al antisemitismo tuvo la forma de un “problema” que inventa a sus precursores. Para Jean Claude Milner esta historia reaparece en otra clave. Ha escrito un libro del que nadie parece haberse enterado, Les penchantes criminels de l’ Europe democratique ([1]), donde el nombre judío como universal singular afecta simultáneamente a la idolatría de los estados –nación ([2]) y a una globalización supuestamente homogénea: Israel es en ese sentido el único que no parece tener derecho a la existencia.
Mi lectura de este libro polémico concierne a una historia donde se cruzan una máquina de hacer creer con una máquina de matar donde el nombre judío tiene el lugar de un contratiempo sin solución que alcanza al siglo XXI. ([3])
Al final de la Segunda Guerra Mundial, los sionistas intentaron volverse europeos, evocando a Theodor Herlz, que a partir del caso Dreyfus habló de la necesidad de un Estado, es decir, de tener fronteras. Europa contribuye a su fundación en el mismo momento en que se constituye, luego de 1945, la Comunidad Europea y cada vez más tiende a identificar la globalización con la utopía de un mundo sin fronteras pese a la existencia de estados como Corea del Norte que dispone armas nucleares que pueden borrar en un parpadeo a Seul y a Kiotto, o de Irán, que, tres años después de escrito el libro de Milner, acentúa el procesamiento de uranio con el objetivo de poseer una bomba para, como declaró su presidente, borrar a Israel del mapa.([4])
Cabe examinar el lugar del nombre judío en las décadas de 1920-1930. En La Europa Suicida( [5]) León Poliakov recorre a través de citas de escritores los anatemas de quienes se muestran menos preocupados por el posible rearme de Alemania que en sumarse a la alucinación colectiva acerca de una conspiración judía internacional. La peste puede ser comunista - los “judeos bolcheviques” - o norteamericana en cuanto se argumenta que el capitalismo financiero está dirigido por un sacerdote judío, que reside en “ el Vaticano de Nueva York”, en la plutocracia judía de Wall Street según escribe Hugo Wats en el Gran Kahal([6]), libro donde cuenta cómo los judíos a través de sus mujeres se introducen en las familias patricias argentinas con el objetivo del ascenso social y al mismo tiempo destruyen la tradición católica : prosiguen la misión de Judas por otros medios.
Se les atribuye haber traído la peste a Europa por parte de la derecha y la izquierda. La Action Francaise y L’ Humanité( 24/ 12/1920) ven venir la “enfermedad Número 9” a París desde judíos inmigrados de Rusia o de Polonia. Hasta el bastión del civismo francés, la Revue de Deux Mondes, trata de los odios anticristianos de los judíos.
En la década del treinta la situación se vuelve más dura y como lo ha analizado Henry Meschonnic([7]) hay una estrecha solidaridad entre el tema antisemita y el rechazo creciente de las democracias.
Se tiene a los judíos por beneficiarios de la industrialización y la ciencia de la que se apropian mediante oscuras conspiraciones. Son culpables hasta de la gripe. Mediocres provocadores y escritores notables se purgan parafraseando el libelo de Maurice Joly, los Protocolos de los sabios de Sion , que habla de una conspiración mundial que sirve al antisemitismo para justificar sus prácticas. Hitler lo explota al extremo. Salvo Churchill, los dirigentes europeos se repiten que “Hitler quiere la paz”, Littton Strachey aboga no sólo por ésta sino por la supresión del ejército inglés, las manifestaciones gritan “mejor Hitler que Blum ” y se va conformando el espíritu derrotista de Munich que Chamberlain en 1938 resume a través del “ Try, try, and try again”, dejando de lado el interrogante de si la paz no supone de que hay cosas peores que la guerra - Auschwitz - algo que Karl Kraus enuncia cuando ice : de Hitler no se me ocurre nada, es decir, piensa que hay que dejar de “interpretarlo” y se prepara para un combate que de ocurrir antes lo hubiese detenido a tiempo.
El pacifismo se le “ocurren” muchas cosas y niega hasta el ridículo la inminencia de un Hitler armado hasta los dientes y que gran parte de la clase obrera alemana lo apoye desconcierta ([8]). Las ilusiones, lejos de ser meros argumentos falsos, refutables desde la lógica, son el combustible de las máquinas de hacer creer que confunden el anhelo de paz que sigue a la carnicería de la Gran Guerra con la negativa de reconocer y detener a tiempo el desencadenamiento letal de la Segunda.
Hitler quiere la paz, es capaz de conmoverse; en el fondo, es inofensivo: con esta posición la vieja Europa, ayer, le creyó más a un Chamberlain que a Churchill ([9]). Hoy acaricia un sueño de  plenitud y se siente como civilización acreedora de las prometedoras figuras de lo ilimitado, entre ellas, el bienestar y la paz que se hacen presentes con sólo anhelarlos.
La selva, sin embargo, existe y está dentro y fuera de la ciudad.
En agosto de 2003, la opinión pública mundial logra que se posponga la lapidación de Amina Lawa, condenada por adulterio  en Katsina, un estado del norte de Nigeria donde rige la ley de la Sharía y en febrero de 2005 en Alemania, Hatin Suruco, una joven berlinesa de origen turco, 23 años de edad, recibe tres balazos de sus propios familiares por adoptar formas de vida occidental. La lapidación de mujeres en países islámicos ocurre “afuera”, en Nigeria, que tiene una constitución republicana desde 1998 y ha adhiere al estado de derecho pero que es amenazada por fundamentalistas internos y externos  El dicho “pueblo chico, infierno grande” rige hoy a nivel planetario.
El asesinato de la joven berlinesa acontece en el barrio de Templetot donde se desconocen los hechos de sangre: el afuera ha entrado en el adentro y los fanáticos experimentan su identidad amenazada por las figuras de la modernidad  y pueden pasar desde el crimen ritual a los mega - atentados.
Recordemos las declaraciones poco simpáticas del médico egipcio Ayman Al Zawuahiri, considerado el número dos de la multinacional terrorista Al -Quaeda, en un audio emitido en mayo de 2003 y difundido en diversos medios periodísticos, donde llamaba a continuar la Jihad del 11 de septiembre: “Los cruzados y los judíos entienden sólo el lenguaje de la muerte y de la sangre. Solo pueden ser convencidos a través de ataúdes, torres en llamas y economías devastadas.” ([10])


[1] Les penchants criminels de l’Europe démocratique, Jean Claude Milner, EditionsVerdier,2003. Es curioso que pese a la fama del autor en medios psicoanalíticos se haya silenciado este libro digno de Freud, que nunca sucumbió al pánico como ideología ni  temió asumir el malestar  que hoy para Milner se llama Estado de Israel. Quienes han asumido algo de su lectura se han limitado al escolar anatema de que Milner se equivoca…en las fórmulas de la sexuación!...todo queda en “paz”, especialmente el efecto político del libro que desarma los públicos cautivos.
[2] En el libro de Milner se habla de lo lógico - políítico en referencia a formas limitadas de poder, por ejemplo, la democracia parlamentaria. La referencia no explícita es el Tratado-teológico político de Baruch Spinoza que aboga por la separación de político y lo teológico que está en la base de contrapesos del poder en el estado de derecho. Esto no existe en los estados totalitarios de Partido Unico ni en Estados teocráticos como Irán. Spinoza habla del derecho de guerra y anticipa los rasgos que caracterizan a un ejército democrático de uno despótico : en el primero los soldados son los mismos ciudadanos que, dice, no querrán la guerra por la misma guerra ni con motivo de conquista.
[3] Que la Tercera Guerra Mundial, que culmina en 1989 con la caída del Muro - aunque todavía hay letales estertores - haya sido llamada durante 45 años Guerra Fría habla de un curioso eufemismo ya que hubo más víctimas que las dos guerras anteriores.
[4] Claude Lanzmann ( Le Monde, 3/8/2006) observó que antes de la captura del sargento israelí (25 de junio), “se olvida de decir que los misiles ya llovían sobre Sedrot y el Sur de Israel”. El día 12 de julio, el  Hezbollah, dice, captura otros dos y en una emboscada donde matan nueve soldados judíos en la frontera norte de Israel. Los misiles apuntan sobre la alta Galilea. Haifa, ejemplo de ciudad cosmopolita, donde conviven civilizadamente judíos, cristianos y árabes, queda en ruinas. Al mismo tiempo, Nahariya, bajo el fuego de misiles, es transformada en  ciudad fantasma. Estas provocaciones que tuvieron una dura respuesta por parte de un Estado que venía de apalear a la propia población al retirarse de Gaza, acontecieron el mismo día que el Consejo de Seguridad iba a tratar acerca del programa nuclear iraní que está en el centro de esta sexta guerra ( luego de las de 1948,1956,1967,1973 y 1982)en Medio Oriente. Por la resolución 1556 del Consejo de Seguridad el Estado libanés debía desarmar al Hezbollah.  Hinde Pomerianec fue una de las pocas voces que recordó que bajo el fuego de los Katiushas también murieron niños israelíes y Amos Oz se detuvo en un aspecto olvidado en los comentarios : el uso de civiles libaneses como sacos de arena por parte de los lanzadores de cada uno de los 17.000 misiles que Hesbollah acumuló desde la paz de mayo de 2002.  Lejos de pedir perdón como Israel por la muerte de inocentes, los civiles son sus blancos preferidos. El ejército israelí avisó a la población antes de bombardear las plataformas lanza - misiles en Qana  y lamentó el destino final de la operación donde murieron 28 civiles según Human Right Watch. Lanzmann denuncia la hipocrecía y la “voracidad casi gozoza” de una prensa que negando todas estas evidencias trata de corroborar una supuesta “naturaleza criminal del pueblo judío”. André Glucksmann, por su parte, recordó que cuando Putin arrasó Grozni - Chechenia- dejando entre doscientas trescientas mil víctimas - decenas de miles de niños musulmanes - o los doscientos mil masacrados en Darfour, el Consejo de Seguridad no se reunió ni hubo ruido en la prensa. No se trata de evitar toda crítica a Israel, pero ocurre si hubiera una balanza “universal” donde sólo el musulmán muerto por Israel despierta la indignación universal, en tanto que las víctimas de los genocidios programados no tienen peso o no existen. La pequeña nota aparecida en Clarín(10/8/2004)- Whashington acusa a Sudán de genocidio - informa del asesinato de 50000 negros africanos( cristianos o animistas) y el desplazamiento de un millón y medio de personas por parte de la milicia musulmana de Janjawid que pudo continuar matando sin que mereciera siquiera la letra chica de la prensa mundial.
[5] La Europa Suicida, León Poliakov, 1981, Muchnik Editores, Barcelona.
[6] El gran Krahal/ Oro, Ediciones Thau, Buenos Aires, 1984.
[7] Henry Meschonnic, Le langage Heidegger, Puf, 1990. Este libro capital analiza detenidamente las mistificaciones del lenguaje por parte de Heidegger  que atrapado en el Ser y lo sagrado- que solo puede enunciarse en griego que más que una lengua es el mismo logos - es impotente para leer la tradición judía, por ejemplo, la chekhina, que habla no de la presencia de Dios, sino de su vecindad, habida cuenta de que su presencia sería insoportable. Esa separación es la que quieren abolir las ideologías fundamentalistas y teocráticas.
[8] Este hecho se entiende en cuanto esta clase era considerada la mejor del mundo. Marx le había dedicado El Capital y la consideraba elegida para consumar la lucha de clases. El furor nacionalista que creció luego del humillante Tratado de  Versalles combinado con la hiperinflación ( además del furor de Lenin y Stalin contra los socialdemócratas, llamados “socialfascistas”  y considerados los  peores enemigos por no renunciar al estado de derecho) torna verosímil el discurso de Hitler, que no es de “derecha” como lo ha demostrado Jean Pierre Faye sino una combinación de todos los enunciados aceptables que están en juego en ese momento : ayer y  hoy, el antisemitismo permite inusitadas convergencias.
[9] En la Cámara de los Comunes, luego de las claudicaciones de Munich - 20/9/1938- Winston Churchill dijo : “Francia e Inglaterra podrían haber elegido entre el deshonor y la guerra. Han elegido el deshonor y no podrán evitar la guerra”. Otra consecuencia lamentable fue que los ingleses para estar a tono con el clima pacifista de Munich hicieron la vista gorda ante las maquinaciones nazi - fascistas en Medio Oriente y se ocuparon de perseguir la inmigración clandestina de judíos a Israel.
[10] Recientemente, este médico de origen egipcio en un video difundido por la cadena de Quatar se pronunció respecto del actual conflicto entre Israel y el Hezbollah “ Oh musulmanes de todos los lugares, los llamo a combatir y convertirse en mártires en la guerra contra los sionistas y los cruzados”( Le Figaro, 27/7/2006) La ideología sunnita de Al-Qaeda considera a los shiítas de Hesbollah como heréticos pero el médico hoy los asocia un enemigo común y aparentemente cuestiona el terrorismo contra los shiítas en Irak. ( The Enemy of My enemy is still My Enemy, Bernard Haykel, The New York Times, 26/7/2006)La crisis de Medio Oriente tiene como telón de fondo un Islam dividido en facciones múltiples.

Génova o la gran dimisión. Por Luis Thonis.





Las democracias occidentales han vivido de manera traumática el complejo de Perrichón, un personaje de comedia que culmina por odiar a quien lo ha salvado sujetándolo al borde del precipicio, porque le recuerda que le debe la vida a la valentía del otro.  Es el antiamericanismo de los europeos que generaron las teorías del antimperialismo repetidas hasta el cansancio por los ideólogos latinoamericanos donde el complejo de inferioridad se acentúa. A este complejo no fue ajeno un De Gaulle, que fue acogido y protegido por los ingleses que fueron fundamentales en la liberación de París y pese a todo los llamaba despectivamente “anglosajones” haciendo una diferencia de raza. Nicolás Peyceré, un escritor argentino ajeno a lo mediático me contó que en esos días de la liberación de Paris en un café, los mozos despachaban con respeto a los parroquianos alemanes- que habían sido recientemente sus ocupantes- y trataban con hostilidad a los brutos yanquis.
Se puede entender la hostilidad de los latinos, especialmente los argentinos- el pueblo más antiamericano del continente- por el apoyo de Estados Unidos a las dictaduras vía la teoría de Jeanne Kilpatrick- entre una dictadura de derecha  y una de izquierda es preferible la primera- pero no deja de ser asombroso el rechazo del liberador, el modo en que De Gaulle preparó el desfile el día de la liberación dando un papel secundario a los norteamericanos.
Los comunistas durante la guerra fría eran muy afectos a los tratados. Nunca cumplían las cláusulas que tenían por objeto la defensa de ls libertades individuales y cada compromiso culminaba en una nueva caza de disidentes como en Cuba.o la violación de los acuerdos de Helsinky por Vietnam. También multiplicaba los pactos de no agresión y contra la nuclerarización mientras colocaba sus misiles en Cuba. La credulidad occidental sobre la paz soviética no tuvo límites. Todos los acuerdos para reconstruir el mundo de posguerra fueron violados: del de Teherán., 1943, el de Yalta, febrero de 1945, y el de Postdam, agosto de 1945 Y en los tratados de Helsinsky las democracias occidentales reconocieron todos las apropiaciones soviéticas. El principio de la diplomacia es ceder en algo obteniendo algo a cambio. La diplomacia occidental lo único que hizo fue legitimar hechos consumados como la invasión a Afganistán que fue bombardeado por ocho años con todo tipo de armas químicas dejando más de un millón de muertos. La única preocupación de la prensa occidental fue desde el primer día qué harían los norteamericanos

 El primer acto de Obama al entrar a la Casa Blanca fue desplazar el busto de Churchill. Para que se consume el milagro infame ahora sólo le falta poner en su lugar el de Ali Kamenei. Obama hizo suya las banderas del antiamericanismo y el antimperialismo y destruyó el polo de soberanía occidental que habían logrado Bush y Condolezza Rice desde la perspectiva de una guerra de treinta años, decidido a hacer de Estados Unidos un país del tercer mundo. No sólo le soltó la mano a Israel sino que traicionó a sus propios aliados como lo muestra la nota. Irán por un lado y Putin por el otro marcan el ritmo y cada día están más fuertes. Europa carece de dirigentes como Tony Blair o Aznar. Génova ha sido peor que Munich, lo que va a “diluirse” no es el uranio sino lo que alguna vez se llamó “mundo libre”, desinteresado por lo que Nietzche llamó el gobierno del mundo, “no quiere más que ser dejado en paz”, morir creyendo que diciendo la palabra paz ésta se logra mágicamente
El artículo de Bret Sthepens Peor que Munich es excelente y para leer varias veces, ajeno al gran Kindergarten de los ideólogos aunque en estos pagos suena a chino básico, gracias a la escuela Hobsbawm- Ramonet que predomina en la página internacional de Clarín- Marcelo Cantelmi considera a Rohani, títere de Kamenei como “moderado”- y a los filoestafadores antiamericanos que han encontrado satisfacción en el dhimmi Obama a través del cual Estados Unidos delega lo que Nietzche llamaba el gobierno del mundo a la rigolade- “faire la guerre n´est una rigolade”- o la marchanta. Consuma la cultura de la Gran Dimisión. 
La farsa de Génova se basa en una proton seudos o mentira inicial: ¿Cuál es el conflicto de Irán con Israel? No es geopolítico ni de otra índole como podría alegar Siria por el Golan, tiene que desaparecer porque lo quiere Alá. Génova es peor que Munich por su aparente y vergonzante gratuidad. Pero hubo un antes y después de Vietnam, más determinante incluso que el 11/9: hasta entonces como en la guerra de Corea se consideraba que Estados Unidos y las democracias estaban en el campo de la libertad, ahí hubo una inversión del paradigma, no fue el Vietnam comunista el que invadió al Sur sino el imperialismo el que quería someter a un pueblo, gritaron los Chomsky. La intervención de la Universidad, de los hippies y la prensa fue decisiva: las batallas que se ganaban a la mañana se perdían a la noche cuando los medios mostraban a las madres que se arrojaban sobre los ataúdes de sus hijos. Vietnam se dio el lujo de traicionar todos los tratados, incluyendo el de Helsinsky, nadie se molestó y Ho Chi Min comenzó las masacres de civiles. Los filoestafadores- Agambem, Vattimo, Zizec, Badiou- hicieron el trabajo siniestro de retrotraer el mundo a una etapa anterior al 11/9. Nótese el éxito de libros canallescos como El Estado de excepción de Agamben o que se haya tomado en serio al nazimaoismo de Badiou o el respensar el comunismo de Vattimo, que he venido refutando puntualmente desde 2003 contra una historia rescrita incesantemente por los zombis del mundo unidos. 


En Yalta, Roosvelt contaba con su encanto para democratizar a Stalin, pero de pronto este le dijo en voz baja que en un solo día había asesinado a un millón de campesinos. Roosvelt ya se estaba muriendo y no tuvo reacción. También los dirigentes europeos, comenzando por De Gaulle, no tuvieron una idea de lo que era el comunismo, presentad por los intelectuales como algo que superaba a la democracia.

Los marcos mentales y las categorías de la llamada guerra fría todavía no se han sido disipados. Los mitos que coexistieron con ella siguen activos y hacen a los paradigmas de lectura. Simone de Beavouir ante la vista de dos soldados norteamericanos en La fuerza de las cosas le decía a un sorprendido Camus: tuve la impresión de estar de nuevo bajo la ocupación nazi. El recibimiento de ella y de Sartre de Arthur Koetsler, autor del Yogi y el comisario donde narraba hechos desconocidos del infierno comunista no fue para nada agradable. Lo mismo  el ataque a Camus a propósito del Hombre rebelde donde exponía las consecuencias del totalitarismo soviético. Eran los tiempos del falso paralelismo entre las zonas de influencia soviética y norteamericana que se iniciaron en una derrota en los tratados de Yalta. Habría habido paralelismo si Estados Unidos se hubiera anexionado, imponiendo pro cónsules a Francia, Bélgica, Alemania del Oeste, o los Países Bajos. Pero Estados Unidos evacuó todas sus tropas, salvo algunas en Alemania occidental hostilizada por la república democrática alemana controlada por Moscú.
Ni bien terminada la guerra las fuerzas de occidente fueron desmovilizadas pero la Unión Soviética permaneció en pie de guerra. Ante esa amenaza se constituyó la OTAN o Pacto del Atlántico como forma de defender las democracias a pedido de los europeos. Desde la intervención soviética en Alemania oriental pasando por el golpe de Praga- apropiación de Checoslovaquia- en 1948, la Unión Soviética extendió su imperio sobre millones de hombres, desde Alemania Oriental y Polonia por el norte hasta Albania y Bulgaria por el sur. Las democracias, ignorando las represiones soviéticas y bajo el imperio de los Sartre y CIA, comenzaron a aceptar una desigualdad implícita entre los derechos del comunismo y de las mismas democracias pese a que esto suponía el camino a su segura destrucción. Por eso los Koetsler no eran bien recibidos.
Aunque las conquistas soviéticas habían violado todas las normas del derecho internacional desde la misma segunda guerra conquistando Finlandia, Letonia, Lituania y Estonia cada hecho fáctico era luego legitimado por el argumento que esto iba a favor de esos pueblos, pese a que todo derecho y libertad era arrasado, basta leer la declaraciones de la embajada de Lituania a propósito de la celebración en Moscú del fin de la guerra y la violación de las tumbas de comunistas en Estonia, que expresan en este caso el odio que sembraron entre sus habitantes. En Le Monde de 1945 se puede leer: “La hora eslava ha sonado en el reloj de la historia. Sólo los deplorarán y agitarán por ellos los que, conscientemente o no, le hacen el juego a Alemania. Es la Gran Rusia la que ha salvado a los eslavos de la servidumbre o de la destrucción, y es normal que hoy le muestren su gratitud agrupándose bajo su égida.” Obsérvese la inversión de los valores que luego el revisionismo de los Hobswaum convertirá en método: el que se niega a aceptar la lógica del totalitarismo le hace el juego a Alemania- la occidental- le hace el juego a la democracia que hay que destruir. Hay que estar a favor de la Alemania totalitaria que se autodenomina República Democrática Alemana.
Este juego de espejos y reflejos se extiende a lo largo de todo el siglo veinte. Notemos cómo funcionan los nombres donde lo democrático pasa por dictatorial y lo totalitario por democrático. Le Monde, director de la conciencia francesa, en nombre de un fantasmal paneslavismo renacido encubre al comunismo y fuera de todas las naciones antropológicas se ven ahí enrolados los húngaros….El reloj marca el tiempo, las horas y los días en torno al momento final, la hora leninista que se consuma en la toma de cada país por parte del partido único. Pero las dictaduras son sin embargo las democracias. En esta hora hay un anuncio de libros como el Estado de  excepción de Agamben, libro muy celebrado porque reintroduce de contrabando una renovada lógica del antimperialismo al considerar burdamente a las democracias como estados de excepción pero no mencionar la existencia de los estados totalitarios ni de las petromonarquías o dictaduras árabes. Llevando las cosas al extremo: Corea del Sur sería un estado más dictatorial que Corea del Norte por el simple hecho que este dinosaurio criminal comunista no existe. A su vez resuelve el tema de la hostilidad y la guerra actual a que estados unidos luego del 11 de septiembre ha emprendido una cruzada contra un inocente mundo árabe musulmán como si no fuera éste el que lleva a cabo una jihad en los tres continentes: ayer era el comunismo, hoy son los hitlero islamitas que tienen  prácticas semejantes.

La lección de la Historia es que no hay lecciones de la historia. Si algo caracterizó a los totalitarismos fue la violación de los acuerdos, aprovechando las cláusulas favorables.
Bush fue convertido en el Hombre de la Bolsa y Obama en el Melchor de la paz universal al destruir toda forma de soberanía occidental. Cuando Ahmanidejad llamaba a borrar a Israel del mapa, Cantelmi escribía en Clarín en 2006: “Ahjamidejad acierta con su derecho a poseer poder nuclear, pero sus bravatas reaccionarias- reveladoras que no todas las revoluciones son progresistas-. le dan a Bush no sólo un argumento crucial que usará sin conciencia de los límites, sino la posibilidad de un mayor apoyo mundial a la hora de intentar detenerlo. Es la peligrosa tentación de lavar las manchas de Irak en las manos de un enemigo, presuntamente de todos.” Aquí se podría decir que no es Cantelmi el que habla sino esa organización sin límites que llamo estado universitario global que basada en el mito leninista del imperialismo que favorece la dimisión de cualquier intento de soberanía occidental. Ahmanidejad tiene derecho a las armas nucleares, se pasa un poco de revoluciones, pero en el fondo forma parte del eje del Bien, que continúa en correcto tercermundismo a Vietnam. Las técnicas de Mein Kampf, utilizadas por los ayatolas de la muerte, fueron dando resultado: lo que en Ahmanidejad ayer parecía genocida ahora se ha vuelto progresista en Rohami.
Esta irrupción del progresismo en los sesenta se ha vuelto una montaña de clisés y Obama, aliado a los judíos de izquierda antisraelíes es ya un enemigo tácito de Israel, tal es la novedad de Génova, la puesta en escena para una segunda Shoá que apunta no sólo a Israel sino a todos los judíos del mundo que no formen parte del lobby y de paso a minorías armenias, kurdas o budistas.
Lo que Obama hizo con Irán- tratándolo como una superpotencia “moderada” ante la que se debe ceder como si fuera el canciller argentino rifándolas víctimas de la AMIA- es la continuidad de lo que hizo en Egipto y en Siria, abriéndole el camino a los jihadistas que han convertido al Líbano en un lugar donde se resuelve la interna Alquaeda vs Hezbolá.
Obama ha unificado al mundo contra Israel, desde Palestina hasta la Conchinchina y hasta D´Elia puede exclamar: ¿Viste?, ¡hasta el puto Imperio pelea por nosotros! Estados Unidos ahora parece más atento a lo que puede suceder en Asia con el despliegue de China que en Medio Oriente, que abandona a las manos de los enemigos de Israel
Es un error y un horror, pero el modelo Génova 2013 no es una gratuidad total, tiene como objetivo la dhimimsación del planeta: se trata que los progres del mundo y sus zombi intelectuales puedan arrullarse en su buena conciencia sea cual fuere el precio que haya que pagar ante el incremento de la nuclearización por parte de los que no conocen el sueño y son especialistas en pesadillas.