miércoles, 25 de marzo de 2015

En torno al 24 de marzo: blanco y el negro en los derechos humanos. Por Luis Thonis.

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Estela de Carlotto y Nora Cortiñas hablan distintas lenguas.

Estela de Carlotto y Nora Cortiñas tratan de un tópico común pero hablan distintas lenguas. El mundo para Estela de Carlotto es el blanco y el negro convertidos en naturaleza. En el cierre de la jornada del 24 de marzo anunció que iban a enjuiciar a los civiles que fueron cómplices del terrorismo de estado. No tiene que ir lejos: ahí tiene al capo de la UOCRA, Gerardo Martínez y niño mimado de CFK, que ofició en el Batallón 601 y al que se responsabiliza de más de cien desapariciones y hoy hace la vista gorda ante las condiciones de esclavitud denunciadas por los trabajadores que hacen los chinos en Neuquén que violan el pacto de San José de Costa Rica como panchos en patio de su casa.  Ahí tiene los comentarios en los medios deportivos que hizo Víctor Hugo Morales respondiendo a quienes criticaban a los militares que organizaban el Mundial de 1978: "Pero el gobierno argentino no mató a nadie para organizar el campeonato. Nadie puso oscuras bombas en oscuros rincones para organizar el torneo al que para colmo llama El Mundial de las sonrisa. Al lado nomás se torturaba y asesinaba gente con total claridad como sabe bien Carlotto. Pero sonríe con Víctor Hugo porque los fiscales de la Cámara Federal han desechado la denuncia- todavía quedan dos instancias- de Nisman contra CFK, vaya a saber usted por qué lo asesinaron si era una fantochada. Y tiene a la misma CFK que en plena dictadura militar declaró que en Santa Cruz había “estado de derecho” con todas las letras. Carlotto hace poco calificó a Néstor Kirchner como “perseguido político” pese a que comenzó a volverse ricachón en Santa Cruz en migas con los militares. 
A Carlotto le encantan los prontuarios: si investiga descubrirá a periodistas oficiales que ayer le escribían editoriales a Massera. ¿Y montoneros no tuvo nada que ver con el golpe de estado contra un gobierno al que se sigue pensando como una democracia ejemplar cuando en ella estaban López Rega, Lastiri, Isabelita y Luder y con la Triple A dio los primeros pasos hacia el terrorismo de estado? 
La gran mentira es que antes del golpe existía un gobierno popular pujante. Reinaba la anarquía, el caos económico por la hiperinflación y un vacío de poder mientras la sangre corría por los asesinatos políticos y los atentados que hizo que el jerarca cegetista de las 62 Organizaciones, Casildo Herrera se fugara al Uruguay el 23 de marzo dejando su célebre frase: “yo me borro”, para luego exiliarse en la embajada de México. En cuanto a la oposición, su líder, Ricardo Balbín de la UCR, 48 horas antes del golpe afirmaba. “Hay soluciones, pero yo no las tengo” que fueron tomadas como un llamado a que intervengan los militares. Nadie sabía que pito tocar. La devastación cívica, económica e institucional del peronismo de 1973 `provocó esas situaciones hoy silenciadas en tres años donde no hubo “neoliberales” que culpar y todo terminó explotándole en las manos. Luego Martínez de Hoz que pese a sus declaraciones de liberal mantuvo las empresas del estado en manos de los militares, los acuerdos de precios y el estatismo monetario al mismo tiempo que abría el mercado a las exportaciones con el dólar atrasado, y aportó su famosa tabla de devaluación que el actual gobierno practica mediante el impuesto inflacionario y los default se volvieron seriales a través de sucesivos populismos sin que el país pudiera todavía tener una moneda sólida: todo culmina en una demanda desesperada de dólares. 
Los otros países de la región- a excepción de Venezuela- sortearon el agujero negro setentista y reciben inversiones genuinas sin tener que hacer tratados humillantes con Irán o con China. De esto no tienen la culpa los yanquis sino nuestro capitalismo mafioso. Los ideólogos oficiales no hablarán de todo esto porque son sus amigos. No hubo ningún gran plan para destruir un eficiente sistema productivo como se repite hasta el hartazgo. Se había autodestruido solo a la soviética- la política de Gelbard lo fue- y todavía sigue siendo parasitario y subsidiado por el campo. Los objetivos seleccionados de Carlotto son Clarin y la supuesta “corporación judicial” que no ha puesto obstáculos a que se juzgue a los militares que siguen compareciendo en los tribunales: el asunto es que puede llegar a juzgar a funcionarios del gobierno y Carlotto le da una mano para encubrirlos.
Es cierto que Clarín como todos los medios apoyó la dictadura aunque menos que el diario que publicaba el ahora al Ministro de relaciones exteriores Héctor Timerman, orgulloso todavía del Memorándum, que era directamente pro videlista. Son errores de juventud, de acuerdo, pero a otro no les serían permitidos y las tapas de sus diarios aparecerían día y noche en las repetidoras oficialistas. Ahora acusa al fiscal Gerardo Pollicita de hacer “lo que hizo la dictadura, obligar a la persona acusada a tener que demostrar que es inocente”. A declaración de partes, relevo de pruebas.
Mientras duró el romance de Clarín con los K, Carlotto fue una estrella que asistía a las fiestas del diario y nunca mostró sombra de indignación como la mayoría de los periodistas ahora oficiales que vienen de ahí. Tiene la sangre en el ojo: trató como entenados a los hijos de Noble y fracasó olímpicamente tratando de probar que eran hijos de desaparecidos. Lo único que faltó es que le inyectara el ADN que andaba buscando. Nunca se disculpó. Su ataque a Clarín comenzó cuando el diario comenzó a criticar a los K. Ahora Clarín ya se ajustó a la ley de medios: lo que se quiere es silenciarlo. Que nadie hable de las diez mansiones de las que se ufana la senadora Beatriz Rojkés de Alperovicih mientras insulta a los inundados o de las muchas muertes de los niños por desnutrición en las provincias del norte o que se los use como mulas para el narcotráfico como denuncia la monja Pelloni.
Hizo lo mismo con Bergoglio cuando fue nombrado Papa y que cayó como un balde de agua fría en el botox de CFK que dio la orden de ataque y Juan “correctivo” Cabandié tuiteó el 13 de junio de 2010: "Iglesia inquisidora! Bergoglio el jefe de la banda" y Horacio Verbitsky calificó el nombramiento como "una vergüenza para Argentina y Sudamérica". Y al otro día Página 12, tituló su tapa con un ¡Dios mío!, y aseguró su complicidad con la dictadura militar.
Carlotto se sumó a todo el espectro K en un repudio unánime a Bergoglio. Pero cuando advirtieron que la sociedad no creía ni tomaba en serio en eso giraron ciento ochenta grados en su política y borraron tuits declaraciones y notas de manera patética y vergonzante. Así reescriben continuamente la historia.
Lo que prueba que el papel de Bergoglio durante la dictadura les interesaba un comino sino el rédito político que podía darles tenerlo de su lado. Lo mismo pasa con Gerardo Martínez, Timerman o empresarios que de un día para otro pueden pasar del cielo al infierno. CFK, Bonafini como Carlotto se convirtieron repentinamente en devotas de Francisco al que odiaban por haber denunciado varias veces la corrupción vigente. Ahora se lo ve escéptico con la política y tal vez desconcertado. Esto ilustra hasta que punto son hipócritas, miserables y capaces de todo.
Carlotto también la emprendió contra lo que llama “la corporación judicial”, el último límite que ha encontrado el poder ejecutivo para absolutizarse en dictadura. Quiere una justicia de jueces como Oyarbide para perseguir mediante sus selectivos “derechos humanos” a lo que le caiga mal a esta banda de ladrones convertida en casta. Pasa lo mismo con los empresarios: los casos millonarios, sospechados de enriquecimiento ilícito de CFK, los Cristóbal López y los Lázaro Báez no existen, sólo apunta a empresarios que no son santos pero no hicieron la de Manzano, símbolo de la corrupción de los noventa para Verbitsky, hoy clonado en nacional y popular. Para los K todo lo que no es su propiedad es potencialmente delictivo. Quieren todo y por todo siguen yendo hacia ese espejismo como bestias de choque.
En la otra plaza, la no oficialista, Nora Cortiñas que hace poco criticó a CFK con dureza por decir que “la vida es así, hay alegrías y tristezas” para banalizar la tragedia de Plaza Once- fruto evidente de la corrupción- como diciendo jódanse, dijo, en contrastre con Carlotto, que la presencia de Milani en el gobierno es una regresión y que "comparezca en la causa" por la desaparición de su hijo Gustavo”. Pidió que se lo separe de su cargo, mientras es investigado por su supuesta participación en delitos de lesa humanidad y concentrarse “en el caso Ledo porque ahí hay testigos", y añadió que "el Gobierno tiene que tomar medidas serias porque las pruebas que se presentan son de mucha contundencia”. Y remató: “Milani es el militar con mayor poder en la Argentina en los últimos treinta años. Se ha quedado, no solamente con la inteligencia militar, sino que tiene una fuerte injerencia para manejar la Secretaría de Inteligencia de la Nación”.
Y en cuanto a derechos humanos advirtió al próximo gobierno que “si quiere borrar lo que se hizo, estaremos en la calle”. Fue un mensaje para Massa y Macri: no hay que terminar con los derechos humanos- si es que quisieron decir eso- sino transparentarlos más, evitando casos como el bochornoso de Sueños compartidos. Sería de golpe y porrazo volverlo todo negro y violar de entrada la constitución. Las declaraciones de Laura Alonso no fueron en ese sentido. Nora Cortiñas hace pensar en la posibilidad de una izquierda que no sea estanilista y es necesaria a la democracia tanto como una derecha que no sea fascista.
No hay que buscar el perdón- sólo las víctimas pueden perdonar- de crímenes imprescriptibles o reconcilaciones por decreto sino el reconocimiento de la existencia del otro como hizo Cortiñas al introducir la tragedia de Plaza Once en el el campo de los derechos humanos actuales. Negar la existencia de otras víctimas es algo que se paga en lo simbólico. Cortiñas no habla la lengua de estado y contrasta con el blanco y el negro de Estela de Carlotto que como los ideólogos oficiales alienan los derechos humanos a las manipulaciones del Estado cuando surgieron como límite a sus avances.
Pasolini calificó a Fidel Castro de fascista cuando justificó la invasión soviética a Checoslovaquia. Carlotto no leyó a Pasolini y desfiló en La Habana suspirando ante el dictador que nunca violó “derechos humanos” y atacó duramente pidiéndole que se calle a Hilda Molina que fue patoteada en la Feria del Libro por hacer críticas a la represión del régimen cubano. Estos detalles son capitales y suelen ser pasados por alto. Para ella todo es blanco o negro y punto. Estela de Carlotto ha tirado por la borda su trayectoria anterior que la había vuelto en alguien encomiable y una suerte de abuela de todos para aparecer como el lobo disfrazado de cordero. Hasta podría decirse que fue una víctima más de la manipulación y vaciamiento de las vidas que hicieron los santacruceños al tranformarlos en sus títeres y erradicarles todo asomo de dignidad. No tuvo la fuerza para resistir las tentaciones del poder de Nora Cortiñas que en un reportaje de 2001 anticipó lo que iba a suceder describiendo su diferencia con Bonafini.
Carlotto sueña con futuros derechos humanos privatizados y propiedad exclusiva del Poder Ejecutivo y que puedan funcionar de modo patrimonial sin control ni objeciones de otros poderes como la obra pública, el avión Tango convertido en privado y el abuso que hace CFK de la cadena nacional que viola la propia ley de medios. Si esto no es fascismo se le parece bastante



La reescritura de la historia oficial y el mito del guerrillero heroico

“Querida: en los Evangelios está escrito: sed astutos como serpientes y cándidos como palomas”.
Saverio el cruel, Roberto Arlt


La sociedad argentina siempre me pareció una tropa anárquica en busca de su general: alguien que la ordene y le diga cuál es el enemigo que en última instancia es ella misma. La moraleja es que nunca aparece el general buscado y Perón resurge siempre vivo en la galería de galones oxidados. En aquel gris 24 de marzo salimos a resistir el golpe de estado. Era algo muy loco, ridículo, porque no había ningún consenso: la única voz que se opuso fue la de Alvaro Alsogaray: pensaba que eso convertiría en héroes a los responsables del caos que se fugaban. La sociedad buscaba a un nuevo Lanusse que pusiera fin a la cadena de asesinatos entre facciones pero apareció Videla. No fui por motivos políticos sino más bien románticos: tenía una amiga que militaba en el maoísmo y no quería que le pasara nada. Me asombró que fueran sin armas. En su delirio, basado en la teoría de la contradicción de Mao, el PCR postulaba que el gobierno de Isabelita representaba a la fase de la revolución nacional. Los “chinos” decían no ser estanilistas pero en una reunión vi en la biblioteca el libro de Cabrera Infante, La Habana para un infante difunto y lo elogié. “Es un gusano”, me respondieron, con las mismas palabras que usaban los castristas. Las huestes de la Misión Ivanisevich – ministro del primer peronismo y supuesto autor de la marchita- habían entrado en la Facultad y arrojado del techo del edificio a la que llamaban La Truca, una chica de trenzas y de anteojos del PCR. Pero igual los maoístas defendían a Isabelita: dialéctica obliga.
Fuimos hacia Plaza Once, de un camión celular bajó un tipo con una Itaka- y tal como me habían instruido en el ejército- disparó al pecho de un manifestante. En esa época los militantes- dije los militantes, no las direcciones- no sólo no temían sino que desafiaban las balas. Ahí se terminó todo. El consenso era tal que los tanques paraban en los semáforos. Es falso que el terrorismo de estado haya comenzado en la foto congelada de marzo de 1976. Hubo una sangrienta guerra interperonista que venía de antes- la larga serie de asesinato de una larga serie de sindicalistas a partir de Vandor que fecundaron una alianza entre Perón y montoneros- pero que entró en una nueva fase a partir de la masacre de Ezeiza donde abundó el asesinato político entre la Triple A de Perón y López Rega y los montoneros de Firmenich que pensaban que el golpe de estado agudizaría las contradicciones. Es falsa la imagen que se quiere dar: que había un gobierno democrático y un día los militares se levantaron de mal humor para imponer un plan que destruyera el “exitoso” gobierno popular ya que reinaba el caos. Tan falsa como que los montoneros lucharon por una democracia. Ya había nacido la patria contratista en 1974- la ley Barra que permite sobreprecios indefinidos en la obra pública- y se estaban viviendo los efectos de la primera hiperinflación del Rodrigazo por obra de Gelbard, algo que ni Gómez Morales pudo evitar como en la década del cincuenta. La dictadura completó a la patria contratista y la inflación se tornó estructural con el estatismo monetario creando una madeja que ningún gobierno posterior pudo desenredar en una involución que ha continuado, sólo interrumpida por etapas de ilusoria prosperidad: el default y las nuevas franjas de pobreza son el destino final de cada etapa. La dictadura militar sistematizó el terrorismo de estado como fase superior al asesinato político con las torturas y desapariciones.
En marzo de 2012 escribí Minimalismo y miserabilismo en los derechos humanos donde recuerdo las palabras de Pepe Eliaschev sobre el 24 de marzo: “Recordar con el 24 de marzo como una efeméride es un emblema de la espesa confusión nacional, equivalente a que España convirtiera en feriado el “alzamiento” de Franco el 18 de julio de 1936, que Italia recordara como fecha nacional el nacimiento del primer Fascio di Combattimento en Milán, el 23 de marzo de 1919, o que Francia conmemorara con asueto el 24 de junio de 1940, cuando Hitler entró al París ocupado por los alemanes”.
El minimalismo y el miserabilismo transformaron al 24 de marzo en un nombre indistinto y se fueron acentuando. Hoy mediante el crimen de Nisman se ha vuelto al asesinato político que combina un crimen estilo Triple A- que acusaban a otros de su autoría- con el festejo de los montoneros que se vanagloriaban de los asesinatos, por ejemplo, de haber acribillado a un Mor Roig- no se sabe por qué- por lo cual hicieron una gran celebración en la Facultad de Filosofía y Letras por tanta valentía y sin violar “derechos humanos”. Los oficios de montoneros como soldados de Massera también han sido borrados de la historia.
Los K lograron algo que parecía imposible: que se retorne por el túnel del tiempo al paradigma de los setenta y la época más siniestra de la historia argentina. Los militares tuvieron colaboracionistas pero no generaron cultura alguna. Fue la cultura progre que se inició en el exilio y la Feria del libro- castrista y utopista, tal como la narra Carlos Brocato en El exilio es nuestro- la que generó a los K que la tomaron como bandera para dividir a la sociedad de un modo que parece irreconciliable: cada uno que tuvo víctimas o lo fue no pudo dar un paso para solidarizarse con las del bando contrario, a veces totalmente inocentes como Paula Lambruschini y tantos otros que al haber sido víctimas de la guerrilla simplemente no existen. Aquí hay un núcleo de negacionismo que a la larga se volverá devastador.La cultura progre opuso a Castro a los militares aunque fue su cómplice hasta el último minuto. La sociedad quiso siempre un Fidel Castro pero fueron apareciendo Videla, después Galtieri y ahora Milani sin que se reconozca que todos han tenido la bendición del cubano- recuérdese el abrazo final con Costa Méndez al final de Malvinas- y todavía se practique la ignorancia voluntaria para decir con todas las letras quiénes fueron Perón o el Che, alguien que sólo supo torturar y fusilar personas o enviarlas al suicidio. 

Los Rozitchner crearon el mito del guerrillero heroico como si todos los asesinados hubieran participado en la lucha armada, algo que comenzó ya en el exilio. Cada personaje en el revisionismo oficial- que contamina la oposición- aparece como lo contrario de lo que fue: Rodolfo Walsh al hacer la crónica de Masseti estilo guerrillero heroico de la guerrila que organizó con el Che en Orán, Salta, contra la “dictadura” de Illia omite y encubre los fusilamientos que hizo de los dos pibes que luego motivaron la carta de Oscar Del Barco y aparece grotescamente como adalid de la libertad de expresión.
Luis Espinal, jesuita español que fue un militante en Bolivia y que en 1980 fue torturado y asesinado, escribió en su revista Aquí, una critica al mito del guerrillero heroico: “El mártir es un personaje vistoso, demasiado emotivo, es el último refugio para los “héroes” revolucionarios, sobre todo si proceden de la pequeña burguesía”.
El mártir es demasiado vistoso y los personajes vistosos no sirven para el socialismo: piensan demasiado en sí mismos. El mártir es el último aventurero, en otro siglo, pudo haber sido un pirata o un negrero.”
“El mártir es un masoquista, si no puede vencer en el triunfo, procura sobresalir en la derrota. Por esto, le gusta ser incomprendido y perseguido. Necesita el torturador . e inconscientemente lo crea”
“¿El mártir no será un flojo? No tiene constancia para vivir revolucionariamente, por eso quiere morir, en espera de convertirse en personaje de vitrina. Porque el mártir tiene algo de figurón y de torero”
“El grupo político desplazado tiende a la mística del martirio: procura sublimar la derrota.”
“En cambio, el pueblo no tiene vocación de mártir. Cuando el pueblo cae en el combate, lo hace sencillamente, cae sin poses, no espera convertirse en estatua”
La tropa nunca encuentra al general que busca pero tampoco al político. El PJ en 1983, prometiá que de ganar iba a respetar a rajatabla la autoamnistía decretada por los militares antes de dejar el poder que los K apoyaron. Alfonsín les respondió creando la CONADEP. No se los vio ni a Kirchner ni a la abogada exitosa porque las castañas estaban en el fuego. Los medios y la sociedad en conjunto se negaron a ver sistemáticamente quiénes eran los Kirchner y los que hicieron críticas fueron silenciados. En un giro alucinante de la historia, Néstor Kirchner, que como recuerda Julio Bárbaro fuera informante de la dictadura pasó a convertirse en el caudillo de los derechos humanos con la furia de los conversos y tuvo la desfachatez de decir que nadie había hecho nada por los derechos humanos en veinta años cuando varios se jugaron la cabeza. Los mismos que integraron la CONADEP fueron acusados, incluyendo al valiente Julio César Strassera y se cambió el prólogo del Nunca Más. La farsa estaba montada. Fue una de las canalladas más grandes de las que tenga memoria. No importó su complicidad con los militares, que hubieran desaparecido los fondos se Santa Cruz- no es poco dinero- o que nunca hubieran recibido a los organismos de derechos humanos o que manejaran la prensa y la justicia y la obra pública de la provincia. Los intelectuales que ahora se escandalizan del frankestein que contribuyeron a crear suspiraban al ver reaparecer un discurso de corte tercermundista liderado por el chavismo paleolítico. Los derechos humanos, en manos de los K-que en su momento apoyaron la autoamnistía de Luder para sus amigos militares- fueron transformados en el fenomenal negocio de tráfico de influencias y robo de fondos públicos desbocados que describe Luis Gasulla. Sergio Schoklender no hubiese podido transformarse en lo que llegó a ser sin la complicidad del poder ejecutivo y el judicial que fueron archivando las denuncias sin importar cómo se usaba el dinero del “Juicio y castigo” y sirvieron como paraguas moral de una estructura de megacorrupción. La apropiación de los derechos humanos por el poder K constituyó a la sociedad en prisioneros que se autocapturan: cualquiera que hiciera críticas era asociado a una dictadura de tres décadas atrás y demonizado por los medios oficialistas mientras que se hacía del Estado un patrimonio propio. Esta alianza entre los ladrones santacruceños y los derechos humanos no es ajena a la complicidad con los crímenes de Maduro, al pacto con Irán y a los países o las organizaciones criminales que los violan sistemáticamente. El antisemitismo es la inevitable consecuencia de una suma sin resto de negaciones.
Los ideólogos sesentistas que enviaron a la muerte a una generación cuando no había posibilidad de salir vivo, que siguieron insistiendo durante todos los ochenta hasta que se produjo La Tablada, luego de lo cual lejos de ocuparse de las ejecuciones extrajudiciales que hubo se fueron a enseñar a Guevara a las universidades yanquis y nunca se hicieron cargo de nada ahora legitiman la megacorrupción y las violaciones de derechos humanos del gobierno popular representadas por los Alperovich y los Insfrán cuyo clientelismo político se parece demasiado a la esclavitud.
Captaron unas seis generaciones ahora con los bolsillos llenos y van por otra con el tono petrificado y de una campante e hipócrita superioridad moral. Siempre soñaron por un estado que mate por ellos y lloraron desde un discurso victimizante. Ahora lloran porque el crimen de Nisman les arruinó el verano…celebran como lo hacían los montoneros pero lamentan no poder volver a matarlo.
A diferencia de países que pasaron por lo mismo no sea ha aprendido absolutamente nada, salvo a tergiversar las verdades más evidentes y hoy se repite la misma hipótesis de la dictadura militar: la Argentina es un país maravilloso, aliado a Venezuela e Irán y amenazado por Estados Unidos, mientras se les regala una provincia a los chinos para seguir financiando al discurso del antimperialismo

El 24 de marzo debería ser un día como todos donde la bandera flamee a media asta. Un día de duelo y verguenza colectiva donde no hay nada que festejar. La Argentina ha tocado fondo luego del asesinato de Nisman. No sólo por el hecho sino cómo se lo trató y cómo se lo sigue difamando y vilipendiando con la consigna de que se merecía lo que le pasó.. La imagen de esos encapuchados participando de ese día con los símbolos de los nazislamitas que atentaron dos veces contra la Argentina concentra cientos de negaciones. Me dirán que son una minoría pero la figura vale como alegoría de un estado siniestro de cosas. No puedo imaginar mayor insulto a las víctimas que este obseno carnaval de un día indistinto que se parece al cuento de un idiota, lleno de sonido y furia, sin significado.




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