martes, 18 de febrero de 2014

Israel y el hombre ilimitado. Por Luis Thonis




 “Los árabes pueden perder muchas guerras; Israel precisa perder una sola para   desaparecer del mapa” Ben Gurion


“Todo hombre que no haga sacrificios al culto de los ídolos será llamado judío”. El Talmud.



Hermann Broch afirmó que “el peor crimen de Europa es la indiferencia”, algo que en referencia al antisemitismo tuvo la forma de un “problema” que inventa a sus precursores. Para Jean Claude Milner esta historia reaparece en otra clave. Ha escrito un libro del que nadie parece haberse enterado, Les penchantes criminels de l’ Europe democratique ([1]), donde el nombre judío como universal singular afecta simultáneamente a la idolatría de los estados –nación ([2]) y a una globalización supuestamente homogénea: Israel es en ese sentido el único que no parece tener derecho a la existencia.
Mi lectura de este libro polémico concierne a una historia donde se cruzan una máquina de hacer creer con una máquina de matar donde el nombre judío tiene el lugar de un contratiempo sin solución que alcanza al siglo XXI. ([3])
Al final de la Segunda Guerra Mundial, los sionistas intentaron volverse europeos, evocando a Theodor Herlz, que a partir del caso Dreyfus habló de la necesidad de un Estado, es decir, de tener fronteras. Europa contribuye a su fundación en el mismo momento en que se constituye, luego de 1945, la Comunidad Europea y cada vez más tiende a identificar la globalización con la utopía de un mundo sin fronteras pese a la existencia de estados como Corea del Norte que dispone armas nucleares que pueden borrar en un parpadeo a Seul y a Kiotto, o de Irán, que, tres años después de escrito el libro de Milner, acentúa el procesamiento de uranio con el objetivo de poseer una bomba para, como declaró su presidente, borrar a Israel del mapa.([4])

Cabe examinar el lugar del nombre judío en las décadas de 1920-1930. En La Europa Suicida( [5]) León Poliakov recorre a través de citas de escritores los anatemas de quienes se muestran menos preocupados por el posible rearme de Alemania que en sumarse a la alucinación colectiva acerca de una conspiración judía internacional. La peste puede ser comunista - los “judeos bolcheviques” - o norteamericana en cuanto se argumenta que el capitalismo financiero está dirigido por un sacerdote judío, que reside en “ el Vaticano de Nueva York”, en la plutocracia judía de Wall Street según escribe Hugo Wats en el Gran Kahal([6]), libro donde cuenta cómo los judíos a través de sus mujeres se introducen en las familias patricias argentinas con el objetivo del ascenso social y al mismo tiempo destruyen la tradición católica : prosiguen la misión de Judas por otros medios.
Se les atribuye haber traído la peste a Europa por parte de la derecha y la izquierda. La Action Francaise y L’ Humanité( 24/ 12/1920) ven venir la “enfermedad Número 9” a París desde judíos inmigrados de Rusia o de Polonia. Hasta el bastión del civismo francés, la Revue de Deux Mondes, trata de los odios anticristianos de los judíos.
En la década del treinta la situación se vuelve más dura y como lo ha analizado Henry Meschonnic([7]) hay una estrecha solidaridad entre el tema antisemita y el rechazo creciente de las democracias.

Se tiene a los judíos por beneficiarios de la industrialización y la ciencia de la que se apropian mediante oscuras conspiraciones. Son culpables hasta de la gripe. Mediocres provocadores y escritores notables se purgan parafraseando el libelo de Maurice Joly, los Protocolos de los sabios de Sion , que habla de una conspiración mundial que sirve al antisemitismo para justificar sus prácticas. Hitler lo explota al extremo. Salvo Churchill, los dirigentes europeos se repiten que “Hitler quiere la paz”,
Littton Strachey aboga no sólo por ésta sino por la supresión del ejército inglés, las manifestaciones gritan “mejor Hitler que Blum ” y se va conformando el espíritu derrotista de Munich que Chamberlain en 1938 resume a través del “ Try, try, and try again”, dejando de lado el interrogante de si la paz no supone de que hay cosas peores que la guerra - Auschwitz - algo que Karl Kraus enuncia cuando dice  de Hitler no se me ocurre nada, es decir, piensa que hay que dejar de “interpretarlo” y se prepara para un combate que de ocurrir antes lo hubiese detenido a tiempo.

El pacifismo se le “ocurren” muchas cosas y niega hasta el ridículo la inminencia de un Hitler armado hasta los dientes y que gran parte de la clase obrera alemana lo apoye desconcierta ([8]). Las ilusiones, lejos de ser meros argumentos falsos, refutables desde la lógica, son el combustible de las máquinas de hacer creer que confunden el anhelo de paz que sigue a la carnicería de la Gran Guerra con la negativa de reconocer y detener a tiempo el desencadenamiento letal de la Segunda.
Hitler quiere la paz, es capaz de conmoverse; en el fondo, es inofensivo: con esta posición la vieja Europa, ayer, le creyó más a un Chamberlain que a Churchill ([9]). Hoy acaricia un sueño de  plenitud y se siente como civilización acreedora de las prometedoras figuras de lo ilimitado, entre ellas, el bienestar y la paz que se hacen presentes con sólo anhelarlos.
La selva, sin embargo, existe y está dentro y fuera de la ciudad.

En agosto de 2003, la opinión pública mundial logra que se posponga la lapidación de Amina Lawa, condenada por adulterio  en Katsina, un estado del norte de Nigeria donde rige la ley de la Sharía y en febrero de 2005 en Alemania, Hatin Suruco, una joven berlinesa de origen turco, 23 años de edad, recibe tres balazos de sus propios familiares por adoptar formas de vida occidental. La lapidación de mujeres en países islámicos ocurre “afuera”, en Nigeria, que tiene una constitución republicana desde 1998 y ha adhiere al estado de derecho pero que es amenazada por fundamentalistas internos y externos  El dicho “pueblo chico, infierno grande” rige hoy a nivel planetario.
El asesinato de la joven berlinesa acontece en el barrio de Templetot donde se desconocen los hechos de sangre: el afuera ha entrado en el adentro y los fanáticos experimentan su identidad amenazada por las figuras de la modernidad  y pueden pasar desde el crimen ritual a los mega - atentados.Recordemos las declaraciones poco simpáticas del médico egipcio Ayman Al Zawuahiri, considerado el número dos de la multinacional terrorista Al -Quaeda, en un audio emitido en mayo de 2003 y difundido en diversos medios periodísticos, donde llamaba a continuar la Jihad del 11 de septiembre: “Los cruzados y los judíos entienden sólo el lenguaje de la muerte y de la sangre. Solo pueden ser convencidos a través de ataúdes, torres en llamas y economías devastadas.” ([10])
El mundo occidental traduce estos dichos a una “guerra de civilizaciones” de tipo cultural en tanto los profetas de la Gran Jihad planetaria apuntan no sólo contra  la alianza “cruzado - sionista” sino también contra los musulmanes moderados, considerados apóstatas.
El cineasta Theo Van Gogh fue asesinado por haber hecho un film sobre el trato que reciben las mujeres musulmanas - la autora del texto, holandesa de origen somalí, Ayaan Hirsi Ali, tuvo que refugiarse en EEUU - y se llama a asesinar a los que hicieron caricaturas de Mahoma. Esto nada tiene que ver con la lucha de opresores ricos contra oprimidos pobres, tranquilizante lectura en la que coinciden teocracias que hambrean a sus pueblos y un tercermundismo que apoyó las peores dictaduras del siglo veinte( [11] ). El tercermunismo es una ideología europea como ha mostrado Eric Marty ([12]), que se genera del fracaso de la universalidad francesa cuando la revolución culmina en Napoleón. En esta concepción todas las personas son como nosotros, es decir, se plantea como una Naturaleza administrada por intelectuales, “expertos” en la Humanidad. Israel no se fusiona ni reduce a esta simplificación. Es un pueblo multiracial, formado por negros, orientales, eslavos, etc, y un Estado - el único en el mundo cuya existencia es discutida - donde desde su fundación los árabes gozaron de todos los derechos (el parlamento incluido) y nunca fue capital de ningún imperio. Luego del fracaso político del tercermudismo en tres continentes se ha acentuado la representación de Israel como prolongación o marioneta del imperialismo norteamericano. El universalismo francés es antagónico al universalismo judío porque, escribe Marty, el ideal sionista es la única utopía del siglo XX que ha tenido éxito “sin producir un monstruo como el homo sovieticus o el hombre ario  y no es simplemente con un porvenir demiúgico que lo ha compuesto sino con el hombre originario que había en ellos: el hebreo.”

Habría que decir que la Asamblea General de 1791 otorgó la emancipación cívica y política a los judíos que Napoleón extendió a sus territorios conquistados, suprimidos nuevamente en Alemania por el edicto del 4 de mayo de 1816, criticado por la prensa liberal. No pocos se preguntaron cómo en la Francia laica y republicana, la de la revolución liberal del 48 o la rebelde de la Comuna de París en 1871, la de las asociaciones obreras, los partidos políticos y la separación de la Iglesia del Estado pudo ser tierra de cultivo para un caso como el de Dreyfus, judío alsaciano perteneciente a una familia rica. En la Francia de 36 millones de habitantes donde los judíos no llegaban a cien mil se azuzaba el temor de una conspiración hebreo masónica que culminaría por judaizarla. La Francia Judía de Edouard Drumond, hábil demagogo al estilo de Goebbels, interesó a todas las clases sociales y fue la matriz de epígonos que dieron a luz La Alemania Judía, La Austria Judía, La Rusia Judía, La Inglaterra Judía, etcétera, generando una renovada oleada antisemita.
No es casual que esta lectura de la historia sea posterior a la derrota de Sedán en 1870 donde Francia pierde Alsacia y Lorena ante Alemania y despierta el chauvinismo.

Alfred Dreyfus reunía todas las condiciones para ser la víctima propiciatoria de la traición a la patria y para explicar la derrota por su entrega a los alemanes de los datos defensivos ofensivos de ejército francés. No hubo un general Patton que hiciera una ironía([13]). Hasta el socialista Jean Jaurés, ni bien iniciado el caso se preguntaba: “¿Cómo es que todavía no lo han fusilado?”, algo que Drumont celebraba en La Libre Parole al grito de: “¡Bravo, monsieur Jaurés!” ([14])
Con posterioridad, Jaurés cambió de parecer y como dirá León Blum se volvió contra el atacante, criticando sus errores y los del Partido Socialista que consideraba el “affaire Dreyfus” como perteneciente al mundo de las relaciones capitalistas y ajeno a los problemas de los trabajadores, dando el ejemplo de cómo una lectura basada en el árbol de la lucha de clases impide ver el bosque.         
Lo insoportable del judaísmo es que ha ganado la guerra de lo arcaico. No se ve obligado a estafar los orígenes atribuyéndose una pureza étnica, ni mediante la ingeniería social fundar un hombre nuevo. Y se ha incorporado al mundo moderno produciendo tecnología, innovaciones científicas, medicamentos que utilizan los países árabes y mediante una sociedad pluralista pese a estar permanentemente sitiada y bombardeada.
El terror es el precio que pagan las culturas impotentes ante el origen para darse una identidad mítica como la alentada por uno de los ideólogos del nacional socialismo, Alfred Rosenberg: “Hoy despierta una nueva fe: el mito de la sangre, la creencia de defender con sangre la esencia divina del ser humano. La sangre nórdica representa aquel misterio que sustituye a los antiguos sacramentos”([15]). Luego de la guerra de los Seis Días se inventó el mito palestino. Fue el colmo de la mitificación. En ningún documento filmado en Judea Samaria, luego de la guerra se ningún árabe interrogado en Nablin, Ramallah  o Bethlehem se define como palestino. Ese mito no era conocido ni por el periodista que hacía el reportaje ni por ningún árabe entrevistado que decían que su país era Jordania, no sabían a qué atenerse, no tenían problema en volverse residentes de Israel, decían que los israelíes eran corteses y que con ellos se podían entender. En la filmación el rey Hussein, que no menciona tierras palestinas ni a palestinos, la OLP que luego intentará derrocar a Hussein no aparece. Hay un poema incluso de Leónidas Lamborghini, De Suad, donde la mujer quemada por su familia por tener un hijo extramatrimonial es llamada cisjordana y no se puede considerar al poeta de “sionista”. Luego de ser derrotadas las tropas de Arafat van hacia el sur del Líbano donde inician masacres y comienzan una serie de ataques terroristas a escala internacional como la matanza de Munich en 1972.
El nombre, Israel, le es concedido por Dios a Jacob tras luchar con El toda la noche y darse una identidad,  previa a los Estados - nación.
El pueblo palestino comienza a ser mencionado - nace a lo político - en 1967. Hasta entonces era un huérfano de padres que no podían implementarlo.  A diferencia de las naciones árabes, Israel ha reconocido la identidad palestina : uno de los primeros actos de la ocupación israelita luego de la Guerra de los Seis Días fue abrir las universidades palestinas, prohibidas bajo el gobierno jordano, que obligó a Arafat a instalarse en el Líbano, desde entonces convertido en un país rehén del terrorismo integrista. La ignorancia voluntaria de la mayor parte de la prensa pasa por alto que las naciones árabes cuando han tenido que actuar ante el “problema” palestino han respondido por masacres en masa (Jordania), guerras civiles sangrientas (Líbano) o por deportaciones masivas.
Las actividades de Arafat en el Líbano han sido voluntariamente desconocidas. La crónica de sus crímenes es interminable. Gustavo Perednik las recuerda en Arafat en el Líbano: “ La primera de una larga serie de matanzas contra cristianos, se produjo en el monasterio de Deir Ayach, el 3 de septiembre de 1975, donde palestinos asesinaron a tres monjes, Boutros Sassine, Antoine Tamini y Hanna Maksoud. El mundo no protestó. Los lugareños cristianos que vivían en las cercanías huyeron, y los agresores destruyeron la aldea. Los palestinos liderados por George Habash y Nayef Hawatmeh atacaron asimismo la localidad de Beit Mellat y asesinaron a los aldeanos que cayeron en sus manos. El siguiente año fue crítico. El 15 de enero de 1976, los palestinos asolaron Kab Elias, una aldea mixta (cristianos y mahometanos) en el valle de Bekaa. Diez días después, dieciséis cristianos fueron asesinados y veintitrés heridos. Los cristianos iniciaron su éxodo a Zahlé, Beirut oriental y Jounieh. En por lo menos dos ciudades, Damour y Jieh, las bandas palestinas cortaron los dedos de niños cristianos para asegurarse de que no pudieran disparar armas. Las iglesias de Damour fueron profanadas y trescientos habitantes masacrados. No hubo protestas. El 19 de enero, la aldea de Hoche Barada fue enteramente demolida. Otro grupo fundado por palestinos, el Ejército del Líbano Árabe, destruyó la ciudad de Aintours. Tres cabecillas del grupo recibieron la misión explícita de llevar a cabo masacres que sometieran a los cristianos libaneses al Estado en formación de Arafat. Samir Abou Zahr, lideró la masacre en Emir Bechir (donde las víctimas fueron asesinadas mientras dormían), Mostapha Sleiman hizo arrasar la ciudad de Checa, y Moiin Hatoum atacó los cuarteles de Khyam matando a más de treinta soldados libaneses. Los cristianos solicitaban auxilio de un mundo que permanecía silencioso. Y el vecino del norte, que siempre había descrito al Líbano como su «natural zona de influencia» se regodeaba en oír ese silencio. Las tensiones étnicas se extendieron y los drusos, solidarios con la OLP, comenzaron a hostilizar a los cristianos. Éstos pidieron un alto el fuego, pero el líder druso Kemal Jumblatt no lo aceptó. Con la excusa de ese rechazo, el 31 de mayo Siria invadió el Líbano, esgrimiendo la curiosa explicación de que su presencia protegería a la minoría cristiana de la creciente hostilidad islámica. Una vez que el ejército de decenas de miles de soldados sirios se hizo fuerte en el país, se lanzó a la operación inversa a la anunciada. En los bombardeos subsiguientes, más de quinientos civiles cristianos fueron asesinados. Al año siguiente, los sirios mataron a Kemal Jumblatt (16/3/77) y enviaron grupos guerrilleros para someter a las aldeas cristianas, en las cuales más de mil pobladores fueron asesinados. 
Sólo en Deir Dourit, devastada por completo, murieron doscientos setenta y tres. Ni una palabra de queja en el mundo entero. 1978 fue el año de la apropiación siria del país, y el otrora Líbano independiente moría asesinado. Sami Khatib, instalado por el gobierno sirio como agente de seguridad, fue directamente responsable de la detención, tortura y desaparición de miles de libaneses opuestos a la invasión. Ni una condena, lamento o queja de nadie. El 27 de junio un escuadrón sirio conducido por Ali Dib arrastró a veinte jóvenes de sus camas en las aldeas de Kaa y Ras-Baalbeck, y los fusiló sin juicio ni acusación alguna”.
La ideología franco - palestina, mundialmente extendida, olvida que el mufti ([16]) de Jerusalem fue financiado por Mussolini en 1936 y se puso al servicio de Hitler en Berlín fundando la legión árabe - nazi llamada los “Freies Arabien”, combatida por los ingleses y que apuntaba a hacer un Auschwitz en el Medio Oriente.
 Asombra que se desconozca la presencia de judíos en Hebrón y los pogroms de 1929, el encuentro en 1934 del emir Shakir Arsalan,  representante de la delegación sirio palestina y Mussolini, preludio de la campaña de terror antisemita en Jaffa en 1936 y las miles de peripecias que pasaron los judíos en toda Europa para llegar a lo que Ben Gurion llamaba “la tierra ancestral”.
Ideologías teocrático- totalitarias como el wahabismo, lejos de representar a los supuestos pueblos oprimidos “expresan” la respuesta de conjurados multimillonarios que promueven una Jihad expansiva como respuesta a los esbozos de democracia en los pueblos árabes que han sido sacudidos por la globalización económica pero sobre todo mental.([17]). Para algunos la ocupación de Irak es la causa de todos los males, pero el antioccidentalismo y antisionismo eran anteriores ya que las distintas versiones del integrismo totalitario apuntan - y Europa quiere ignorarlo - a terminar con la civilización judeo - cristiana y las democracias que corrompen las costumbres,  instituir un Califato en La Meca, “recuperar” la España anterior a los reyes católicos, y,  sobre todo, destruir el Estado de Israel, obsesión recurrente desde 1948.
El objetivo del terrorismo es infundir el pánico, tratar de maximizar intencionalmente el número de víctimas entre civiles indefensos, exponer al martirio a la propia población utilizándola como saco de arena o escudo humano y hacer del Islam una religión de intolerancia. Es ingenuo pensar que si no existiera Israel, sus enemigos arrojarían las armas y lo humano abrazaría las formas más disolutas.
Más allá de las  críticas a la invasión de Irak o la condena a los hechos de tortura y la falta de sustento jurídico de la prisión de Guantánamo, hay que recordar que Saddam Hussein premiaba con cuantiosas sumas a las familias de los homisuicidas que se hacían volar entre civiles judíos y Tareq Aziz([18]), el intelectual del régimen proponía destruir la “entidad sionista” expandiendo el panarabismo del partido Baaz. El tema de la destrucción de Israel - la no aceptación de su existencia, salvo como ruse de guerre - estructura las prácticas de los integristas radicales, como en el siglo XIX lo hiciera la cultura europea a través del Judenproblem.
El antisemitismo fue una construcción de siglos que hicieron cristianos y católicos. Desde Pio XI - llamado el Judenpapst - se ha ido abandonado hasta el reconocimiento de una civilización común basada en la tolerancia.([19]).Se hace innecesario proponer como Bruno Bauer  al judío que deje de serlo - que abandone sus ritos, lengua y estudios - para integrarse, disolverse en la Europa moderna como un ciudadano más. Hoy lo invitaría a quitarse la kipá y ponerse una gorra de béisbol.([20]) .
En La Cuestión Judía, el joven Marx polemiza con Bauer, afirmando que el judío se ha independizado y su espíritu práctico es ya el de los pueblos cristianos. Los judíos no sólo son capitalistas sino que éste mismo es “judío” y mediante el Judentum designa según Milner “el servilismo por el dinero de todos los actores sociales”. Para Marx, el mundo ya es judío, luego no hay lugar para el judío en el mundo.
Heidegger postula una Grecia de Bazar y olvida para los griegos no hay un lugar originario del Ser, la casa de Ulises - oikos - es todo el Mediterráneo : el daimon del comercio, el antiproteccionismo, el liberalismo cultural y étnico, el “origen” de la democracia. Lo arcaico en los griegos y los judíos tiene que ver con la apertura al otro, la colonización, el mestizaje y no con un Ser abstracto ajeno a las mutaciones de la técnica o el lenguaje. Aunque no tenga un peso, el judío de Marx no puede ser pobre o proletario porque se ha secularizado totalmente en la sociedad burguesa, “potencia mundial”, que es judía y que mediante la dialéctica pronto tocará a su fin. Sea por la clase o la raza elegida, el judío está de más. 
Hitler en Mein Kampf  identifica el dinero con el mal y a éste con los judíos capitalistas que conspiran contra el noble ario alemán. 
En la época de la declaración de Balfour - 1917- que reconoce el derecho de los judíos a tener un hogar nacional no había estados ni mapas árabes. Estaban diseminados en el Imperio Otomano, eran en la versión de Lawrence, las tiendas, el desierto, la hospitalidad, en fin, eran más “poéticos” que los hoscos judíos
Desde los años 60 se verá que Estados Unidos - con objeciones como la invasión al Líbano, o críticas a quienes sueñan con un Gran Israel - siempre ha apoyado al Estado hebreo mientras que el bloque soviético armaba a los estados árabes que continuaron con ataques sorpresivos como en la guerra de Iom Kipur( Día del Arrepentimiento),1973, y fueron perdiendo las posiciones estratégicas que les posibilitaban tener encañonado a Israel.([21]) 
La UNESCO financió manuales con un grado de antisemitismo que hubiera aplaudido Goebbels para educar a niños palestinos. Arafat nunca los sacó de circulación como acordó en Oslo([22]) que los ideólogos presentan como “militantes que luchan por la liberación” a quienes practican el suicidio asesino y justifican una cultura que apunta a la producción de mártires.  La actual negación de la historia se constata en el lugar que los palestinos ocupan en las cartas nacionales árabes: la pobreza del pueblo y la falta de una educación moderna les interesa menos a sus dirigentes que la destrucción de Israel. El retiro israelí de Gaza, como otras tantas veces, fue interpretado como una luz verde para sabotear los acuerdos por parte de Hamas y Hezbollah, financiados y armados por Siria e Irán que demuestran que para ellos no se trata de cuestión de territorios sino de eliminar a un pueblo. La carta fundacional de Hamas es un delirio criminal.
Es también falso que haya una animadversión contra una etnia específica por parte de Estados Unidos o Israel. En los Balcanes la intervención de la OTAN detuvo la “limpieza étnica” de los serbio comunistas (cristianos) sobre los musulmanes bosnios ([23]).  Milner observa que el Estado de Israel no le plantea ninguna dificultad a los Estados Unidos, país que puede hablar de conflictos - negros, indígenas, indocumentados - pero nunca postuló un “problema judío”. En cambio, para el paradigma pacifista que Europa instituyó en cultura luego del 45, constituye un recuerdo insoportable : corroe la fantasía de Unidad, es la reaparición de una pesadilla que creyó haber resuelto cuando buscaba una solución simple, moderna, “ práctica” de un problema arcaico como si tuviera que resolver el problema de las mareas o el pauperismo.([24])
El siglo XIX descubrió el régimen de lo ilimitado, descrito en los vagabundeos de Rousseau que busca una Naturaleza que ya no está en ninguna parte, o los cruces de la ciudad y la multitud en Baudelaire que en La Belgique déshabillé( [25]) habla del pavor a la extinción de lo arcaico y reconoce al hombre ilimitado, el “belga”. Algo se ha perdido en el repertorio de las nuevas costumbres, y no le basta con retornar al Paris “limitado” de los cisnes y las viejas, culmina aferrándose al Syllabus de 1864, la enumeración de los errores modernos según Pío Nono que no logra evitar el error “viejo” del antisemitismo.  

Cuando Pablo de Tarso enuncia que todos los hombres han pecado en Adán y que todos los hombres son salvados en uno solo, Jesús, extiende una simetría entre “todos” y “uno” logrando que la expresión de que todos los hombres son salvados en Jesús tenga una equivalencia lógica en el enunciado “todos los hombres han pecado en Adán” ([26]). Nace lo que Milner llama lo lógico - político ([27]) donde la oikoumenè, la humanidad, y la ecclesia se sustituyen a la polis y el Imperio como modelos del politikon.
Carl Schmitt designa al pueblo como un todo limitado que define lo que le pertenece y lo que no y culmina aprobando las reglamentaciones nazis de 1933 donde no hay lugar ni para los que piensan diferente ni para los que se diferencian por el nombre. Aunque Milner lo pase por alto, el concepto de “soberanía” culmina con una oración para Hitler. La sociedad - ese todo limitado - es un bosque virgen cuyo Gran Guardabosque es el Líder. La sociedad moderna es ilimitada y la política, tal como ha sido configurada por la historia, opera con todos limitados. Las dos estructuras entran en colisión. Un ejemplo está dado por el problema de las jubilaciones, que nace de dos demandas; que la vida humana sea ilimitada - como la Sociedad -  y que el tiempo de trabajo sea limitado - como la política.
La guerra, la victoria sobre el Eje, que posibilitó el progreso, la vida y la libertad, ahora aparece como un límite a la sociedad. Recordemos que al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Europa se niega a ayudar a los republicanos españoles para no incomodar a Hitler, el appeasement reina en Oxford y las discusiones lo envalentonan. ([28]). 
Luego de la guerra de 1914, las figuras giran hacia lo ilimitado y estamos ante el pueblo total, el Estado total, la nación total. Los grandes mitos colectivos del nazismo y del comunismo toman por asalto a las democracias liberales, que no disponen de ninguno: es un retorno deformado de lo “religioso” - idolatría de la raza o la clase - sobre lo lógico político. En los cristianos sin Iglesia de la tradición protestante norteamericana hay todavía técnicas de limitación. El nombre judío suena como un no al pueblo y Estado totales. La modernidad política posibilita que los judíos se conviertan en burgueses cultivados de un Estado nación reglamentado por los derechos del hombre, muchos hijos de banqueros se vuelven eruditos y todo hace pensar que “el problema judío” se ha resuelto en países que han entrado en la modernidad antes de 1914.

Los estados - nación se hacen sentir. Para disuadir a los judíos argelinos de instalarse en Francia se firma el decreto Cremieux. Son los ideólogos de los todos limitados, nacionalistas a ultranza, los que desarrollan el antisemitismo más descarnado. Se oponen a la ilimitación moderna y acusan: los judíos no tienen territorio, son el dinero que circula sin fronteras, el mercado que se extiende al mundo entero. Según la paranoia antisemita de ayer, los judíos desde lugares secretos manejaban los hilos del capitalismo mundial. Hoy, Israel, está ausente entre los que manifiestan sobre las injusticias de la globalización en Seattle o en Génova, critican ferozmente a las democracias y aplauden a las dictaduras. Les son indiferentes las masacres que puedan ocurrir en Sudán, Somalia, o Zimbaube o en el Congo aunque se trate de millones de personas porque les importa menos limitar a los déspotas de pago chico que luchar por los derechos del hombre ilimitado.([29])
Las víctimas que no se acomodan a los caprichos y a las fobias de manual no existen o pertenecen a la clase de los victimarios. Europa siempre quiso darse un origen “puro” que nunca existió, porque la lengua misma es efecto de cruzas y el Mediterráneo una mezcla de tierras. Se odia en lo judío la articulación singular de lo arcaico con lo moderno, la coexistencia posible del arte con las invenciones de la ciencia. El pensamiento de Heidegger es impotente para resolver esta complejidad y se vuelve contra la técnica, expresión de lo ilimitado.
En Europa predomina la paranoia de las raíces, de una lengua única, pura, que olvida que “ario” proviene de un pueblo llamado arya que hablaba sánscrito. Simone Weil no ve con simpatía a los judíos, ese “puñado de desraizados que ha causado el desraizamiento de todo el globo terrestre...”. Raíces: punto de delirio colectivo en las humilladas élites de los estados nación.  La “religión” del siglo veinte está en curso.

Ante la crisis del parlamentarismo, el nazismo plantea la idolatría de la Nación - Estado : la soberanía misma ante la cual las garantías individuales ceden. Se rompe con el modelo hobbesiano donde el Estado es un límite en la guerra de todos contra todos. El estado nación se asimila al Estado de excepción de Carl Schimitt ([30]) Hitler proclama su obsolescencia ante el pueblo más instruido del mundo. Ya no hay un elemento tercero - lo lógico político - entre el Líder y las masas: algunos escuchan el lenguaje del Ser y Wagner en Parsifal (ópera preferida de Hitler) traza el culto del superhombre “ purificador”, hace de él un Cristo de sangre aria. Heidegger define Alemania como el país que tiene más vecinos : odia las figuras de la ilimitación, sea en la toda potencia de la técnica, sea en el vértigo de la sociedad moderna que había nacido de la limitación al monarca en cuanto a los impuestos y las guerras.
Fundadas en el derecho natural, las garantías individuales desembocan en el pluralismo. Es un paso previo al estado liberal, donde Estado y sociedad no coinciden como en el caso del Estado total. Carl Schmitt contribuyó a liquidar la democracia representativa sin lograr imponer un nuevo tipo de constitución que ligara Estado y derecho, y Hitler resolvió los problemas de la inflación y la desocupación. Era admirado. Auschwitz no es un castillo gótico. Es el lugar donde la química industrial moderna, la taylorisación del trabajo y la arquitectura funcional se combinan. No se emplea ningún arma ni gas de combate. Los judíos no son considerados objetivos militares. El exterminio es parte del trabajo industrial, situado en un régimen de producción: Auschwitz era una usina, Treblinka una cadena de muerte, Belzec un laboratorio. Milner escribe: “La cámara de gas no se comprende por la guerra solamente, sino por la paz que la guerra prepara y que debe ser judenrein. Ella es el primer monumento de esta paz por venir, que según los dichos de su arquitecto Speer, Hitler poblaba en sus sueños de construcciones gigantescas. En la anticipación de una victoria tenida por segura, la cámara de gas es a la vez Arco de Triunfo y Ara pacis”.

El problema judío requería una invención técnica como la cámara de gas. Es cierto que también polacos, homosexuales y comunistas fueron gaseados. Pero ningún nazi pensó en un mundo sin ellos. Hitler logró el objetivo : después de 1945 Europa es judenrein, está limpia de judíos, especialmente en el Este. La cortina de hierro contribuye a recubrir el horror de las stasi en las “democracias populares”. Girardoux escribe en Plenos Poderes, en los primeros meses de 1939 que él se siente honrado porque Francia ha recibido a hermanos de “la civilización europea que nos ha sido dada”, lástima, dice, que “han entrado entre nosotros, por una infiltración que he ensayado en vano encontrar el secreto, cientos de miles de askenasis, escapados de guetos polacos o romanos...Horda...que en su constitución física precaria y anormal llena por miles nuestros hospitales”
Girardoux, por un lado, celebra anticipadamente la Unidad Europea, por otro, localiza a una horda judía agazapada que conspira con la fantasía de indivisión. El sueño de 1939 se constata como imposible pero que se realiza luego de 1945, donde “la horda sucia y enferma”, ajena al linaje europeo, había sido gaseada por Hitler, no había moros en la costa y Europa podía plantear el problema de su unidad. Milner constata que la Unidad Europea reposa sobre seis millones de askenasis asesinados. Expone cómo el exterminio de judíos  es una marca indeleble del Zyklon B que habla de una victoria intestina de Hitler al haber encontrado una solución final que posibilitó la  unificación. Si se quiere la paz, hay que cerrar el libro de la historia y su enseñanza se suprime de los programas escolares. No puede haber nada que preceda la reconciliación de Francia con Alemania. Todos los conflictos - desde la pasividad ante ataque soviético a los países bálticos y al Este primero, y a Afganistán después, pasando por Vietnam y toda Indochina, el conflicto de Medio Oriente, la matanza en los Balcanes y la guerra en Irak - son abordados por lo que Milner analiza y llama “una axiomática para bebés”.

Nietzche  - para quien lo judíos eran lo mejor de Europa - había notado que el gobierno del mundo es un tema que no interesa a las burocracias bienpensantes. Todas las lamentaciones ante el Holocausto se volvieron crimen de indiferencia cuando en 1967 los funcionarios de la ONU, ante el pedido de Nasser, alentado y armado por los soviéticos, autorizaron el avance de las fuerzas árabes. Eugene Ionesco, en total soledad intelectual, lo recuerda en su Diario Intimo hablando de un nuevo genocidio planeado contra Israel.([31]) Cuando se habla de la ocupación de territorios, se suele olvidar que hasta esa victoria durante diecinueve años Israel estuvo apuntado por  cañones([32]) , del mismo modo que antes de la construcción de la valla de protección en Cisjordania entre 2001 y 2004 estuvo expuesto a una ola continua de atentados que causaron más de mil víctimas civiles.([33]). Los atentados cesaron, pero la valla ha sido condenada hasta por la Corte de La Haya, lo que demuestra la indiferencia del derecho internacional cuando las víctimas son judías. 
Europa pronto se pronunció ajena al paradigma anterior a 1945 que rezaba que la victoria es bella y tanto más cuando más completa es, que la derrota es odiosa y no hay derrota que sea honrosa y la justicia puede existir en el campo de los vencedores, algo que contradice Simone Weil al llamar a la justicia,“ fugitiva del campo de los vencedores”, postulando que la derrota es más noble que la victoria. Una derrota militar puede convertirse en una victoria moral y la acumulación de ellas puede generar una legitimidad política: “El paradigma civilizado no detesta la guerra ni reverencia a la paz. Tampoco reverencia a la derrota. Lo que detesta es la victoria”, escribe Milner.

Francia vencida se vuelve el país de la Justicia por la explotación del paradigma civilizado. Nada queda de esa nación temible capaz de llevar sangre y fuego a toda Europa con Luis XIV o Napoleón. Ante la nueva Europa, Israel, figura heredada de la guerra, suponía un nuevo escándalo,: la victoria y la justicia podían coexistir, mal que les pese a sabihondos personajes. Antes, la guerra era necesaria ; ahora se vuelve insoportable. Recuerda un 1945 que se trata de borrar. Por la victoria, Israel pasa al bando de  la Injusticia. En Oslo,  por última vez, Israel trató de volverse un Estado europeo. El terrorismo dijo que no. Para el paradigma civilizado, Israel debería replegarse sobre lo que existía “no antes de 1945, ni siquiera antes de 1815, sino al tiempo de Saladino.” 

La distensión europea ayer trató de no inquietar al ogro soviético y “comprendió” las masacres tras el Muro y las fechorías de Andropov hasta que desde Berlín apuntó con los SS 20 y los ideólogos del desarme unilateral balbucearon como lo hacen hoy ante la evidencia del programa nuclear iraní.
En el paradigma palestino - a la inversa del vietnamita que asombró al mundo por la variedad de sus estrategias militares - se trata de lograr la victoria mediante la producción serial del martirio: “Multiplicar los muertos sin defensa, simular no estar armado, elegir las tácticas de la derrota, programar la inorganización material y moral de las propias poblaciones” son procedimientos que apuntan a hacer de la violencia más ciega el testimonio acerca de quién es el más débil. Los estados árabes contribuyen : a pesar del petróleo y las limosinas, tienen, escribe Milner “necesidad del palestino miserable ; hablando claro, tienen necesidad del palestino muerto. Lo peor que podría ocurrir sería que el palestino deje de sufrir y de morir; la perpetuación del nombre árabe aparecería como la perpetuación de la miseria organizada y el embrutecimiento programado.”
En este pasaje de los relatos de liberación a la victimización, la industria del oprimido continúa por otros medios y explica por qué a cada gesto de paz en Medio Oriente lo ha seguido una ola de atentados: “Europa ha establecido sus equivalencias desde ese paradigma: la victoria es odiosa, la derrota es noble; el fuerte en tanto que tal es injusto, el débil en tanto que tal es justo.”
Podría decirse que hay siempre un judío de más y un palestino de menos: los discursos del estado universitario global – inseparables de la Europa actual- tienden a “completar” a ese palestino hipotético que no puede constituirse en Estado, obviando el papel de los dirigentes y la lucha interna en el interior del propio pueblo. Arafat fue la mejor encarnación del Justo perpetuo a pesar que instituyó el terrorismo en las bases de su cultura. Poco importó que hubiera prologado y difundido Mi Lucha de Hitler, un libro que es best-seller en el mundo árabe. Lo que no se sabe es hasta qué punto los palestinos han asimilado la representación de víctima que los europeos han construido : algo decisivo para crear un Estado que por ahora parece imposible por las condiciones internas de esa cultura y en tanto dirigentes como Jaques Chirak consideren a Hamas y a la Jihad islámica como organizaciones humanitaria. Las organizaciones no gubernamentales(ONG) de derechos humanos que gozan de libertad en Israel y entre los palestinos son financiadas por los estados miembros de la Unión Europea para ejercer una presión constante, de tono humanitario sobre Israel, acusado permanentemente de inhumano en función de la política pro árabe europea como si se repitiera la épica final del segundo estado judío( destruido (destruido en el año 70 d.C.), cuando una facción judía de una sociedad en camino hacia una guerra civil apela, en el –63 a.C., al Imperio Romano y al cónsul general Pompeyo para así poder triunfar sobre sus adversarios judíos. La continuación ya la conocemos
Medio Oriente hasta ayer fue una construcción europea: “La sangre - escribe Milner - que corre en Oriente desde hace sesenta años es el precio que tiene que pagar una Europa cautiva de la propia imagen”.
Luego de 1945, Europa se desentiende y trabaja en función de un modelo de sociedad ilimitada: bien puede acontecer mañana...cuando se haya resuelto - otra vez - el problema que ahora supone el Estado de Israel. Mientras tanto poderes y los derechos se multiplican sin límites. Para la actual Europa la palabra paz que sólo es paz si es una figura de lo ilimitado, que supone una recusación de la historia. “Democracia” aquí no designa una forma de lo lógico - político, como la paz perpetua de Kant, sino un tipo de sociedad donde reina una paz ilimitada. Se trata de un modelo hermenéutico de la paz : se trata de comprender al adversario y mucho más al enemigo que cuanto peor sea más exigirá el trabajo interpretativo, que niega los hechos y las verdades objetivas y donde la paz es la prenda de cualquier intercambio : “ La paz debe comenzar por la paz ; hacer la paz con un adversario, es comenzar a darle lo que el pide, sin reclamar nada a cambio, de modo que él acepte lo que se le da. Si por casualidad, él no acepta, entonces hay que volver a comenzar el proceso, buscando comprender eso que estaba más allá de la demanda y darle un objeto más allá del objeto ; si eso no basta, se recomienza dando un paso más y así sucesivamente”
Para Tucídides, una guerra era el objeto más digno de comprensión posible. Hoy la “paz” es un nombre rico en contenidos y complejo; la “guerra” es algo muy pobre y no merece sino las lágrimas que en no pocos casos son de cocodrilo. Lo ilimitado hoy ha alcanzado al derecho mismo. Los actos no existen antes de que el hermeneuta hable - un juez que tiende a interpretar y legislar y que en un pase mágico invierte las evidencias más ostensibles.([34])  En Durban - 31 de agosto y 11 de septiembre - y en los primeros meses de 2003, en los desfiles contra la guerra de Irak en las ciudades europeas hay dos formas de ilimitación : la de la modernidad europea que debe extenderse a todo el mundo, incluyendo a Turquía - aunque no reconozca el genocidio del pueblo armenio - y la musulmana, donde la sociedad conforme al Corán debe extenderse a toda la humanidad mediante la jihad. Cada elemento acepta la diferencia del otro pero en un caso la corriente se llama paz y en el otro jihad, como si lo más arcaico y lo más moderno se encontraran en un espejismo evanescente, aunque algo queda afuera de esta nueva utopía: “En el programa de la Europa del siglo veintiuno, el Estado de Israel ocupa exactamente la posición que el nombre judío ocupaba antes de la cesura del 39 -45”, escribe Milner en la tesis más fuerte del libro. El slogan de los manifestantes de  Durban -“Une Jew, one bullet ” - abre la vía de una reconciliación utópica porque lo que para algunos significa paz para otros quiere decir jihad. Esta aberración lingüística, posibilita que “paz” y “jihad” signifiquen lo mismo y nada: no importa que los iluminados programen atentados en ciudades europeas para recordar que no hay posible integración entre los términos.
Los Rogue estates (estados canallas) obtienen una máxima comprensión de esta hermenéutica como el psicólogo que al profundizar en la mentalidad del asesino termina siendo su abogado: aunque  asesinen a disidentes y encarcelen a periodistas se los juzga con la misma vara que a las democracias. Estas buenas conciencias no quieren saber de guerras aguafiestas,  participar de los frutos del progreso como la prolongación de la vida, la salud y el medio ambiente, que el “imperialismo”, en todo caso, haga el trabajo sucio, ellos se indignan en la platea, DVD en mano: nada tiene que ser ajeno al dominio de lo humano, salvo el nombre judío que es para Milner “el nombre de aquellos que deben morir para que el planeta viva”.
Quisiéramos que el al argumento de Milner fuese erróneo respecto de la indiferencia europea. Si no hay Estado de Israel, entonces Auschwitz aparece en el horizonte como capital del judaísmo.  Milner nos invita a examinar el nuevo antijudaísmo, no el del nazismo, considerado ya políticamente incorrecto sino el que reza “no soy antisemita, soy antisionista” que pasa por alto que el Estado de Israel es otro nombre judío. Este antisemitismo concierne a lo que Europa tiene de “progresista”, magisterio que continúa vía Le Monde Diplomatique, que financia teorías que explican que todos los males del mundo - el terrorismo entre ellos - se deben a la globalización, sin la cual un país como Argentina no habría podido salir del pozo en que cayó, recuperándose en parte por la demanda de China y de India ([35]).
El colmo de la sofisticación perversa lo encarnan pensamientos como el de Alain Badiou y Giorgio Agamben representantes del estado universitario global que dan un soporte téorico a los manifiestos tipo Chomsky o Saramago.  

 Alain Badiou, melancólico apologista del maoísmo, ha ideado la original teoría de que el predicado judío ya es un predicado nazi. 
El nombre judío es reducido a un predicado de identidad. Los nombres propios judío e Israel que proceden de una genealogía – de Juda uno y de Jacob el otro – se vuelven impronunciables  o superfluos y mediante una fábula oscurantista, donde el discurso del mito se hace pasar por ciencia, transformados en el viejo fantasma del judío errante del desierto. Eric Marty escribe: “Para Badiou, la palabra judío es un simple predicado, predicado al cual hay que renunciar puesto que es confiscado por la metafísica nazi y que el judío autentico esta en duelo con esta palabra de la cual es huérfano.”   
Habría una dictadura de los predicados a la que hay que sustituir por la pluralidad de los nombres propios. El nombre judío se traduce en Badiou a un nominalismo generalizado, representado por los nombres propios de los judíos “reales”, siempre que sean despojados de lengua, tradición y territorio. Admirador de Platón, Badiou puede admitir que la Idea de caballo existe en la mente, que hay un cierto estatuto de la caballeidad, pero también argumentar que la idea de judeidad es ruinosa para los judíos lo que hace preguntarse a Eric Marty como este autor puede ser platónico con los animales y nominalista con los seres humanos.
En Conditions, Badiou acusa al Estado de Israel de vulnerar el derecho internacional y considera que no es un país contemporáneo sino un Estado arcaico del tipo de la Francia bajo Pétain, es decir, no es una democracia moderna, algo que suena a farsa por parte de alguien que a lo largo de toda su obra la ha deplorado de diversas maneras, exaltando o silenciando, en cambio, a los regímenes totalitarios, retomando las caracterizaciones fascistas de los años treinta que la emprenden contra el parlamentarismo y el capitalismo.
La utopía que antes Badiou encontraba en regímenes como el de Mao ahora se desplaza a las supuestas “verdaderas democracias”, que no necesitan según él de predicados. Para él, la lección del nazismo es que no hay que otorgar un lugar privilegiado a los predicados de identidad y el nombre judío en tanto excepción lo es, algo que por supuesto no concierne a los nombres palestinos o árabes. El predicado judío es una amenaza para los judíos porque, piensa Badiou, legitima metafísicamente la exterminación, ha sido en el nombre de ese predicado que han sido exterminados. Todos los lugares comunes del nuevo antisemitismo son reforzados por un discurso que hace del acontecimiento un mito: no faltan las referencias a Sabra y Chatila ni las coincidencias con Amanidejad y otros curiosos demócratas que Israel es el culpable de la pobreza de los pueblos sometidos de las petromonarquías y del palestino: ni una palabra sobre las milicias paramilitares integristas, ni sobre el rechazo de Arafat de la democracia, de la economía mafiosa de la dirección Palestina, o del lavado de cabeza que sufren los niños entrenados para suicidarse y asesinar. Si la única democracia moderna de la región es arcaica, hay que concluir que Arabia Saudita – donde se lapida mujeres y asesina homosexuales ante el silencio de la progresía mundial – es un estado tan progresista como el Irán de Amanidejad. Se lee en todas las letras la resonancia leninista del negocio de los pueblos oprimidos que a lo largo de siglo veinte consideraba a las democracias como las formas más acabadas de explotación del género humano y pasaba por alto el Gulag y sus satélites. Es una de las razones por la cual se respeta el pensamiento de Badiou en la Argentina. Coincide en la lectura del mundo que tiene como enemigo principal a Estados Unidos y que propiciaba regímenes como la Habana de Castro para América Latina: el acontecimiento es traducido a un mito, y del mismo modo que Eduardo Galeano lee el acontecimiento de la Revolución Cubana, Badiou lo hace con el Comité de Salud Pública de los jacobinos, el golpe de Estado leninista y la Revolución Cultural en la China de Mao, desconociendo la investigación inmensa de Simón Leys a quien sin embargo elogia
Del acontecimiento sólo se conoce la parte mítica transformada en concepción del mundo que culmina haciendo del nombre judío el organizador de la Shoá, a la que llama holocausto para imprimirle una dimensión sacrificial. El platonismo de Badiou propone su solución final mediante un imperativo pragmático: Si se quiere resolver el problema de la guerra infinita del Medio Oriente – sé que la cosa es difícil – hay que olvidar el holocausto.
La excepcionalidad del nombre judío y la elección legitiman por una sinonimia forzada el exterminio. Badiou lee la historia desde el acontecimiento y el simulacro, que es imitación o copia del primero. La revolución nazi fue un simulacro porque no comporta ningún universal y se refiere sólo a los alemanes. El golpe de estado de Lenin o la Revolución Cultural de Mao son tomados como acontecimientos, negando las comprobaciones más elementales que prueban que Badiou pertenece a la clase de intelectuales que escriben para un público cautivo de contestatarios consumidores. El nombre de Israel no le fue dado a un pueblo mediante una lucha con el ángel, es decir, un combate en el lenguaje sino por Hitler que ha sabido extraer las consecuencias de ese nombre mejor que el mismo Nabucodonosor.
Omite que Hitler nunca nombró a los judíos como hombres ni enemigos sino como una especie anómala del tipo de las ratas que no debía existir. “Murió como hombre pese a ser judío”, dice un oficial nazi en la película Los falsificadores, expresando que el judío para el nazismo no era siquiera un nombre. Badiou constituye a Hitler como legislador de los nombres, una suerte de Cratilo de las cámaras de gas. En vez de separar el nombre judío del predicado nazi, Badiou los funde en su empresa sacrificial. Refleja un negacionismo que se sostiene en una cultura universitaria a escala global y a la que los mitómanos de oficio – los Chomsky, los Agamben, los Hosbwaum – les dan argumentos para perseverar en su caída hacia lo más bajo. Badiou nos informa con su lectura que el negacionismo hijo del marxismo leninismo ha llegado a un punto terminal. El querer lo imposible del mayo francés, que apoyó a los Castro y los Mao, culmina en el intento de querer dividir el significante mediante sinonimias entre la elección y la exterminación, el judío y el youpin.
¿Pero no es la Revolución rusa un simulacro de la francesa, una copia de la peor especie y eso se extiende a todos los acontecimientos totalitarios que significaron los regímenes de los Enver Hodja, Eric Honecker, Castro, Mengistu, Mao y Pol Pot?
Badiou extirpa y vacía al nombre judío de toda genealogía: no existen Abraham, Jacob, Noé ni Moisés, tampoco los faraones ni Nabucodonosor, ni las luchas con los romanos o el colonialismo inglés. Se realiza la definición de Simón Leys del totalitarismo como negación de la historia. Y con el objeto de una paz a medida de la Utopía que justifica los crímenes de los enemigos de las sociedades abiertas: en el parlamento israelí los diputados árabes pueden atacar al oficialismo, algo que no existe ni remotamente en las sociedades árabes que como ha mostrado Castoriadis se aproximan más a dictaduras de tipo estanilista.  Badiou se empeña en ignorar que la solución final es precisamente el   acontecimiento que no ha culminado y que ha abierto una época que no se cerrará olvidando el nombre que dio lugar a dicho acontecimiento.
Ni judío ni griego, dice San Pablo en su Epístola a los gálatas. Este universalismo es posible mediante el sacrificio de Cristo que incorpora en sí la lex talionis y repite el  de Abraham para abolir la instancia sacrificial que Badiou pretende restaurar, vía Platón. Para Marty la ética de Abraham se basa en la vida y en una ética práctica que se opone al martirio y a todas las figuras del kamikaze como sujeto de sacrificio, expresión de la adoración idolátrica de la muerte. El  vaciamiento del nombre judío por parte de Badiou deriva en una sinonimia generalizada: judío es sinónimo de antisemita, Israel es antisemita como el PCF anticomunista, judío es sinónimo de palestino, los palestinos son sinónimos de los verdaderos judíos por la opresión que sufren de Israel, los judíos obran así como los nazis de la cual son la Idea, lo que por otra parte permitiría concluir que los palestinos son una idea de Israel.
Estamos en el pasaje mismo de lo incorrectamente político a lo políticamente abyecto: en la quema de neuronas a cargo de los maestros pensadores de un radicalismo patético. Pascal afirmaba su fe en el dios de Abraham, de Isaac y de Jacob en contraste con el dios de los filósofos. El colapso de lo que se llamó la ideología insuperable de la historia ha acelerado la producción de fetiches teóricos –el predicado judío como idea nazi en Badiou, el estado de excepción como dominando a las sociedades democráticas en Agamben y Occidente llevando una guerra terrorista contra pueblos indefensos, Fidel Castro como héroe para América Latina, “independientemente de lo que uno pueda pensar “según Chomsky.
Badiou aporta su grano al defender al judío de su nombre, incluso se presenta como liberal al pedir para ellos una acepción universalista e igualitaria, sólo les pide que olviden la Shoá, el Estado de Israel y la tradición talmúdica, que se oponen a tal progreso. Israel debe desaparecer del mapa porque es un estado genocida. La Guerra de los Seis días, el verdadero intento de genocidio del que salió victorioso, no existió jamás. Badiou es también un confeso marxista: renueva precisamente los elementos de limpieza étnica de muchos textos de Marx y especialmente la Cuestión Judía, lectura predilecta de Hitler, donde el nombre judío debe desaparecer con el burgués. Debe renunciar a la lengua en que se nombra, a la comunidad, a la religión, tal vez a la primera frase poco platónica del Génesis. Como la dialéctica de Marx no se realizó totalmente en Hitler ahora se trata ahora de hacer desaparecer al judío del orden mismo del significante.
El libro de Giorgio Agamben Estado de excepción ([36]) es sometido a una crítica demoledora por parte de Eric Marty. Responde a una lectura del mundo que se ha estratificado a escala global y tiene como blanco predilecto a los estados de derecho occidentales. Es asombrosa la repercusión de este libro tan elemental en sus argumentos en nuestro medio cultural y eso responde a diversos motivos, entre ellos, el antiamericanismo de los nostálgicos del Muro y de Terror obrando fuera de todo derecho que a su vez niegan la existencia del terrorismo islámico. Agamben pertenece a la especie de los igualizadores que abundan en la Europa nihilista, la que ayer admiraba los logros sociales del país del Gulag y los veía por encima de los derechos laborales de los trabajadores norteamericanos o europeos. Cuando hubo el informe de Kruschev y fueron descubriéndose los horrores se trató de igualar a las sociedades totalitarias con las abiertas: Nik Mamère ha podido hablarnos de gulags en Nueva York. Agamben no sólo iguala el terrorismo del fundamentalismo islámico al de Estados Unidos sino que acusa al país del Norte de llevar la guerra planetaria demostrando que la Vieja Europa en sus ideólogos ha ido transformado los valores de la Libertad, Igualdad y Fraternidad en una suerte de monstruo indoloro en un espacio sin temporalidad, sin voluntad histórica y sin ninguna soberanía, expresable en una Constitución que no supone peligros ni riesgos exteriores y donde está ausente la palabra guerra ([37]).
Los Nick Mamère o los Thierry Meyssan son efectos de un patetismo cómico que muestra el rostro terminal de la cultura situacionista, favorecida por la política de Mitterrand que inició la desconstrucción de la Francia gaullista y, enceguecida por la teoría del espectáculo – “la guerra del Golfo no ha tenido lugar”, escribió Braudillard -  no es ajena a una república jacobina.([38]). El lenguaje de los medios sigue siendo púdico: la masacres de Darfour por parte de las milicias islamitas contra musulmanes inocentes son atribuidas a “fuerzas gubernamentales” como para sostener el paradigma de una guerra de civilizaciones y que es complementario con la negación lisa y llana que el de los Balcanes fue el último genocidio realizado por los comunistas ([39])
Asombra que las generalizaciones sobre el Estado de excepción reduzcan la historia actual a las agresiones de la  política estadounidense, pasando por algo la guerra de los Balcanes donde tuvo lugar el genocidio de mayor envergadura luego de la Segunda Guerra Mundial y que luego de la derrota de Afganistán marca el final del imperio comunista.
En el mundo abstracto que nos presenta Agamben la guerra de los Balcanes está ausente. Motivo en este autor y toda la runfla defensora de los “pueblos oprimidos”: no es posible atribuirlo a Estados Unidos ni a Israel. El proyecto de la Gran Serbia sostenido por las elites europeas va mucho más allá del marco de los estados de excepción y pone en juego actores que los ideólogos se empeñan en desconocer. Este proyecto fue sostenido por parte de los intelectuales europeos y tal es así que el aplastamiento de Vukovar fue sostenido por los comunistas que abundan en la ONU y dieron vía libre a la política criminal de Belgrado. Se pretextaba que el ejército yugoeslavo podía poner orden en el territorio cuando en realidad ese orden se derrumbaba: ante la caída del comunismo, Bosnia y Croacia pugnaban por su independencia. Esa empresa genocida fue programada desde antes, los asesinos acudieron a la historia para propiciar su victimización y hacer verosímil el exterminio y se le dio una imagen presentable. Las voces de los intelectuales iluminados impidieron toda intervención occidental mientras las milicias de Milosevic diezmaban las poblaciones bosnias y croatas. La paz de Dayton de noviembre de 1995 fue un agradecimiento a Milosevic, Mladic y Karadjic  por haber exterminado poblaciones.
Los ideólogos del Viejo continente hicieron caso omiso del genocidio llevado a cabo por los serbio comunistas de Milosevic y luego de la limpieza étnica iniciada en Kosovo igualaron el asesinato a mansalva de las poblaciones con los bombardeos a Belgrado. Siempre del lado de los genocidas del estado yugoeslavo, o los fundamentalistas del UCK, o incluso de Al Quaeda: el peligro y el mal lo representa la OTAN, la única fuerza soberana que logró constituir Occidente a lo largo del siglo para detener el avance del imperio comunista. Hoy sin la presencia de la OTAN, la minoría serbia de Kosovo quedaría en manos de los extremistas del UCK sin que Europa mueva un dedo. En manos de la ONU se multiplicarían los Sebreninca. El proyecto imperial de Estados Unidos es mediante las experiencias de Afganistán y de Irak el de constituir repúblicas federativas, algo que converge con las revueltas de Georgia ante Moscú, las “revoluciones de colores” y  el retiro de las tropas sirias del Líbano. En el mapa de los Badiou o de Agamben no figuran los dinosaurios marxistas leninistas de Zimbaube, Cuba, Bielorrusia ni Corea del Norte, tampoco las milicias del janjavid que exterminan poblaciones a gusto en Sudán ni la limpieza étnica de los fundamentalistas en Tailandia. Trazan un mapa a la medida del mito leninista del imperialismo según Raymond Arón – la ridícula explicación de que las guerras de deben a la obtención de materias primas - y lo proponen para un mercado de consumidores contestatarios, para que puedan dormir con la conciencia en paz ([40])
No son pocos los que piensan que las democracias son lujos que pueblos que secretamente menosprecian no pueden permitirse.
El avance de la ciencia día a día erosiona el núcleo de lo imposible.  La Europa extiende su “nosotros” a la totalidad de los seres, sea por la omnipotencia la técnica, por la formalización matemática o del flujo mediático. Su ilusión política consiste en creer que si no existiera Israel, lobos y corderos podrían pasear juntos en un edén planetario sin que importa que haya Estados que lapiden mujeres, le corten las manos a los que protestan, cuelguen a los que piensan diferente o sostengan su poder sobre la Bomba. La ciencia moderna es capaz de modificar la diferencia limitada por lo masculino/femenino, separar el nacimiento de la sexualidad y convertirse el origen mismo de una nueva humanidad eugenésica. Las parejas homosexuales quieren tener niños, la clonación intenta la recreación de un individuo muerto. Es una primera etapa hacia los caminos de la inmortalidad, dice uno de estos manifiestos que responden a una demanda propia de la sociedad ilimitada. Se trata de quitarle todo sentido a que el niño nombre a sus padres o lograr que el padre no pueda nombrar entre las mujeres a la que lleva el niño que él ha engendrado. Se podría decir que “pervierte” los fundamentos de la sociedad libre trasladar el orden del contrato a la sexualidad (algo que también concierne al crimen) y hacer que los nombres del padre y madre tengan un sentido contractual.
La expansión por la paz afecta al orden simbólico mismo. Se intenta separar el nacimiento del contacto sexual para que no haya “hijo de” sino niño encontrado, perdido, nacido de algo donde no haya padre, es decir, es un Alumno del Saber de la sociedad ilimitada y en función de una Humanidad que es una suerte de  novia que quiere casarse según la ley de los derechos hermenéuticos que miran desde arriba las formas jurídicas del hombre que viene de las Luces: los considera abstractos, formales, les opone la plenitud de una universalidad incontenible.
El catecismo de la Sociedad actual le exige a la técnica la multiplicación de las condiciones de vida. El nuevo derecho ya no tiene como objeto limitar sino expandir y producir, esta vez sin guerrilla ni violencia, otra versión del hombre nuevo, el hombre ilimitado: alguien feliz de no ser ni hombre ni mujer, que no tiene padre, madre, ni hijo y que da lugar a una nueva ilusión del porvenir que el nombre judío resiste en tanto arcaico y moderno. Resulta sugestivo que nadie haya dicho palabra de las implicancias históricas y políticas este libro de Milner por parte de los especialistas en la cuestión del “sujeto”. Sucede que el solo pensar en el pasaje del nombre judío al Estado de Israel suscita el pánico que dicta las líneas de muchos contemporáneos y favorece al imperio de la estupidez : si bien es arbitrario calificar de “antisemitas” a las críticas que se hacen de Israel, que en términos políticos debería ser un Estado como cualquier otro, es cierto también que algunos “antisionistas” a veces recuerdan a  Adolph Eichmann, quien quería que sus “queridos judíos” se suavizaran al compás de la música clásica, se portaran bien, y sin romper filas, aceptando las peores agresiones se encaminasen a los hornos sin reacciones desproporcionadas, sin chistar, como un pueblo educado, casi tan progresista como sus verdugos... tal vez por eso Claude Lanzmann que constata la “voracidad casi gozoza” de la opinión mundial que se indigna ante la “reacción desproporcionada” de Israel, tenga a bien recordar que Israel “no existiría más si no reaccionara con ‘desmesura’”, es decir, en términos concretos, que debería aceptar pasivamente la existencia de dispositivos lanza- misiles que lo bombardeen y de paso hacer caso omiso de la resolución 1556 del Consejo de Seguridad que habla del desarme del Hezbollah.
La desproporción verdadera fue enunciada por Hassan II, rey de Marruecos, cuando dijo que el antisionismo era el afrodisíaco del mundo árabe. Me temo que hasta quienes quieren destruirlo no se liberen de sus visibles opresores, Israel seguirá siendo esa “droga” que desmiente a los que explican la guerra por el petróleo(es Irán y no Israel el que lo tiene) o por el territorio ya que es ínfimo el lugar que ocupa en el mapa y que ha tratado de negociar recibiendo ataques sorpresivos a cambio.
Si Theodor Herlz, ante el caso Dreyfus,  afirmaba que el primer deber de los judíos era librar a Europa del problema que representaban, ahora Jean Claude Milner, ante el paradigma de la víctima, les propone liberarse de Europa: “No ignorándola (sólo los Estados Unidos pueden permitirse eso), sino conociéndola completamente, tal como ella ha sido - criminal por comisión - y tal como ella se ha vuelto : criminal por omisión sin límites”.
La lectura de Jean Claude Milner,  atraviesa los sofismas de una comunidad cultural que se sostiene en lo políticamente abyecto, para confirmar las formas más descaradas del negacionismo contemporáneo por cuya obra y gracia los guerreros de los relieves ya no sonríen como los ángeles de las catedrales: tal vez se avergüenzan de la indignación selectiva y mísera del hombre ilimitado.  
Luis Thonis, agosto del 2006. 



[1] Les penchants criminels de l’Europe démocratique, Jean Claude Milner, EditionsVerdier,2003. Es curioso que pese a la fama del autor en medios psicoanalíticos se haya silenciado este libro digno de Freud, que nunca sucumbió al pánico como ideología ni  temió asumir el malestar  que hoy para Milner se llama Estado de Israel. Quienes han asumido algo de su lectura se han limitado al escolar anatema de que Milner se equivoca…en las fórmulas de la sexuación!...todo queda en “paz”, especialmente el efecto político del libro que desarma los públicos cautivos.
[2] En el libro de Milner se habla de lo lógico - políítico en referencia a formas limitadas de poder, por ejemplo, la democracia parlamentaria. La referencia no explícita es el Tratado-teológico político de Baruch Spinoza que aboga por la separación de político y lo teológico que está en la base de contrapesos del poder en el estado de derecho. Esto no existe en los estados totalitarios de Partido Unico ni en Estados teocráticos como Irán. Spinoza habla del derecho de guerra y anticipa los rasgos que caracterizan a un ejército democrático de uno despótico : en el primero los soldados son los mismos ciudadanos que, dice, no querrán la guerra por la misma guerra ni con motivo de conquista.
[3] Que la Tercera Guerra Mundial, que culmina en 1989 con la caída del Muro - aunque todavía hay letales estertores - haya sido llamada durante 45 años Guerra Fría habla de un curioso eufemismo ya que hubo más víctimas que las dos guerras anteriores.
[4] Claude Lanzmann ( Le Monde, 3/8/2006) observó que antes de la captura del sargento israelí (25 de junio), “se olvida de decir que los misiles ya llovían sobre Sedrot y el Sur de Israel”. El día 12 de julio, el  Hezbollah, dice, captura otros dos y en una emboscada donde matan nueve soldados judíos en la frontera norte de Israel. Los misiles apuntan sobre la alta Galilea. Haifa, ejemplo de ciudad cosmopolita, donde conviven civilizadamente judíos, cristianos y árabes, queda en ruinas. Al mismo tiempo, Nahariya, bajo el fuego de misiles, es transformada en  ciudad fantasma. Estas provocaciones que tuvieron una dura respuesta por parte de un Estado que venía de apalear a la propia población al retirarse de Gaza, acontecieron el mismo día que el Consejo de Seguridad iba a tratar acerca del programa nuclear iraní que está en el centro de esta sexta guerra ( luego de las de 1948,1956,1967,1973 y 1982)en Medio Oriente. Por la resolución 1556 del Consejo de Seguridad el Estado libanés debía desarmar al Hezbollah.  Hinde Pomerianec fue una de las pocas voces que recordó que bajo el fuego de los Katiushas también murieron niños israelíes y Amos Oz se detuvo en un aspecto olvidado en los comentarios : el uso de civiles libaneses como sacos de arena por parte de los lanzadores de cada uno de los 17.000 misiles que Hesbollah acumuló desde la paz de mayo de 2002.  Lejos de pedir perdón como Israel por la muerte de inocentes, los civiles son sus blancos preferidos. El ejército israelí avisó a la población antes de bombardear las plataformas lanza - misiles en Qana  y lamentó el destino final de la operación donde murieron 28 civiles según Human Right Watch. Lanzmann denuncia la hipocrecía y la “voracidad casi gozoza” de una prensa que negando todas estas evidencias trata de corroborar una supuesta “naturaleza criminal del pueblo judío”. André Glucksmann, por su parte, recordó que cuando Putin arrasó Grozni - Chechenia- dejando entre doscientas trescientas mil víctimas - decenas de miles de niños musulmanes - o los doscientos mil masacrados en Darfour, el Consejo de Seguridad no se reunió ni hubo ruido en la prensa. No se trata de evitar toda crítica a Israel, pero ocurre si hubiera una balanza “universal” donde sólo el musulmán muerto por Israel despierta la indignación universal, en tanto que las víctimas de los genocidios programados no tienen peso o no existen. La pequeña nota aparecida en Clarín(10/8/2004)- Whashington acusa a Sudán de genocidio - informa del asesinato de 50000 negros africanos( cristianos o animistas) y el desplazamiento de un millón y medio de personas por parte de la milicia musulmana de Janjawid que pudo continuar matando sin que mereciera siquiera la letra chica de la prensa mundial.
[5] La Europa Suicida, León Poliakov, 1981, Muchnik Editores, Barcelona.
[6] El gran Krahal/ Oro, Ediciones Thau, Buenos Aires, 1984.
[7] Henry Meschonnic, Le langage Heidegger, Puf, 1990. Este libro capital analiza detenidamente las mistificaciones del lenguaje por parte de Heidegger  que atrapado en el Ser y lo sagrado- que solo puede enunciarse en griego que más que una lengua es el mismo logos - es impotente para leer la tradición judía, por ejemplo, la chekhina, que habla no de la presencia de Dios, sino de su vecindad, habida cuenta de que su presencia sería insoportable. Esa separación es la que quieren abolir las ideologías fundamentalistas y teocráticas.
[8] Este hecho se entiende en cuanto esta clase era considerada la mejor del mundo. Marx le había dedicado El Capital y la consideraba elegida para consumar la lucha de clases. El furor nacionalista que creció luego del humillante Tratado de  Versalles combinado con la hiperinflación ( además del furor de Lenin y Stalin contra los socialdemócratas, llamados “socialfascistas”  y considerados los  peores enemigos por no renunciar al estado de derecho) torna verosímil el discurso de Hitler, que no es de “derecha” como lo ha demostrado Jean Pierre Faye sino una combinación de todos los enunciados aceptables que están en juego en ese momento : ayer y  hoy, el antisemitismo permite inusitadas convergencias.
[9] En la Cámara de los Comunes, luego de las claudicaciones de Munich - 20/9/1938- Winston Churchill dijo : “Francia e Inglaterra podrían haber elegido entre el deshonor y la guerra. Han elegido el deshonor y no podrán evitar la guerra”. Otra consecuencia lamentable fue que los ingleses para estar a tono con el clima pacifista de Munich hicieron la vista gorda ante las maquinaciones nazi - fascistas en Medio Oriente y se ocuparon de perseguir la inmigración clandestina de judíos a Israel.
[10] Recientemente, este médico de origen egipcio en un video difundido por la cadena de Quatar se pronunció respecto del actual conflicto entre Israel y el Hezbollah “ Oh musulmanes de todos los lugares, los llamo a combatir y convertirse en mártires en la guerra contra los sionistas y los cruzados”( Le Figaro, 27/7/2006) La ideología sunnita de Al-Qaeda considera a los shiítas de Hesbollah como heréticos pero el médico hoy los asocia un enemigo común y aparentemente cuestiona el terrorismo contra los shiítas en Irak. ( The Enemy of My enemy is still My Enemy, Bernard Haykel, The New York Times, 26/7/2006)La crisis de Medio Oriente tiene como telón de fondo un Islam dividido en facciones múltiples.
[11] Aunque nadie quiere reconocerse en él, José Stalin, continuando la teoría del imperialismo de Lenin, en Fundamentos del Leninismo,  Ed, Problemas, 1924)formula la todavía hoy vigente ideología tercermundista que supone la tesis absurda y demagoga de que los países desarrollados lo son por expoliar a los países periféricos y que tuvo consecuencias políticas gravísimas : para Stalin el emir de Afganistán  ( que puede sustituirse por un dictador de un país pobre como Mugabe) era “objetivamente” más revolucionario que un partido de izquierda europea como el laborismo porque la suya era una lucha por la independencia nacional. Esto explica que esa izquierda haya apoyado a feroces psicópatas como Mao( China), Ho-Chi-Min( Vietnam) Mengistu ( Etiopía), Enver Hoxa(Albania), Sekú Turé( Nueva Guinea), Pol-Pot( Camboya) , Robert Mugabe,( Zimbaube) , Fidel Castro( Cuba) y Kim-il Sung (Corea del Norte), estos tres últimos todavía en funciones. Esa misma teoría ha justificado los veinte millones de muertos de Stalin por la “presión del capitalismo”. La izquierda antidemocrática y adversa a Israel, continúa esta tradición y no es casual que justifique los actos de Hamas, Hezbollah, silencie el programa nuclear iraní y no diga una palabra de una cultura que se sostiene en el masoquismo sacrificial..
[12] Bref séjour à Jérusalem, Eric Marty, Gallimard, 2003.
[13] El general norteamericano Patton criticó a la línea Maginot como un monumento a la estupidez, al postular un tipo de defensa inmóvil en tiempos de guerras de movimiento.
[14] Diáspora/Holocausto/KBG, Luis Pan,  Grupo Editor Latinoamericano,1987.
[15] El libro de Rosenberg, Der mythus des 20. Jahrhunderts fue un éxito de venta y un catecismo cuyo mandamiento - “tu obligación es matar”-  era enseñado a las juventudes hitlerianas, una de cuyas fervorosas canciones decía : “ El Papa y el rabino que se larguen, fuera todos los judíos”. 
[16] Has Amin El-Husseini , agente de Hitler en Medio Oriente, era pariente de Arafat que adoptó ese nombre para ocultar su parentesco, aunque no sus simpatías que posteriormente  lo llevan a prologar a Hitler.
[17] En Egipto y Arabia Saudita hay reformas democráticas en curso, en Kuwait las mujeres por primera vez van al parlamento y la iraní  Maryam Radjavi cuenta que en la huelga de choferes en marzo hubo mil detenidos, a algunos se les cortó la lengua y se colgó a otros, entre otros sucesos ignorados por la ausencia de libertad de prensa. Dice que la mayoría del pueblo se opone a una teocracia sostenida por la Bomba y  crueldades inimaginables. (29/6/2006,Le Figaro)  El mismo Libano, como señaló Amos Oz, se ha liberado, “por una lucha heroica de una larga colonización siria” y ahora ha sido tomada como rehén por Hezbollah que cada día está más armado. (Le Figaro,20/6/2006)
[18] El conflicto Iraco-Iraní : Dar Al-Ma’ mun for Translation and Publishing., Baghdad,1981. Printed by : Third World Centre. El libro de Aziz contrapone el modelo del Partido Bass Arabe Socialista, el régimen “ nacional socialista” de Saddam a la revolución iraní : el punto de coincidencia con los ayatolas es la destrucción de la “entidad sionista” y eso se extiende a “estados traidores” como el Egipto de Sadat, asesinado por firmar la paz. Aziz proponía una alianza contra “la alianza Sadat-sionismo-imperialismo”.
[19] Ambas se oponen al fantasma racista de indivisión de la  sangre, como lo dijo en 1933, el cardinal Faulhaber, arzobispo de Munich : “No es la sangre aria que nos salva, es aquella que nuestro Señor Jesucristo vertió por nosotros en la cruz.” El tema de la sangre judía de Cristo reaparece en muchas prédicas de curas y pastores en esa época
[20] Jhon Locke recuerda en su Carta sobre la tolerancia que “ni los extranjeros ni aquellos que eran extraños al Estado de Israel, eran obligados por la fuerza a observar los ritos de la ley de Moisés ; por el contrario, en el mismo punto donde se ordena la ejecución del israelita idólatra( Exodo,22 :20,21), se ordena también que los extraños no deben ser vejados ni oprimidos”.
[21] Se trata del ataque sorpresivo del 5 de octubre de 1973, mientras sonaban las plegarias por parte de Egipto y Siria. Durante medio siglo la política norteamericana logró desactivar a Egipto, Jordania, Libia y Arabia Saudita de su obsesión por destruir a Israel que dio pruebas de convivencia con estos países, que están hoy a medio camino entre reformas democráticas y tendencias integristas que tienen en común el antisemitismo.
[22] Gran parte de los actos de Arafat - el atentado que siguió a cada intento de acuerdo pacífico - se explican por su admiración de Saladino, que prometió que nunca haría pacto alguno con los infieles a los que había que arrojar al mar.
[23] En el repudio a esta intervención - que fue tardía porque ya había doscientos mil víctimas - coincidieron casi con las mismas expresiones Jean Marie - Le Pen y Régis Debray ; ambos agitaron el fantasma del “imperialismo”.
[24] Laurent Dispot en Manifieste arcaique (B. Grasset, Paris, 1986), examina con detenimiento las formas de la modernidad que expulsan de sí lo arcaico generando utopías siniestras como el nazismo y el stanilismo que hace de la clase una raza. El nombre judío concentra la huella de lo arcaico pero a su vez no expulsa el espíritu crítico como ocurre en las demonologías.
[25] Pobre Bélgica, Editorial Losada., 1999 . Baudelaire no repudia lo moderno en sí mismo sino de la extinción de toda huella arcaica. En ese sentido nunca podría haber un Baudelaire judío por la singularidad arcaica que constituye ese nombre que no necesita de un dogmatismo antimoderno como lo muestran las novelas de Phillipe Roth.
[26] El “ama a tu próximo como a ti mismo” como el “no matarás” son mandamientos universales que exceden lo tribal. Un Jean Marie Le Pen,  lo tradujo a términos xenófobos : mi prójimo, dice, es mi vecino y no el inmigrante.
[27] Lo lógico-político es una categoría que el autor construye a partir de lo que Espinosa considera como lo teológico político. Es lo que queda tras la muerte de los dos cuerpos del rey( el humano y el divino) : la igualdad democrática se constituye a través de ese asesinato en la Revolución Francesa - lo que origina una sucesión interminable de golpes de estado y que está en las antípodas de la tradición anglosajona que no generó una República de Vichy ni derivó en el entusiasmo fascista o totalitario.
[28] El filósofo Raymond Klibansky, ( El filósofo y la memoria del siglo, Ediciones Península,199), al referirse a la lucha contra el nacional - socialismo recuerda los debates que hubo en Inglaterra en 1933 : “ El tema del debate que yo seguía entonces en la prensa alemana se formuló así : Never again will this House figth for King and Country, es decir, no volver a combatir jamás. El hijo de Churchill sostenía la tesis contraria, pero su adversario era mucho mejor orador y la asamblea se pronunció a favor suyo. Los que no estaban iniciados ignoraban que el voto no dependía de manera alguna del contenido, sino de la elocuencia, y se desentendieron. Fue portada en todos los periódicos, incluso en Alemania y en Italia. Sabemos que Hitler y Mussolini vieron en esto un signo de que los ingleses no se moverían. Ya se ve como los pequeños episodios tienen un valor histórico : aquello animó a los dictadores.”
[29] Bernard Henry Levi, que ha escrito un libro muy crítico sobre la prisión de Guantánamo,  se ha preguntado por qué José Saramago y otros intelectuales nunca hablaron del millón y medio de muertos afganos causados por ocho años de  bombardeos soviéticos sobre la población civil, o por los dos millones de cristianos masacrados en Sudán por el integrismo musulman, los cinco millones de muertos de la guerra civil en el Congo, genocidios olvidados como el de Etiopía por el régimen comunista de Mengistu, contrasta ( en 2002) las dos mil víctimas del conflicto palestino - israelí con millones de víctimas ignoradas y concluye que responde a una polarización monstruosa el “reducir a la humanidad sufriente a los rostros de los palestinos solamente” y  que hay en juego una tranquilizante metafísica de la víctima de una cultura que apunta a “nazificar” a Israel y de la cual sobran los hipócritas moralistas( Le Figaro,11/4/2002)[30] 
Basta leer en Carl Schmitt, teólogo de la política, FCE,  2001- el comentario que hace deldiscurso de Hitler ante el Reichtag del 13 de julio de 1934- titulado “El Führer defiende el derecho”- para reconocer al principal teórico de la decapitación jurídica de la República de Weimar - sustentada por un estado de derecho liberal considerado “impotente”- y la exaltación de Hitler que no defiende el derecho privado - las garantías individuales consideradas antialemanas e imperialistas - sino el derecho de soberanía de la nación alemana que supone una obsesión por el territorio y la identidad nacional, paranoia ante un supuesto complot financiero internacional judeo - norteamericano y  quejas por una deuda externa en manos de “la banca usurera”. Schmitt, curiosamente, es hoy la mayor referencia de la izquierda populista argentina, que mediante el decisionismo legitima las insólitas facultades extraordinarias permanentes..   
[31] Ionesco usa el humor negro ante las patrañas  informativas de la época, en la que destaca a “judíos franceses, corroídos por el izquierdismo” que  como algunos hoy, invierten las pruebas y hacen de Israel el agresor : “Quién pidió a los soldados de la ONU que abandonasen el Sinaí ? Desde luego, los egipcios, no es verdad ? Y por qué ? Sin duda, no para atacar a Israel ; sin duda, porque los egipcios no querían ser defendidos ; sin duda, porque los egipcios deseaban , a cualquier precio, hacerse exterminar por los judíos”( Diario,II, Guadarrama, Madrid, 1969)
[32] Una larga historia explica las reservas de Israel acerca de una fuerza multinacional en el Líbano, y menos liderada, como propuso Francia,  por el ejército libanés, que no pudo desarmar a Hezbollah que apunta a conseguir armas de destrucción masiva.
[33] Una prueba más de la indignación selectiva no sólo reside en la indiferencia por las víctimas civiles israelíes - mujeres y niños tomados como blancos - sino que esta valla haya sido comparada con el Muro de Berlín que tenía una función inversa : impedir que la gente escapara del imperio comunista, sostenido por la indiferencia europea que dejó que durante 45 años se masacrara a los pueblos del Este(1953 en Berlín - Este, 1956, en Budapest, 1968 en Praga, 1980 en Polonia) que tuvieron que llevar a cabo solos las sucesivas revoluciones democráticas.
[34] Esto tiene efectos en el derecho común : así el padre que le mataron el hijo, que es víctima a la mañana, al reclamar justicia, a la noche es convertido en “nazi” por los funcionarios del hombre ilimitado que viven en barrios protegidos. Están vinculados con los ideólogos del estado universitario global que tienen como función darle a un público el saber que este necesita escuchar, por ejemplo, el manifiesto que firman John Berger, Noam Chomsky, Harond Pinter y José Saramago titulado Israel es el verdadero responsable (Le Monde, 27/7/2006) que con total desfachatez invierten la carga de la prueba a propósito del conflicto actual : “El último episodio del conflicto entre Israel y Palestina se ha abierto con el secuestro en Gaza de dos civiles, un médico y su hermano, por las fuerzas israelíes. Es un incidente no mencionado en ninguna parte, salvo en la prensa turca.” Esta fuente exótica no es citada y no es necesario porque hay millones de personas ilustradas dispuestas a creerles, reproducir sus enunciados y convertir al agresor en víctima y finalmente modificar la historia  Esto se parece a un pasaje de una novela de Orwell : así se ha “escrito” la historia del siglo XX.
[35] No hay mejor testimonio que el antisemitismo actual lo continúa la ideología de la izquierda  tercemundista que el libro de Pedro Brieger, Qué es Al-Qaeda ( Claves para todos, 2006)que entre otras  “claves” que un público angustiado y bienpensante necesita creer, niega la Guerra de los Seis Días en el tema de los territorios ocupados, toma la paranoia de los líderes - que llaman a matar a dibujantes satíricos - como “críticas objetivas”, no dice una palabra de las crueldades de los talibanes o de los crímenes masivos de cristianos “pobres” e inofensivos en Nigeria, Sudán y Pakistán que se niegan a aceptar las leyes islámicas, ni de la condena a muerte de escritores críticos del Islam teocrático - totalitario como Ibn Warraq,etc. No explica por qué treta de la “globalización” o el “neoliberalismo”  los musulmanes se matan entre sí por decenas de miles en Argelia desde 1990, luego de la independencia obtenida en 1962 y la cruenta lucha con el SIF islámico. El libro de Brieger es un avance respecto a quienes en la Universidad se expresan como si la historia estuviera congelada en los setenta. Pero no registra el retiro israelí de Gaza, ni que éste sólo logró que Hamas sabotee los acuerdos de paz, tal como había ocurrido en el primer atentado a las Torres en 1993, como respuesta a la paz de Oslo y luego en el 2000 cuando Barak ofreció retirarse de los asentamientos. Brieger exime al Hesbollah  del atentado a la Amia porque “uno de sus máximos dirigentes nos aseguró en Beirut en 2005 que no actuaban fuera de su territorio”, como si uno fuera a preguntarle a Hermann Goering si Hitler tuvo algo que ver con el incendio del Reichstag. Existe la lectura de otra izquierda,  antitotalitaria y moderna, representada por Claudio Uriarte que en Esto significa guerra con anticipación describe la inevitable guerra de agresión que suponen para Medio Oriente los triunfos electorales de Hamas en Palestina y de Ahmadinejad en Irán
[36] Estado de excepción, Giorgio Agamben, Adriana Hidalgo,
[37] American Blas Box, Maurice Dantec, Gallimard, 2006.
[38] Nicolás Sarkosky al decir que es necesario ganar la guerra en Afganistán o denunciar la limpieza ética en el Tibet parece dar un giro a la política miserable de Mitterrand-Chirack.
[39] Maurice Dantec escribe: “ Esto me recuerda la guerra en Bosnia, cuando los musulmanes eran las víctimas del poder serbo eslavo de Milosevic, este vulgar jefe de gang bolchevique que tenía a su favor a los “intelectuales” revisionistas pro comunistas, como el célebre Svend Robinson y su NPD canadiense, también pro Arafat, pro-jihad y antisionista. Se hablaba de “beligerantes” de distinto tipo, pero nunca se oyó la palabra “comunista. En esa época, accoler las palabras comunista y criminal, lo hacía pasar a uno por un agente de la Cia o del Opus Dei ”. Esto que Dantec escribe en American Box alcanza un estatuto de deliro en los comentarios de la prensa argentina donde se ha ocultado a Milosevic como comunista: se ha llegado a hablar de la nostalgia de esos pueblos por el comunismo titista…

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