Venezuela: Dibujos adoctrinadores sin papel higiénico ni biberones
Las noticias que desde Venezuela saltan
al mundo retratan un panorama que desde fuera pudiera parecer cómico. La
escasez de papel higiénico, un punto más en el que el país gobernado
por Maduro se parece a la Cuba de los Castro, ya dio lugar a episodios
auténticamente esperpénticos. El sucesor de Chávez no dudó en acusar a
la oposición de acaparar dicho producto,
como si Capriles pensara que ganaría el apoyo de más ciudadanos por
forzarles a tener la retaguardia sucia o irritada. Después, un alto
cargo del régimen bolivariano dijo sin pudor alguno que el motivo de que
faltara el ansiado bien es que sus conciudadanos comen mucho.
Traducido a román paladino, que si no había papel higiénico era porque
los venezolanos defecan mucho. Curiosa excusa esa de llamar “cagón” a
todo un pueblo.
El esperpento se completó desde Bolivia, cuando el Gobierno de Evo Morales anunció que enviaría grandes cantidades de ese producto a Venezuela. Si la ONU creó el programa Petróleo por alimentos –que produjo mucha corrupción– para el Irak de Sadam Hussein, tal vez estemos ante otro llamado Petróleo por papel higiénico.
Lástima que no tengan en Venezuela el Granma cubano.
Dicho periódico es el sustituto del papel higiénico en la martirizada
isla controlada por los Castro. Y lo es hasta tal punto que los cubanos
pagan el mismo precio por uno del día que por uno de jornadas pasadas,
puesto que “sirven para lo mismo”.
Pero con papel higiénico o sin él, el
absurdo no queda ahí. Una deposición que no se limpia con ese producto,
puesto que es mental, se tradujo en la idea de crear y emitir por
televisión una serie de dibujos animados llamada Chávez nuestro que estás en los cielos.
El protagonista no es otro que ese que supuestamente se le presentaba a
Maduro en forma de pajarito, que conversa en el cielo con diversos
personajes. Que alguno de ellos pudiera entrar en el paraíso celestial
es más que dudoso. Si se lo permitieran, el resultado sería nefasto.
Néstor Kirchner seguramente robaría hasta las arpas con las que los
ángeles tocan alrededor de Dios y Che Guevara fusilaría hasta al
Arcángel San Gabriel. Claro que, bien pensado, Chávez expropiaría
incluso las llaves de San Pedro.
Y para completar el esperpento bolivariano, el Ejecutivo de Caracas ha declarado la guerra al biberón –no
se debe a que fuera costumbre venezolana limpiarlo con un papel
higiénico que escasea–. No contento con prohibir la publicidad de dicho
producto, el chavismo pretende imponer fuertes multas a las madres que
no amamanten a sus bebés. Menos mal que contemplan excepciones. Una
diputada oficialista dijo en televisión: ”Hay excepciones, porque hay
mujeres cuando están enfermas o en casos excepcionales que tienen que
tener tetero”. Al menos no han prohibido que las mujeres tengan
problemas de salud. Aunque a este ritmo cualquier día las multan si
sufren una gripe.
Al margen de las bromas o el tono jocoso
con el que se pueda comentar todo lo anterior, en realidad se trata de
algo muy serio. De hecho, es terriblemente grave. Si hay problemas de
abastecimiento de papel higiénico es debido a que el socialismo impuesto
por el chavismo conduce de forma inexorable a la escasez de los
productos más básicos, como saben los millones de personas que vivieron
en la Europa comunista o los cubanos para los que la cartilla de
racionamiento ha sido durante décadas un recordatorio diario del régimen
bajo el que viven.
Y, como siguiendo un manual soviético,
se utiliza cualquier cosa para señalar a los supuestos enemigos del
pueblo y destacar inexistentes logros del régimen. Y para eso sirve
incluso un descarado fracaso como la incapacidad para que haya en los
supermercados un producto tan básico como el papel higiénico: se culpa a
Capriles al tiempo que se presume de que los venezolanos tienen
alimentos en abundancia.
Los dibujos animados son un asunto de
una gravedad aún mayor. Se trata, ni más ni menos de una burda
estrategia de adoctrinamiento de los ciudadanos desde su infancia. Se
ofrece un producto atractivo para los niños en el que se lanzan
consignas ideológicas totalitarias para amoldar su mente a los deseos de
los gobernantes desde las edades más tempranas. De paso, si se convence
a algún adulto, mejor. Es de sobra sabido que para que la propaganda
sea efectiva, los mensajes han de ser comprensibles hasta para el menos
inteligente de los destinatarios.
En cuanto a la prohibición de los
biberones, es un paso posiblemente sin precedentes en la estrategia de
todo sistema totalitario consistente en pretender inmiscuir y dirigir
hasta los tratos personales de los ciudadanos. Se inmiscuye en la
relación más íntima que puede existir entre dos seres humanos, la que se
da entre una madre y su hijo lactante.
Definitivamente, Maduro ha acelerado el
proceso para la construcción de un Estado totalitario en Venezuela que
comenzó Hugo Chávez
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