viernes, 29 de noviembre de 2013

Génova o la gran dimisión. Por Luis Thonis.





Las democracias occidentales han vivido de manera traumática el complejo de Perrichón, un personaje de comedia que culmina por odiar a quien lo ha salvado sujetándolo al borde del precipicio, porque le recuerda que le debe la vida a la valentía del otro.  Es el antiamericanismo de los europeos que generaron las teorías del antimperialismo repetidas hasta el cansancio por los ideólogos latinoamericanos donde el complejo de inferioridad se acentúa. A este complejo no fue ajeno un De Gaulle, que fue acogido y protegido por los ingleses que fueron fundamentales en la liberación de París y pese a todo los llamaba despectivamente “anglosajones” haciendo una diferencia de raza. Nicolás Peyceré, un escritor argentino ajeno a lo mediático me contó que en esos días de la liberación de Paris en un café, los mozos despachaban con respeto a los parroquianos alemanes- que habían sido recientemente sus ocupantes- y trataban con hostilidad a los brutos yanquis.
Se puede entender la hostilidad de los latinos, especialmente los argentinos- el pueblo más antiamericano del continente- por el apoyo de Estados Unidos a las dictaduras vía la teoría de Jeanne Kilpatrick- entre una dictadura de derecha  y una de izquierda es preferible la primera- pero no deja de ser asombroso el rechazo del liberador, el modo en que De Gaulle preparó el desfile el día de la liberación dando un papel secundario a los norteamericanos.
Los comunistas durante la guerra fría eran muy afectos a los tratados. Nunca cumplían las cláusulas que tenían por objeto la defensa de ls libertades individuales y cada compromiso culminaba en una nueva caza de disidentes como en Cuba.o la violación de los acuerdos de Helsinky por Vietnam. También multiplicaba los pactos de no agresión y contra la nuclerarización mientras colocaba sus misiles en Cuba. La credulidad occidental sobre la paz soviética no tuvo límites. Todos los acuerdos para reconstruir el mundo de posguerra fueron violados: del de Teherán., 1943, el de Yalta, febrero de 1945, y el de Postdam, agosto de 1945 Y en los tratados de Helsinsky las democracias occidentales reconocieron todos las apropiaciones soviéticas. El principio de la diplomacia es ceder en algo obteniendo algo a cambio. La diplomacia occidental lo único que hizo fue legitimar hechos consumados como la invasión a Afganistán que fue bombardeado por ocho años con todo tipo de armas químicas dejando más de un millón de muertos. La única preocupación de la prensa occidental fue desde el primer día qué harían los norteamericanos

 El primer acto de Obama al entrar a la Casa Blanca fue desplazar el busto de Churchill. Para que se consume el milagro infame ahora sólo le falta poner en su lugar el de Ali Kamenei. Obama hizo suya las banderas del antiamericanismo y el antimperialismo y destruyó el polo de soberanía occidental que habían logrado Bush y Condolezza Rice desde la perspectiva de una guerra de treinta años, decidido a hacer de Estados Unidos un país del tercer mundo. No sólo le soltó la mano a Israel sino que traicionó a sus propios aliados como lo muestra la nota. Irán por un lado y Putin por el otro marcan el ritmo y cada día están más fuertes. Europa carece de dirigentes como Tony Blair o Aznar. Génova ha sido peor que Munich, lo que va a “diluirse” no es el uranio sino lo que alguna vez se llamó “mundo libre”, desinteresado por lo que Nietzche llamó el gobierno del mundo, “no quiere más que ser dejado en paz”, morir creyendo que diciendo la palabra paz ésta se logra mágicamente
El artículo de Bret Sthepens Peor que Munich es excelente y para leer varias veces, ajeno al gran Kindergarten de los ideólogos aunque en estos pagos suena a chino básico, gracias a la escuela Hobsbawm- Ramonet que predomina en la página internacional de Clarín- Marcelo Cantelmi considera a Rohani, títere de Kamenei como “moderado”- y a los filoestafadores antiamericanos que han encontrado satisfacción en el dhimmi Obama a través del cual Estados Unidos delega lo que Nietzche llamaba el gobierno del mundo a la rigolade- “faire la guerre n´est una rigolade”- o la marchanta. Consuma la cultura de la Gran Dimisión. 
La farsa de Génova se basa en una proton seudos o mentira inicial: ¿Cuál es el conflicto de Irán con Israel? No es geopolítico ni de otra índole como podría alegar Siria por el Golan, tiene que desaparecer porque lo quiere Alá. Génova es peor que Munich por su aparente y vergonzante gratuidad. Pero hubo un antes y después de Vietnam, más determinante incluso que el 11/9: hasta entonces como en la guerra de Corea se consideraba que Estados Unidos y las democracias estaban en el campo de la libertad, ahí hubo una inversión del paradigma, no fue el Vietnam comunista el que invadió al Sur sino el imperialismo el que quería someter a un pueblo, gritaron los Chomsky. La intervención de la Universidad, de los hippies y la prensa fue decisiva: las batallas que se ganaban a la mañana se perdían a la noche cuando los medios mostraban a las madres que se arrojaban sobre los ataúdes de sus hijos. Vietnam se dio el lujo de traicionar todos los tratados, incluyendo el de Helsinsky, nadie se molestó y Ho Chi Min comenzó las masacres de civiles. Los filoestafadores- Agambem, Vattimo, Zizec, Badiou- hicieron el trabajo siniestro de retrotraer el mundo a una etapa anterior al 11/9. Nótese el éxito de libros canallescos como El Estado de excepción de Agamben o que se haya tomado en serio al nazimaoismo de Badiou o el respensar el comunismo de Vattimo, que he venido refutando puntualmente desde 2003 contra una historia rescrita incesantemente por los zombis del mundo unidos. 


En Yalta, Roosvelt contaba con su encanto para democratizar a Stalin, pero de pronto este le dijo en voz baja que en un solo día había asesinado a un millón de campesinos. Roosvelt ya se estaba muriendo y no tuvo reacción. También los dirigentes europeos, comenzando por De Gaulle, no tuvieron una idea de lo que era el comunismo, presentad por los intelectuales como algo que superaba a la democracia.

Los marcos mentales y las categorías de la llamada guerra fría todavía no se han sido disipados. Los mitos que coexistieron con ella siguen activos y hacen a los paradigmas de lectura. Simone de Beavouir ante la vista de dos soldados norteamericanos en La fuerza de las cosas le decía a un sorprendido Camus: tuve la impresión de estar de nuevo bajo la ocupación nazi. El recibimiento de ella y de Sartre de Arthur Koetsler, autor del Yogi y el comisario donde narraba hechos desconocidos del infierno comunista no fue para nada agradable. Lo mismo  el ataque a Camus a propósito del Hombre rebelde donde exponía las consecuencias del totalitarismo soviético. Eran los tiempos del falso paralelismo entre las zonas de influencia soviética y norteamericana que se iniciaron en una derrota en los tratados de Yalta. Habría habido paralelismo si Estados Unidos se hubiera anexionado, imponiendo pro cónsules a Francia, Bélgica, Alemania del Oeste, o los Países Bajos. Pero Estados Unidos evacuó todas sus tropas, salvo algunas en Alemania occidental hostilizada por la república democrática alemana controlada por Moscú.
Ni bien terminada la guerra las fuerzas de occidente fueron desmovilizadas pero la Unión Soviética permaneció en pie de guerra. Ante esa amenaza se constituyó la OTAN o Pacto del Atlántico como forma de defender las democracias a pedido de los europeos. Desde la intervención soviética en Alemania oriental pasando por el golpe de Praga- apropiación de Checoslovaquia- en 1948, la Unión Soviética extendió su imperio sobre millones de hombres, desde Alemania Oriental y Polonia por el norte hasta Albania y Bulgaria por el sur. Las democracias, ignorando las represiones soviéticas y bajo el imperio de los Sartre y CIA, comenzaron a aceptar una desigualdad implícita entre los derechos del comunismo y de las mismas democracias pese a que esto suponía el camino a su segura destrucción. Por eso los Koetsler no eran bien recibidos.
Aunque las conquistas soviéticas habían violado todas las normas del derecho internacional desde la misma segunda guerra conquistando Finlandia, Letonia, Lituania y Estonia cada hecho fáctico era luego legitimado por el argumento que esto iba a favor de esos pueblos, pese a que todo derecho y libertad era arrasado, basta leer la declaraciones de la embajada de Lituania a propósito de la celebración en Moscú del fin de la guerra y la violación de las tumbas de comunistas en Estonia, que expresan en este caso el odio que sembraron entre sus habitantes. En Le Monde de 1945 se puede leer: “La hora eslava ha sonado en el reloj de la historia. Sólo los deplorarán y agitarán por ellos los que, conscientemente o no, le hacen el juego a Alemania. Es la Gran Rusia la que ha salvado a los eslavos de la servidumbre o de la destrucción, y es normal que hoy le muestren su gratitud agrupándose bajo su égida.” Obsérvese la inversión de los valores que luego el revisionismo de los Hobswaum convertirá en método: el que se niega a aceptar la lógica del totalitarismo le hace el juego a Alemania- la occidental- le hace el juego a la democracia que hay que destruir. Hay que estar a favor de la Alemania totalitaria que se autodenomina República Democrática Alemana.
Este juego de espejos y reflejos se extiende a lo largo de todo el siglo veinte. Notemos cómo funcionan los nombres donde lo democrático pasa por dictatorial y lo totalitario por democrático. Le Monde, director de la conciencia francesa, en nombre de un fantasmal paneslavismo renacido encubre al comunismo y fuera de todas las naciones antropológicas se ven ahí enrolados los húngaros….El reloj marca el tiempo, las horas y los días en torno al momento final, la hora leninista que se consuma en la toma de cada país por parte del partido único. Pero las dictaduras son sin embargo las democracias. En esta hora hay un anuncio de libros como el Estado de  excepción de Agamben, libro muy celebrado porque reintroduce de contrabando una renovada lógica del antimperialismo al considerar burdamente a las democracias como estados de excepción pero no mencionar la existencia de los estados totalitarios ni de las petromonarquías o dictaduras árabes. Llevando las cosas al extremo: Corea del Sur sería un estado más dictatorial que Corea del Norte por el simple hecho que este dinosaurio criminal comunista no existe. A su vez resuelve el tema de la hostilidad y la guerra actual a que estados unidos luego del 11 de septiembre ha emprendido una cruzada contra un inocente mundo árabe musulmán como si no fuera éste el que lleva a cabo una jihad en los tres continentes: ayer era el comunismo, hoy son los hitlero islamitas que tienen  prácticas semejantes.

La lección de la Historia es que no hay lecciones de la historia. Si algo caracterizó a los totalitarismos fue la violación de los acuerdos, aprovechando las cláusulas favorables.
Bush fue convertido en el Hombre de la Bolsa y Obama en el Melchor de la paz universal al destruir toda forma de soberanía occidental. Cuando Ahmanidejad llamaba a borrar a Israel del mapa, Cantelmi escribía en Clarín en 2006: “Ahjamidejad acierta con su derecho a poseer poder nuclear, pero sus bravatas reaccionarias- reveladoras que no todas las revoluciones son progresistas-. le dan a Bush no sólo un argumento crucial que usará sin conciencia de los límites, sino la posibilidad de un mayor apoyo mundial a la hora de intentar detenerlo. Es la peligrosa tentación de lavar las manchas de Irak en las manos de un enemigo, presuntamente de todos.” Aquí se podría decir que no es Cantelmi el que habla sino esa organización sin límites que llamo estado universitario global que basada en el mito leninista del imperialismo que favorece la dimisión de cualquier intento de soberanía occidental. Ahmanidejad tiene derecho a las armas nucleares, se pasa un poco de revoluciones, pero en el fondo forma parte del eje del Bien, que continúa en correcto tercermundismo a Vietnam. Las técnicas de Mein Kampf, utilizadas por los ayatolas de la muerte, fueron dando resultado: lo que en Ahmanidejad ayer parecía genocida ahora se ha vuelto progresista en Rohami.
Esta irrupción del progresismo en los sesenta se ha vuelto una montaña de clisés y Obama, aliado a los judíos de izquierda antisraelíes es ya un enemigo tácito de Israel, tal es la novedad de Génova, la puesta en escena para una segunda Shoá que apunta no sólo a Israel sino a todos los judíos del mundo que no formen parte del lobby y de paso a minorías armenias, kurdas o budistas.
Lo que Obama hizo con Irán- tratándolo como una superpotencia “moderada” ante la que se debe ceder como si fuera el canciller argentino rifándolas víctimas de la AMIA- es la continuidad de lo que hizo en Egipto y en Siria, abriéndole el camino a los jihadistas que han convertido al Líbano en un lugar donde se resuelve la interna Alquaeda vs Hezbolá.
Obama ha unificado al mundo contra Israel, desde Palestina hasta la Conchinchina y hasta D´Elia puede exclamar: ¿Viste?, ¡hasta el puto Imperio pelea por nosotros! Estados Unidos ahora parece más atento a lo que puede suceder en Asia con el despliegue de China que en Medio Oriente, que abandona a las manos de los enemigos de Israel
Es un error y un horror, pero el modelo Génova 2013 no es una gratuidad total, tiene como objetivo la dhimimsación del planeta: se trata que los progres del mundo y sus zombi intelectuales puedan arrullarse en su buena conciencia sea cual fuere el precio que haya que pagar ante el incremento de la nuclearización por parte de los que no conocen el sueño y son especialistas en pesadillas.




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