“Los árabes pueden perder muchas guerras;
Israel precisa perder una sola para
desaparecer del mapa” Ben Gurion
“Todo hombre que no haga sacrificios al culto de los ídolos será llamado judío”. El Talmud.
Hermann Broch afirmó que “el peor crimen de Europa es la indiferencia”, algo que en referencia al antisemitismo tuvo la forma de un “problema” que inventa a sus precursores. Para Jean Claude Milner esta historia reaparece en otra clave. Ha escrito un libro del que nadie parece haberse enterado, Les penchantes criminels de l’ Europe democratique ([1]), donde el nombre judío como universal singular afecta simultáneamente a la idolatría de los estados –nación ([2]) y a una globalización supuestamente homogénea: Israel es en ese sentido el único que no parece tener derecho a la existencia.
Mi lectura de este libro
polémico concierne a una historia donde se cruzan una máquina de hacer creer
con una máquina de matar donde el nombre judío tiene el lugar de un contratiempo sin
solución que alcanza al siglo XXI. ([3])
Al final de la Segunda
Guerra Mundial, los sionistas intentaron volverse europeos, evocando a Theodor
Herlz, que a partir del caso Dreyfus habló de la necesidad de un Estado, es
decir, de tener fronteras. Europa contribuye a su fundación en el mismo momento
en que se constituye, luego de 1945, la Comunidad Europea y cada vez más tiende
a identificar la globalización con la utopía de un mundo sin fronteras pese a
la existencia de estados como Corea del Norte que dispone armas nucleares que
pueden borrar en un parpadeo a Seul y a Kiotto, o de Irán, que, tres años
después de escrito el libro de Milner, acentúa el procesamiento de uranio con
el objetivo de poseer una bomba para, como declaró su presidente, borrar a
Israel del mapa.([4])
Cabe examinar el lugar del nombre judío en las décadas de 1920-1930. En La Europa Suicida( [5]) León Poliakov recorre a través de citas de escritores los anatemas de quienes se muestran menos preocupados por el posible rearme de Alemania que en sumarse a la alucinación colectiva acerca de una conspiración judía internacional. La peste puede ser comunista - los “judeos bolcheviques” - o norteamericana en cuanto se argumenta que el capitalismo financiero está dirigido por un sacerdote judío, que reside en “ el Vaticano de Nueva York”, en la plutocracia judía de Wall Street según escribe Hugo Wats en el Gran Kahal([6]), libro donde cuenta cómo los judíos a través de sus mujeres se introducen en las familias patricias argentinas con el objetivo del ascenso social y al mismo tiempo destruyen la tradición católica : prosiguen la misión de Judas por otros medios.
Se les atribuye haber
traído la peste a Europa por parte de la derecha y la izquierda. La Action
Francaise y L’ Humanité( 24/ 12/1920) ven venir la “enfermedad
Número 9” a París desde judíos inmigrados de Rusia o de Polonia.
Hasta el bastión del civismo francés, la Revue de Deux Mondes, trata de
los odios anticristianos de los judíos.
En la década del treinta
la situación se vuelve más dura y como lo ha analizado Henry Meschonnic([7])
hay una estrecha solidaridad entre el tema antisemita y el rechazo creciente de
las democracias.
Se tiene a los judíos por beneficiarios de la industrialización y la ciencia de la que se apropian mediante oscuras conspiraciones. Son culpables hasta de la gripe. Mediocres provocadores y escritores notables se purgan parafraseando el libelo de Maurice Joly, los Protocolos de los sabios de Sion , que habla de una conspiración mundial que sirve al antisemitismo para justificar sus prácticas. Hitler lo explota al extremo. Salvo Churchill, los dirigentes europeos se repiten que “Hitler quiere la paz”,
Littton Strachey aboga no
sólo por ésta sino por la supresión del ejército inglés, las manifestaciones
gritan “mejor Hitler que Blum ” y se va conformando el espíritu
derrotista de Munich que Chamberlain en 1938 resume a través del “ Try, try,
and try again”, dejando de lado el interrogante de si la paz no supone de
que hay cosas peores que la guerra - Auschwitz - algo que Karl Kraus enuncia
cuando dice de Hitler no se me ocurre nada, es decir,
piensa que hay que dejar de “interpretarlo” y se prepara para un combate que de
ocurrir antes lo hubiese detenido a tiempo.
El pacifismo se le “ocurren” muchas cosas y niega hasta el ridículo la inminencia de un Hitler armado hasta los dientes y que gran parte de la clase obrera alemana lo apoye desconcierta ([8]). Las ilusiones, lejos de ser meros argumentos falsos, refutables desde la lógica, son el combustible de las máquinas de hacer creer que confunden el anhelo de paz que sigue a la carnicería de la Gran Guerra con la negativa de reconocer y detener a tiempo el desencadenamiento letal de la Segunda.
Hitler quiere la paz, es
capaz de conmoverse; en el fondo, es inofensivo: con esta posición la vieja
Europa, ayer, le creyó más a un Chamberlain que a Churchill ([9]).
Hoy acaricia un sueño de plenitud y se
siente como civilización acreedora de las prometedoras figuras de lo ilimitado,
entre ellas, el bienestar y la paz que se hacen presentes con sólo anhelarlos.
La selva, sin embargo,
existe y está dentro y fuera de la ciudad.
En agosto de 2003, la opinión pública mundial logra que se posponga la lapidación de Amina Lawa, condenada por adulterio en Katsina, un estado del norte de Nigeria donde rige la ley de la Sharía y en febrero de 2005 en Alemania, Hatin Suruco, una joven berlinesa de origen turco, 23 años de edad, recibe tres balazos de sus propios familiares por adoptar formas de vida occidental. La lapidación de mujeres en países islámicos ocurre “afuera”, en Nigeria, que tiene una constitución republicana desde 1998 y ha adhiere al estado de derecho pero que es amenazada por fundamentalistas internos y externos El dicho “pueblo chico, infierno grande” rige hoy a nivel planetario.
El asesinato de la joven
berlinesa acontece en el barrio de Templetot donde se desconocen los hechos de
sangre: el afuera ha entrado en el adentro y los fanáticos experimentan su
identidad amenazada por las figuras de la modernidad y pueden pasar desde el crimen ritual a los
mega - atentados.Recordemos las
declaraciones poco simpáticas del médico egipcio Ayman Al Zawuahiri,
considerado el número dos de la multinacional terrorista Al -Quaeda,
en un audio emitido en mayo de 2003 y difundido en diversos medios
periodísticos, donde llamaba a continuar la Jihad del 11 de septiembre:
“Los cruzados y los judíos entienden sólo el lenguaje de la muerte y de la
sangre. Solo pueden ser convencidos a través de ataúdes, torres en llamas y
economías devastadas.” ([10])
El mundo occidental
traduce estos dichos a una “guerra de civilizaciones” de tipo cultural en tanto
los profetas de la Gran Jihad planetaria apuntan no sólo contra la alianza “cruzado - sionista” sino también
contra los musulmanes moderados, considerados apóstatas.
El cineasta Theo Van Gogh
fue asesinado por haber hecho un film sobre el trato que reciben las mujeres
musulmanas - la autora del texto, holandesa de origen somalí, Ayaan Hirsi Ali,
tuvo que refugiarse en EEUU - y se llama a asesinar a los que hicieron
caricaturas de Mahoma. Esto nada tiene que ver con la lucha de opresores ricos
contra oprimidos pobres, tranquilizante lectura en la que coinciden teocracias
que hambrean a sus pueblos y un tercermundismo que apoyó las peores dictaduras
del siglo veinte( [11]
). El tercermunismo es una ideología europea como ha mostrado Eric Marty ([12]),
que se genera del fracaso de la universalidad francesa cuando la revolución
culmina en Napoleón. En esta concepción todas las personas son como nosotros,
es decir, se plantea como una Naturaleza administrada por intelectuales,
“expertos” en la Humanidad. Israel no se fusiona ni reduce a esta simplificación.
Es un pueblo multiracial, formado por negros, orientales, eslavos, etc, y un
Estado - el único en el mundo cuya existencia es discutida - donde desde su
fundación los árabes gozaron de todos los derechos (el parlamento incluido) y
nunca fue capital de ningún imperio. Luego del fracaso político del
tercermudismo en tres continentes se ha acentuado la representación de Israel
como prolongación o marioneta del imperialismo norteamericano. El universalismo
francés es antagónico al universalismo judío porque, escribe Marty, el ideal
sionista es la única utopía del siglo XX que ha tenido éxito “sin
producir un monstruo como el homo sovieticus o el hombre ario y no es simplemente con un porvenir demiúgico
que lo ha compuesto sino con el hombre originario que había en ellos: el
hebreo.”
Habría que decir que la Asamblea General de 1791 otorgó la emancipación cívica y política a los judíos que Napoleón extendió a sus territorios conquistados, suprimidos nuevamente en Alemania por el edicto del 4 de mayo de 1816, criticado por la prensa liberal. No pocos se preguntaron cómo en la Francia laica y republicana, la de la revolución liberal del 48 o la rebelde de la Comuna de París en 1871, la de las asociaciones obreras, los partidos políticos y la separación de la Iglesia del Estado pudo ser tierra de cultivo para un caso como el de Dreyfus, judío alsaciano perteneciente a una familia rica. En la Francia de 36 millones de habitantes donde los judíos no llegaban a cien mil se azuzaba el temor de una conspiración hebreo masónica que culminaría por judaizarla. La Francia Judía de Edouard Drumond, hábil demagogo al estilo de Goebbels, interesó a todas las clases sociales y fue la matriz de epígonos que dieron a luz La Alemania Judía, La Austria Judía, La Rusia Judía, La Inglaterra Judía, etcétera, generando una renovada oleada antisemita.
No es casual que esta
lectura de la historia sea posterior a la derrota de Sedán en 1870 donde
Francia pierde Alsacia y Lorena ante Alemania y despierta el chauvinismo.
Alfred Dreyfus reunía todas las condiciones para ser la víctima propiciatoria de la traición a la patria y para explicar la derrota por su entrega a los alemanes de los datos defensivos ofensivos de ejército francés. No hubo un general Patton que hiciera una ironía([13]). Hasta el socialista Jean Jaurés, ni bien iniciado el caso se preguntaba: “¿Cómo es que todavía no lo han fusilado?”, algo que Drumont celebraba en La Libre Parole al grito de: “¡Bravo, monsieur Jaurés!” ([14])
Con posterioridad, Jaurés
cambió de parecer y como dirá León Blum se volvió contra el atacante,
criticando sus errores y los del Partido Socialista que consideraba el “affaire Dreyfus” como perteneciente al mundo de las relaciones capitalistas
y ajeno a los problemas de los trabajadores, dando el ejemplo de cómo una
lectura basada en el árbol de la lucha de clases impide ver el bosque.
Lo insoportable del
judaísmo
es que ha ganado la guerra de lo arcaico. No se ve obligado a estafar
los orígenes atribuyéndose una pureza étnica, ni mediante la ingeniería social
fundar un hombre nuevo. Y se ha incorporado al mundo moderno produciendo
tecnología, innovaciones científicas, medicamentos que utilizan los países
árabes y mediante una sociedad pluralista pese a estar permanentemente sitiada
y bombardeada.
El terror es el precio
que pagan las culturas impotentes ante el origen para darse una
identidad mítica como la alentada por uno de los ideólogos del nacional
socialismo, Alfred Rosenberg: “Hoy despierta una nueva fe: el mito de la
sangre, la creencia de defender con sangre la esencia divina del ser humano. La
sangre nórdica representa aquel misterio que sustituye a los antiguos
sacramentos”([15]).
Luego de la guerra de los Seis Días se inventó el mito palestino. Fue el colmo
de la mitificación. En ningún documento filmado en Judea Samaria, luego de la
guerra se ningún árabe interrogado en Nablin, Ramallah o Bethlehem se define como palestino. Ese
mito no era conocido ni por el periodista que hacía el reportaje ni por ningún
árabe entrevistado que decían que su país era Jordania, no sabían a qué
atenerse, no tenían problema en volverse residentes de Israel, decían que los
israelíes eran corteses y que con ellos se podían entender. En la filmación el rey
Hussein, que no menciona tierras palestinas ni a palestinos, la OLP que luego
intentará derrocar a Hussein no aparece. Hay un poema incluso de Leónidas
Lamborghini, De Suad, donde la mujer quemada por su familia por tener un hijo
extramatrimonial es llamada cisjordana y no se puede considerar al poeta de “sionista”.
Luego de ser derrotadas las tropas de Arafat van hacia el sur del Líbano donde
inician masacres y comienzan una serie de ataques terroristas a escala
internacional como la matanza de Munich en 1972.
El nombre, Israel, le es
concedido por Dios a Jacob tras luchar con El toda la noche y darse una
identidad, previa a los Estados -
nación.
El pueblo palestino
comienza a ser mencionado - nace a lo político - en 1967. Hasta entonces era un
huérfano de padres que no podían implementarlo.
A diferencia de las naciones árabes, Israel ha reconocido la identidad
palestina : uno de los primeros actos de la ocupación israelita luego de
la Guerra de los Seis Días fue abrir las universidades palestinas, prohibidas
bajo el gobierno jordano, que obligó a Arafat a instalarse en el Líbano, desde
entonces convertido en un país rehén del terrorismo integrista. La ignorancia
voluntaria de la mayor parte de la prensa pasa por alto que las naciones árabes
cuando han tenido que actuar ante el “problema” palestino han respondido por
masacres en masa (Jordania), guerras civiles sangrientas (Líbano) o por
deportaciones masivas.
Las actividades de Arafat
en el Líbano han sido voluntariamente desconocidas. La crónica de sus crímenes
es interminable. Gustavo Perednik las recuerda en Arafat en el Líbano: “ La
primera de una larga serie de matanzas contra cristianos, se produjo en el
monasterio de Deir Ayach, el 3 de septiembre de 1975, donde palestinos
asesinaron a tres monjes, Boutros Sassine, Antoine Tamini y Hanna Maksoud. El
mundo no protestó. Los lugareños cristianos que vivían en las cercanías
huyeron, y los agresores destruyeron la aldea. Los palestinos liderados por
George Habash y Nayef Hawatmeh atacaron asimismo la localidad de Beit Mellat y
asesinaron a los aldeanos que cayeron en sus manos. El siguiente año fue
crítico. El 15 de enero de 1976, los palestinos asolaron Kab Elias, una aldea
mixta (cristianos y mahometanos) en el valle de Bekaa. Diez días después,
dieciséis cristianos fueron asesinados y veintitrés heridos. Los cristianos
iniciaron su éxodo a Zahlé, Beirut oriental y Jounieh. En por lo menos dos
ciudades, Damour y Jieh, las bandas palestinas cortaron los dedos de niños
cristianos para asegurarse de que no pudieran disparar armas. Las iglesias de
Damour fueron profanadas y trescientos habitantes masacrados. No hubo
protestas. El 19 de enero, la aldea de Hoche Barada fue enteramente demolida.
Otro grupo fundado por palestinos, el Ejército del Líbano Árabe, destruyó la
ciudad de Aintours. Tres cabecillas del grupo recibieron la misión explícita de
llevar a cabo masacres que sometieran a los cristianos libaneses al Estado en
formación de Arafat. Samir Abou Zahr, lideró la masacre en Emir Bechir (donde
las víctimas fueron asesinadas mientras dormían), Mostapha Sleiman hizo arrasar
la ciudad de Checa, y Moiin Hatoum atacó los cuarteles de Khyam matando a más
de treinta soldados libaneses. Los cristianos solicitaban auxilio de un mundo
que permanecía silencioso. Y el vecino del norte, que siempre había descrito al
Líbano como su «natural zona de influencia» se regodeaba en oír ese silencio.
Las tensiones étnicas se extendieron y los drusos, solidarios con la OLP,
comenzaron a hostilizar a los cristianos. Éstos pidieron un alto el fuego, pero
el líder druso Kemal Jumblatt no lo aceptó. Con la excusa de ese rechazo, el 31
de mayo Siria invadió el Líbano, esgrimiendo la curiosa explicación de que su
presencia protegería a la minoría cristiana de la creciente hostilidad
islámica. Una vez que el ejército de decenas de miles de soldados sirios se
hizo fuerte en el país, se lanzó a la operación inversa a la anunciada. En los
bombardeos subsiguientes, más de quinientos civiles cristianos fueron
asesinados. Al año siguiente, los sirios mataron a Kemal Jumblatt (16/3/77) y
enviaron grupos guerrilleros para someter a las aldeas cristianas, en las
cuales más de mil pobladores fueron asesinados.
Sólo en Deir Dourit, devastada por completo, murieron doscientos setenta y tres. Ni una palabra de queja en el mundo entero. 1978 fue el año de la apropiación siria del país, y el otrora Líbano independiente moría asesinado. Sami Khatib, instalado por el gobierno sirio como agente de seguridad, fue directamente responsable de la detención, tortura y desaparición de miles de libaneses opuestos a la invasión. Ni una condena, lamento o queja de nadie. El 27 de junio un escuadrón sirio conducido por Ali Dib arrastró a veinte jóvenes de sus camas en las aldeas de Kaa y Ras-Baalbeck, y los fusiló sin juicio ni acusación alguna”.
Sólo en Deir Dourit, devastada por completo, murieron doscientos setenta y tres. Ni una palabra de queja en el mundo entero. 1978 fue el año de la apropiación siria del país, y el otrora Líbano independiente moría asesinado. Sami Khatib, instalado por el gobierno sirio como agente de seguridad, fue directamente responsable de la detención, tortura y desaparición de miles de libaneses opuestos a la invasión. Ni una condena, lamento o queja de nadie. El 27 de junio un escuadrón sirio conducido por Ali Dib arrastró a veinte jóvenes de sus camas en las aldeas de Kaa y Ras-Baalbeck, y los fusiló sin juicio ni acusación alguna”.
La ideología franco -
palestina, mundialmente extendida, olvida que el mufti ([16])
de Jerusalem fue financiado por Mussolini en 1936 y se puso al servicio de
Hitler en Berlín fundando la legión árabe - nazi llamada los “Freies Arabien”,
combatida por los ingleses y que apuntaba a hacer un Auschwitz en el Medio
Oriente.
Asombra que se desconozca la presencia de
judíos en Hebrón y los pogroms de 1929, el encuentro en 1934 del emir Shakir
Arsalan, representante de la delegación
sirio palestina y Mussolini, preludio de la campaña de terror antisemita en
Jaffa en 1936 y las miles de peripecias que pasaron los judíos en toda Europa
para llegar a lo que Ben Gurion llamaba “la tierra ancestral”.
Ideologías teocrático-
totalitarias como el wahabismo, lejos de representar a los supuestos
pueblos oprimidos “expresan” la respuesta de conjurados multimillonarios que
promueven una Jihad expansiva como respuesta a los esbozos de democracia
en los pueblos árabes que han sido sacudidos por la globalización económica
pero sobre todo mental.([17]).
Para algunos la ocupación de Irak es la causa de todos los males, pero el
antioccidentalismo y antisionismo eran anteriores ya que las distintas
versiones del integrismo totalitario apuntan - y Europa quiere ignorarlo - a
terminar con la civilización judeo - cristiana y las democracias que corrompen
las costumbres, instituir un Califato en
La Meca, “recuperar” la España anterior a los reyes católicos, y, sobre todo, destruir el Estado de Israel,
obsesión recurrente desde 1948.
El objetivo del
terrorismo es infundir el pánico, tratar de maximizar intencionalmente el
número de víctimas entre civiles indefensos, exponer al martirio a
la propia población utilizándola como saco de arena o escudo humano y hacer del
Islam una religión de intolerancia. Es ingenuo pensar que si no existiera
Israel, sus enemigos arrojarían las armas y lo humano abrazaría las formas más
disolutas.
Más allá de las críticas a la invasión de Irak o la condena a
los hechos de tortura y la falta de sustento jurídico de la prisión de
Guantánamo, hay que recordar que Saddam Hussein premiaba con cuantiosas sumas a
las familias de los homisuicidas que se hacían volar entre civiles judíos
y Tareq Aziz([18]),
el intelectual del régimen proponía destruir la “entidad sionista” expandiendo
el panarabismo del partido Baaz. El tema de la destrucción de Israel - la no
aceptación de su existencia, salvo como ruse de guerre - estructura las
prácticas de los integristas radicales, como en el siglo XIX lo hiciera la
cultura europea a través del Judenproblem.
El antisemitismo fue una
construcción de siglos que hicieron cristianos y católicos. Desde Pio XI -
llamado el Judenpapst - se ha ido abandonado hasta el reconocimiento de
una civilización común basada en la tolerancia.([19]).Se
hace innecesario proponer como Bruno Bauer
al judío que deje de serlo - que abandone sus ritos, lengua y estudios -
para integrarse, disolverse en la Europa moderna como un ciudadano más. Hoy lo
invitaría a quitarse la kipá y ponerse una gorra de béisbol.([20])
.
En La Cuestión Judía,
el joven Marx polemiza con Bauer, afirmando que el judío se ha independizado y
su espíritu práctico es ya el de los pueblos cristianos. Los judíos no sólo son
capitalistas sino que éste mismo es “judío” y mediante el Judentum
designa según Milner “el servilismo por el dinero de todos los actores sociales”.
Para Marx, el mundo ya es judío, luego no hay lugar para el judío en
el mundo.
Heidegger postula una
Grecia de Bazar y olvida para los griegos no hay un lugar originario del Ser,
la casa de Ulises - oikos - es todo el Mediterráneo : el daimon
del comercio, el antiproteccionismo, el liberalismo cultural y étnico, el
“origen” de la democracia. Lo arcaico en los griegos y los judíos tiene que ver
con la apertura al otro, la colonización, el mestizaje y no con un Ser
abstracto ajeno a las mutaciones de la técnica o el lenguaje. Aunque no tenga
un peso, el judío de Marx no puede ser pobre o proletario porque se ha
secularizado totalmente en la sociedad burguesa, “potencia mundial”, que es
judía y que mediante la dialéctica pronto tocará a su fin. Sea por la clase o
la raza elegida, el judío está de más.
Hitler en Mein Kampf identifica el dinero con el mal y a éste con
los judíos capitalistas que conspiran contra el noble ario alemán.
En la época de la
declaración de Balfour - 1917- que reconoce el derecho de los judíos a tener un
hogar nacional no había estados ni mapas árabes. Estaban diseminados en el
Imperio Otomano, eran en la versión de Lawrence, las tiendas, el desierto, la
hospitalidad, en fin, eran más “poéticos” que los hoscos judíos
Desde los años 60 se verá
que Estados Unidos - con objeciones como la invasión al Líbano, o críticas a
quienes sueñan con un Gran Israel - siempre ha apoyado al Estado hebreo
mientras que el bloque soviético armaba a los estados árabes que continuaron
con ataques sorpresivos como en la guerra de Iom Kipur( Día del
Arrepentimiento),1973, y fueron perdiendo las posiciones estratégicas que les
posibilitaban tener encañonado a Israel.([21])
La UNESCO financió
manuales con un grado de antisemitismo que hubiera aplaudido Goebbels para
educar a niños palestinos. Arafat nunca los sacó de circulación como acordó en
Oslo([22])
que los ideólogos presentan como “militantes que luchan por la liberación” a
quienes practican el suicidio asesino y justifican una cultura que apunta a la
producción de mártires. La actual
negación de la historia se constata en el lugar que los palestinos ocupan en
las cartas nacionales árabes: la pobreza del pueblo y la falta de una educación
moderna les interesa menos a sus dirigentes que la destrucción de Israel. El
retiro israelí de Gaza, como otras tantas veces, fue interpretado como una luz
verde para sabotear los acuerdos por parte de Hamas y Hezbollah, financiados y
armados por Siria e Irán que demuestran que para ellos no se trata de cuestión
de territorios sino de eliminar a un pueblo. La carta fundacional de Hamas es
un delirio criminal.
Es también falso que haya
una animadversión contra una etnia específica por parte de Estados Unidos o
Israel. En los Balcanes la intervención de la OTAN detuvo la “limpieza étnica”
de los serbio comunistas (cristianos) sobre los musulmanes bosnios ([23]). Milner observa que el Estado de Israel no le
plantea ninguna dificultad a los Estados Unidos, país que puede hablar de
conflictos - negros, indígenas, indocumentados - pero nunca postuló un
“problema judío”. En cambio, para el paradigma pacifista que Europa instituyó
en cultura luego del 45, constituye un recuerdo insoportable :
corroe la fantasía de Unidad, es la reaparición de una pesadilla que creyó
haber resuelto cuando buscaba una solución simple, moderna, “ práctica” de un
problema arcaico como si tuviera que resolver el problema de las mareas o el
pauperismo.([24])
El siglo XIX descubrió el
régimen de lo ilimitado, descrito en los vagabundeos de Rousseau que busca una
Naturaleza que ya no está en ninguna parte, o los cruces de la ciudad y la
multitud en Baudelaire que en La Belgique déshabillé( [25])
habla del pavor a la extinción de lo arcaico y reconoce al hombre
ilimitado, el “belga”. Algo se ha perdido en el repertorio de las nuevas
costumbres, y no le basta con retornar al Paris “limitado” de los cisnes y las
viejas, culmina aferrándose al Syllabus de 1864, la enumeración de los
errores modernos según Pío Nono que no logra evitar el error “viejo” del
antisemitismo.
Cuando Pablo de Tarso enuncia que todos los hombres han pecado en Adán y que todos los hombres son salvados en uno solo, Jesús, extiende una simetría entre “todos” y “uno” logrando que la expresión de que todos los hombres son salvados en Jesús tenga una equivalencia lógica en el enunciado “todos los hombres han pecado en Adán” ([26]). Nace lo que Milner llama lo lógico - político ([27]) donde la oikoumenè, la humanidad, y la ecclesia se sustituyen a la polis y el Imperio como modelos del politikon.
Carl Schmitt designa al
pueblo como un todo limitado que define lo que le pertenece y lo que no y
culmina aprobando las reglamentaciones nazis de 1933 donde no hay lugar ni para
los que piensan diferente ni para los que se diferencian por el nombre. Aunque
Milner lo pase por alto, el concepto de “soberanía” culmina con una oración
para Hitler. La sociedad - ese todo limitado - es un bosque virgen cuyo
Gran Guardabosque es el Líder. La sociedad moderna es ilimitada y la política,
tal como ha sido configurada por la historia, opera con todos limitados. Las
dos estructuras entran en colisión. Un ejemplo está dado por el problema de las
jubilaciones, que nace de dos demandas; que la vida humana sea ilimitada - como
la Sociedad - y que el tiempo de trabajo
sea limitado - como la política.
La guerra, la victoria
sobre el Eje, que posibilitó el progreso, la vida y la libertad, ahora aparece
como un límite a la sociedad. Recordemos que al inicio de la Segunda Guerra
Mundial, Europa se niega a ayudar a los republicanos españoles para no
incomodar a Hitler, el appeasement reina en Oxford y las discusiones lo
envalentonan. ([28]).
Luego de la guerra de
1914, las figuras giran hacia lo ilimitado y estamos ante el pueblo total,
el Estado total, la nación total. Los grandes mitos colectivos del nazismo
y del comunismo toman por asalto a las democracias liberales, que no disponen
de ninguno: es un retorno deformado de lo “religioso” - idolatría de la raza o
la clase - sobre lo lógico político. En los cristianos sin Iglesia de la
tradición protestante norteamericana hay todavía técnicas de limitación. El
nombre judío suena como un no al pueblo y Estado totales. La modernidad
política posibilita que los judíos se conviertan en burgueses cultivados de un
Estado nación reglamentado por los derechos del hombre, muchos hijos de
banqueros se vuelven eruditos y todo hace pensar que “el problema judío” se ha
resuelto en países que han entrado en la modernidad antes de 1914.
Los estados - nación se hacen sentir. Para disuadir a los judíos argelinos de instalarse en Francia se firma el decreto Cremieux. Son los ideólogos de los todos limitados, nacionalistas a ultranza, los que desarrollan el antisemitismo más descarnado. Se oponen a la ilimitación moderna y acusan: los judíos no tienen territorio, son el dinero que circula sin fronteras, el mercado que se extiende al mundo entero. Según la paranoia antisemita de ayer, los judíos desde lugares secretos manejaban los hilos del capitalismo mundial. Hoy, Israel, está ausente entre los que manifiestan sobre las injusticias de la globalización en Seattle o en Génova, critican ferozmente a las democracias y aplauden a las dictaduras. Les son indiferentes las masacres que puedan ocurrir en Sudán, Somalia, o Zimbaube o en el Congo aunque se trate de millones de personas porque les importa menos limitar a los déspotas de pago chico que luchar por los derechos del hombre ilimitado.([29])
Las víctimas que no se
acomodan a los caprichos y a las fobias de manual no existen o pertenecen
a la clase de los victimarios. Europa siempre quiso darse un origen “puro” que
nunca existió, porque la lengua misma es efecto de cruzas y el Mediterráneo una
mezcla de tierras. Se odia en lo judío la articulación singular de lo
arcaico con lo moderno, la coexistencia posible del arte con las
invenciones de la ciencia. El pensamiento de Heidegger es impotente para
resolver esta complejidad y se vuelve contra la técnica, expresión de lo
ilimitado.
En Europa predomina la
paranoia de las raíces, de una lengua única, pura, que olvida que “ario”
proviene de un pueblo llamado arya que hablaba sánscrito. Simone Weil no
ve con simpatía a los judíos, ese “puñado de desraizados que ha causado el
desraizamiento de todo el globo terrestre...”. Raíces: punto de delirio
colectivo en las humilladas élites de los estados nación. La “religión” del siglo veinte está en curso.
Ante la crisis del parlamentarismo, el nazismo plantea la idolatría de la Nación - Estado : la soberanía misma ante la cual las garantías individuales ceden. Se rompe con el modelo hobbesiano donde el Estado es un límite en la guerra de todos contra todos. El estado nación se asimila al Estado de excepción de Carl Schimitt ([30]) Hitler proclama su obsolescencia ante el pueblo más instruido del mundo. Ya no hay un elemento tercero - lo lógico político - entre el Líder y las masas: algunos escuchan el lenguaje del Ser y Wagner en Parsifal (ópera preferida de Hitler) traza el culto del superhombre “ purificador”, hace de él un Cristo de sangre aria. Heidegger define Alemania como el país que tiene más vecinos : odia las figuras de la ilimitación, sea en la toda potencia de la técnica, sea en el vértigo de la sociedad moderna que había nacido de la limitación al monarca en cuanto a los impuestos y las guerras.
Fundadas en el derecho
natural, las garantías individuales desembocan en el pluralismo. Es un paso
previo al estado liberal, donde Estado y sociedad no coinciden como en el caso
del Estado total. Carl Schmitt contribuyó a liquidar la democracia representativa
sin lograr imponer un nuevo tipo de constitución que ligara Estado y derecho, y
Hitler resolvió los problemas de la inflación y la desocupación. Era admirado.
Auschwitz no es un castillo gótico. Es el lugar donde la química industrial
moderna, la taylorisación del trabajo y la arquitectura funcional se combinan.
No se emplea ningún arma ni gas de combate. Los judíos no son considerados
objetivos militares. El exterminio es parte del trabajo industrial, situado en
un régimen de producción: Auschwitz era una usina, Treblinka una cadena de
muerte, Belzec un laboratorio. Milner escribe: “La cámara de gas no se
comprende por la guerra solamente, sino por la paz que la guerra prepara y que
debe ser judenrein. Ella es el primer monumento de esta paz por venir,
que según los dichos de su arquitecto Speer, Hitler poblaba en sus sueños de
construcciones gigantescas. En la anticipación de una victoria tenida por
segura, la cámara de gas es a la vez Arco de Triunfo y Ara pacis”.
El problema judío requería una invención técnica como la cámara de gas. Es cierto que también polacos, homosexuales y comunistas fueron gaseados. Pero ningún nazi pensó en un mundo sin ellos. Hitler logró el objetivo : después de 1945 Europa es judenrein, está limpia de judíos, especialmente en el Este. La cortina de hierro contribuye a recubrir el horror de las stasi en las “democracias populares”. Girardoux escribe en Plenos Poderes, en los primeros meses de 1939 que él se siente honrado porque Francia ha recibido a hermanos de “la civilización europea que nos ha sido dada”, lástima, dice, que “han entrado entre nosotros, por una infiltración que he ensayado en vano encontrar el secreto, cientos de miles de askenasis, escapados de guetos polacos o romanos...Horda...que en su constitución física precaria y anormal llena por miles nuestros hospitales”
Girardoux, por un lado,
celebra anticipadamente la Unidad Europea, por otro, localiza a una horda judía
agazapada que conspira con la fantasía de indivisión. El sueño de 1939 se
constata como imposible pero que se realiza luego de 1945, donde “la horda
sucia y enferma”, ajena al linaje europeo, había sido gaseada por Hitler, no
había moros en la costa y Europa podía plantear el problema de su unidad.
Milner constata que la Unidad Europea reposa sobre seis millones de askenasis
asesinados. Expone cómo el exterminio de judíos
es una marca indeleble del Zyklon B que habla de una victoria intestina
de Hitler al haber encontrado una solución final que posibilitó la unificación. Si se quiere la paz, hay que
cerrar el libro de la historia y su enseñanza se suprime de los programas
escolares. No puede haber nada que preceda la reconciliación de Francia con
Alemania. Todos los conflictos - desde la pasividad ante ataque soviético a
los países bálticos y al Este primero, y a Afganistán después, pasando por
Vietnam y toda Indochina, el conflicto de Medio Oriente, la matanza en los
Balcanes y la guerra en Irak - son abordados por lo que Milner analiza y llama
“una axiomática para bebés”.
Nietzche - para quien lo judíos eran lo mejor de Europa - había notado que el gobierno del mundo es un tema que no interesa a las burocracias bienpensantes. Todas las lamentaciones ante el Holocausto se volvieron crimen de indiferencia cuando en 1967 los funcionarios de la ONU, ante el pedido de Nasser, alentado y armado por los soviéticos, autorizaron el avance de las fuerzas árabes. Eugene Ionesco, en total soledad intelectual, lo recuerda en su Diario Intimo hablando de un nuevo genocidio planeado contra Israel.([31]) Cuando se habla de la ocupación de territorios, se suele olvidar que hasta esa victoria durante diecinueve años Israel estuvo apuntado por cañones([32]) , del mismo modo que antes de la construcción de la valla de protección en Cisjordania entre 2001 y 2004 estuvo expuesto a una ola continua de atentados que causaron más de mil víctimas civiles.([33]). Los atentados cesaron, pero la valla ha sido condenada hasta por la Corte de La Haya, lo que demuestra la indiferencia del derecho internacional cuando las víctimas son judías.
Europa pronto se
pronunció ajena al paradigma anterior a 1945 que rezaba que la victoria es
bella y tanto más cuando más completa es, que la derrota es odiosa y no hay
derrota que sea honrosa y la justicia puede existir en el campo de los
vencedores, algo que contradice Simone Weil al llamar a la justicia,“ fugitiva
del campo de los vencedores”, postulando que la derrota es más noble que la
victoria. Una derrota militar puede convertirse en una victoria moral y la
acumulación de ellas puede generar una legitimidad política: “El paradigma
civilizado no detesta la guerra ni reverencia a la paz. Tampoco reverencia a la
derrota. Lo que detesta es la victoria”, escribe Milner.
Francia vencida se vuelve el país de la Justicia por la explotación del paradigma civilizado. Nada queda de esa nación temible capaz de llevar sangre y fuego a toda Europa con Luis XIV o Napoleón. Ante la nueva Europa, Israel, figura heredada de la guerra, suponía un nuevo escándalo,: la victoria y la justicia podían coexistir, mal que les pese a sabihondos personajes. Antes, la guerra era necesaria ; ahora se vuelve insoportable. Recuerda un 1945 que se trata de borrar. Por la victoria, Israel pasa al bando de la Injusticia. En Oslo, por última vez, Israel trató de volverse un Estado europeo. El terrorismo dijo que no. Para el paradigma civilizado, Israel debería replegarse sobre lo que existía “no antes de 1945, ni siquiera antes de 1815, sino al tiempo de Saladino.”
La distensión europea ayer trató de no inquietar al ogro soviético y “comprendió” las masacres tras el Muro y las fechorías de Andropov hasta que desde Berlín apuntó con los SS 20 y los ideólogos del desarme unilateral balbucearon como lo hacen hoy ante la evidencia del programa nuclear iraní.
En el paradigma palestino
- a la inversa del vietnamita que asombró al mundo por la variedad de sus
estrategias militares - se trata de lograr la victoria mediante la producción
serial del martirio: “Multiplicar los muertos sin defensa, simular no estar
armado, elegir las tácticas de la derrota, programar la inorganización material
y moral de las propias poblaciones” son procedimientos que apuntan a hacer de
la violencia más ciega el testimonio acerca de quién es el más débil. Los
estados árabes contribuyen : a pesar del petróleo y las limosinas, tienen,
escribe Milner “necesidad del palestino miserable ; hablando claro, tienen
necesidad del palestino muerto. Lo peor que podría ocurrir sería que el
palestino deje de sufrir y de morir; la perpetuación del nombre árabe
aparecería como la perpetuación de la miseria organizada y el embrutecimiento
programado.”
En este pasaje de los
relatos de liberación a la victimización, la industria del oprimido continúa
por otros medios y explica por qué a cada gesto de paz en Medio Oriente lo
ha seguido una ola de atentados: “Europa ha establecido sus equivalencias desde
ese paradigma: la victoria es odiosa, la derrota es noble; el fuerte en tanto
que tal es injusto, el débil en tanto que tal es justo.”
Podría decirse que hay
siempre un judío de más y un palestino de menos: los discursos del estado
universitario global – inseparables de la Europa actual- tienden a “completar”
a ese palestino hipotético que no puede constituirse en Estado, obviando el
papel de los dirigentes y la lucha interna en el interior del propio pueblo.
Arafat fue la mejor encarnación del Justo perpetuo a pesar que instituyó el
terrorismo en las bases de su cultura. Poco importó que hubiera prologado y
difundido Mi Lucha de Hitler, un libro que es best-seller en el
mundo árabe. Lo que no se sabe es hasta qué punto los palestinos han asimilado
la representación de víctima que los europeos han construido : algo
decisivo para crear un Estado que por ahora parece imposible por las
condiciones internas de esa cultura y en tanto dirigentes como Jaques Chirak
consideren a Hamas y a la Jihad islámica como organizaciones humanitaria. Las
organizaciones no gubernamentales(ONG) de derechos humanos que gozan de
libertad en Israel y entre los palestinos son financiadas por los estados
miembros de la Unión Europea para ejercer una presión constante, de tono
humanitario sobre Israel, acusado permanentemente
de inhumano en función de la política pro árabe europea como si se repitiera la
épica final del segundo estado judío( destruido (destruido en el año 70 d.C.), cuando una facción
judía de una sociedad en camino hacia una guerra civil apela, en el –63 a.C.,
al Imperio Romano y al cónsul general Pompeyo para así poder triunfar sobre sus
adversarios judíos. La continuación ya la conocemos
Medio
Oriente hasta ayer fue una construcción europea: “La sangre - escribe Milner -
que corre en Oriente desde hace sesenta años es el precio que tiene que pagar una
Europa cautiva de la propia imagen”.
Luego de 1945, Europa se
desentiende y trabaja en función de un modelo de sociedad ilimitada: bien puede
acontecer mañana...cuando se haya resuelto - otra vez - el problema que
ahora supone el Estado de Israel. Mientras tanto poderes y los derechos se
multiplican sin límites. Para la actual Europa la palabra paz que sólo
es paz si es una figura de lo ilimitado, que supone una recusación de la
historia. “Democracia” aquí no designa una forma de lo lógico - político, como
la paz perpetua de Kant, sino un tipo de sociedad donde reina una paz
ilimitada. Se trata de un modelo hermenéutico de la paz : se trata de
comprender al adversario y mucho más al enemigo que cuanto peor sea más exigirá
el trabajo interpretativo, que niega los hechos y las verdades objetivas y
donde la paz es la prenda de cualquier intercambio : “ La paz debe
comenzar por la paz ; hacer la paz con un adversario, es comenzar a darle
lo que el pide, sin reclamar nada a cambio, de modo que él acepte lo que se le
da. Si por casualidad, él no acepta, entonces hay que volver a comenzar el
proceso, buscando comprender eso que estaba más allá de la demanda y darle un
objeto más allá del objeto ; si eso no basta, se recomienza dando un paso
más y así sucesivamente”
Para Tucídides, una
guerra era el objeto más digno de comprensión posible. Hoy la “paz” es un
nombre rico en contenidos y complejo; la “guerra” es algo muy pobre y no merece
sino las lágrimas que en no pocos casos son de cocodrilo. Lo ilimitado hoy ha
alcanzado al derecho mismo. Los actos no existen antes de que el hermeneuta
hable - un juez que tiende a interpretar y legislar y que en un pase mágico
invierte las evidencias más ostensibles.([34]) En Durban - 31 de agosto y 11 de septiembre -
y en los primeros meses de 2003, en los desfiles contra la guerra de Irak en
las ciudades europeas hay dos formas de ilimitación : la de la modernidad
europea que debe extenderse a todo el mundo, incluyendo a Turquía - aunque no
reconozca el genocidio del pueblo armenio - y la musulmana, donde la sociedad
conforme al Corán debe extenderse a toda la humanidad mediante la jihad.
Cada elemento acepta la diferencia del otro pero en un caso la corriente se
llama paz y en el otro jihad, como si lo más arcaico y lo más moderno se
encontraran en un espejismo evanescente, aunque algo queda afuera de esta nueva
utopía: “En el programa de la Europa del siglo veintiuno, el Estado de Israel
ocupa exactamente la posición que el nombre judío ocupaba antes de la cesura
del 39 -45”, escribe Milner en la tesis más fuerte del libro. El slogan de los
manifestantes de Durban -“Une Jew,
one bullet ” - abre la vía de una reconciliación utópica porque lo que para
algunos significa paz para otros quiere decir jihad. Esta
aberración lingüística, posibilita que “paz” y “jihad”
signifiquen lo mismo y nada: no importa que los iluminados programen atentados
en ciudades europeas para recordar que no hay posible integración entre los
términos.
Los Rogue estates (estados
canallas) obtienen una máxima comprensión de esta hermenéutica como el
psicólogo que al profundizar en la mentalidad del asesino termina siendo su
abogado: aunque asesinen a disidentes y
encarcelen a periodistas se los juzga con la misma vara que a las democracias.
Estas buenas conciencias no quieren saber de guerras aguafiestas, participar de los frutos del progreso como la
prolongación de la vida, la salud y el medio ambiente, que el “imperialismo”,
en todo caso, haga el trabajo sucio, ellos se indignan en la platea, DVD en
mano: nada tiene que ser ajeno al dominio de lo humano, salvo el nombre judío
que es para Milner “el nombre de aquellos que deben morir para que el planeta
viva”.
Quisiéramos que el al
argumento de Milner fuese erróneo respecto de la indiferencia europea. Si no
hay Estado de Israel, entonces Auschwitz aparece en el horizonte como capital
del judaísmo. Milner nos invita a examinar
el nuevo antijudaísmo, no el del nazismo, considerado ya políticamente
incorrecto sino el que reza “no soy antisemita, soy antisionista” que pasa por
alto que el Estado de Israel es otro nombre judío. Este antisemitismo concierne
a lo que Europa tiene de “progresista”, magisterio que continúa vía Le Monde
Diplomatique, que financia teorías que explican que todos los males del
mundo - el terrorismo entre ellos - se deben a la globalización, sin la cual un
país como Argentina no habría podido salir del pozo en que cayó, recuperándose
en parte por la demanda de China y de India ([35]).
El colmo de la
sofisticación perversa lo encarnan pensamientos como el de Alain Badiou y
Giorgio Agamben representantes del estado universitario global que dan un
soporte téorico a los manifiestos tipo Chomsky o Saramago.
Alain Badiou, melancólico apologista del
maoísmo, ha ideado la original teoría de que el predicado judío ya es un
predicado nazi.
El nombre judío es reducido a un predicado de identidad. Los
nombres propios judío e Israel que proceden de una genealogía – de Juda uno y
de Jacob el otro – se vuelven impronunciables
o superfluos y mediante una fábula oscurantista, donde el discurso del
mito se hace pasar por ciencia, transformados en el viejo fantasma del judío
errante del desierto. Eric Marty escribe: “Para Badiou, la palabra judío es un
simple predicado, predicado al cual hay que renunciar puesto que es confiscado
por la metafísica nazi y que el judío autentico esta en duelo con esta palabra
de la cual es huérfano.”
Habría una
dictadura de los predicados a la que hay que sustituir por la pluralidad de los
nombres propios. El nombre judío se traduce en Badiou a un nominalismo
generalizado, representado por los nombres propios de los judíos “reales”,
siempre que sean despojados de lengua, tradición y territorio. Admirador de
Platón, Badiou puede admitir que la Idea de caballo existe en la mente, que hay
un cierto estatuto de la caballeidad, pero también argumentar que la idea de
judeidad es ruinosa para los judíos lo que hace preguntarse a Eric Marty como
este autor puede ser platónico con los animales y nominalista con los seres
humanos.
En Conditions,
Badiou acusa al Estado de Israel de vulnerar el derecho internacional y
considera que no es un país contemporáneo sino un Estado arcaico del tipo de la
Francia bajo Pétain, es decir, no es una democracia moderna, algo que suena a
farsa por parte de alguien que a lo largo de toda su obra la ha deplorado de
diversas maneras, exaltando o silenciando, en cambio, a los regímenes
totalitarios, retomando las caracterizaciones fascistas de los años treinta que
la emprenden contra el parlamentarismo y el capitalismo.
La utopía que antes
Badiou encontraba en regímenes como el de Mao ahora se desplaza a las supuestas
“verdaderas democracias”, que no necesitan según él de predicados. Para él, la lección
del nazismo es que no hay que otorgar un lugar privilegiado a los predicados de
identidad y el nombre judío en tanto excepción lo es, algo que por supuesto no
concierne a los nombres palestinos o árabes. El predicado judío es una amenaza
para los judíos porque, piensa Badiou, legitima metafísicamente la
exterminación, ha sido en el nombre de ese predicado que han sido exterminados.
Todos los lugares comunes del nuevo antisemitismo son reforzados por un
discurso que hace del acontecimiento un mito: no faltan las referencias a Sabra
y Chatila ni las coincidencias con Amanidejad y otros curiosos demócratas que
Israel es el culpable de la pobreza de los pueblos sometidos de las
petromonarquías y del palestino: ni una palabra sobre las milicias paramilitares
integristas, ni sobre el rechazo de Arafat de la democracia, de la economía
mafiosa de la dirección Palestina, o del lavado de cabeza que sufren los niños
entrenados para suicidarse y asesinar. Si la única democracia moderna de la
región es arcaica, hay que concluir que Arabia Saudita – donde se lapida
mujeres y asesina homosexuales ante el silencio de la progresía mundial – es un
estado tan progresista como el Irán de Amanidejad. Se lee en todas las letras
la resonancia leninista del negocio de los pueblos oprimidos que a lo largo de
siglo veinte consideraba a las democracias como las formas más acabadas de
explotación del género humano y pasaba por alto el Gulag y sus satélites. Es
una de las razones por la cual se respeta el pensamiento de Badiou en la
Argentina. Coincide en la lectura del mundo que tiene como enemigo principal a
Estados Unidos y que propiciaba regímenes como la Habana de Castro para América
Latina: el acontecimiento es traducido a un mito, y del mismo modo que Eduardo
Galeano lee el acontecimiento de la Revolución Cubana, Badiou lo hace con el
Comité de Salud Pública de los jacobinos, el golpe de Estado leninista y la
Revolución Cultural en la China de Mao, desconociendo la investigación inmensa
de Simón Leys a quien sin embargo elogia
Del acontecimiento sólo
se conoce la parte mítica transformada en concepción del mundo que culmina
haciendo del nombre judío el organizador de la Shoá, a la que llama holocausto
para imprimirle una dimensión sacrificial. El platonismo de Badiou propone su
solución final mediante un imperativo pragmático: Si se quiere resolver el
problema de la guerra infinita del Medio Oriente – sé que la cosa es difícil –
hay que olvidar el holocausto.
La excepcionalidad del
nombre judío y la elección legitiman por una sinonimia forzada el exterminio.
Badiou lee la historia desde el acontecimiento y el simulacro, que es imitación
o copia del primero. La revolución nazi fue un simulacro porque no comporta
ningún universal y se refiere sólo a los alemanes. El golpe de estado de Lenin
o la Revolución Cultural de Mao son tomados como acontecimientos, negando las
comprobaciones más elementales que prueban que Badiou pertenece a la clase de
intelectuales que escriben para un público cautivo de contestatarios
consumidores. El nombre de Israel no le fue dado a un pueblo mediante una lucha
con el ángel, es decir, un combate en el lenguaje sino por Hitler que ha sabido
extraer las consecuencias de ese nombre mejor que el mismo Nabucodonosor.
Omite que Hitler nunca
nombró a los judíos como hombres ni enemigos sino como una especie anómala del
tipo de las ratas que no debía existir. “Murió como hombre pese a ser judío”,
dice un oficial nazi en la película Los falsificadores, expresando que
el judío para el nazismo no era siquiera un nombre. Badiou constituye a Hitler
como legislador de los nombres, una suerte de Cratilo de las cámaras de gas. En
vez de separar el nombre judío del predicado nazi, Badiou los funde en su
empresa sacrificial. Refleja un negacionismo que se sostiene en una cultura
universitaria a escala global y a la que los mitómanos de oficio – los Chomsky,
los Agamben, los Hosbwaum – les dan argumentos para perseverar en su caída
hacia lo más bajo. Badiou nos informa con su lectura que el negacionismo hijo
del marxismo leninismo ha llegado a un punto terminal. El querer lo imposible
del mayo francés, que apoyó a los Castro y los Mao, culmina en el intento de
querer dividir el significante mediante sinonimias entre la elección y la exterminación,
el judío y el youpin.
¿Pero no es la Revolución
rusa un simulacro de la francesa, una copia de la peor especie y eso se
extiende a todos los acontecimientos totalitarios que significaron los
regímenes de los Enver Hodja, Eric Honecker, Castro, Mengistu, Mao y Pol Pot?
Badiou extirpa y vacía al
nombre judío de toda genealogía: no existen Abraham, Jacob, Noé ni Moisés,
tampoco los faraones ni Nabucodonosor, ni las luchas con los romanos o el
colonialismo inglés. Se realiza la definición de Simón Leys del totalitarismo
como negación de la historia. Y con el objeto de una paz a medida de la Utopía
que justifica los crímenes de los enemigos de las sociedades abiertas: en el
parlamento israelí los diputados árabes pueden atacar al oficialismo, algo que no
existe ni remotamente en las sociedades árabes que como ha mostrado Castoriadis
se aproximan más a dictaduras de tipo estanilista. Badiou se empeña en ignorar que la solución
final es precisamente el acontecimiento
que no ha culminado y que ha abierto una época que no se cerrará olvidando el
nombre que dio lugar a dicho acontecimiento.
Ni judío ni griego, dice
San Pablo en su Epístola a los gálatas. Este universalismo es posible
mediante el sacrificio de Cristo que incorpora en sí la lex talionis y
repite el de Abraham para abolir la
instancia sacrificial que Badiou pretende restaurar, vía Platón. Para Marty la
ética de Abraham se basa en la vida y en una ética práctica que se opone al
martirio y a todas las figuras del kamikaze como sujeto de sacrificio,
expresión de la adoración idolátrica de la muerte. El vaciamiento del nombre judío por parte de
Badiou deriva en una sinonimia generalizada: judío es sinónimo de antisemita,
Israel es antisemita como el PCF anticomunista, judío es sinónimo de palestino,
los palestinos son sinónimos de los verdaderos judíos por la opresión que
sufren de Israel, los judíos obran así como los nazis de la cual son la Idea,
lo que por otra parte permitiría concluir que los palestinos son una idea de
Israel.
Estamos en el pasaje
mismo de lo incorrectamente político a lo políticamente abyecto: en la quema de
neuronas a cargo de los maestros pensadores de un radicalismo patético. Pascal
afirmaba su fe en el dios de Abraham, de Isaac y de Jacob en contraste con el
dios de los filósofos. El colapso de lo que se llamó la ideología insuperable
de la historia ha acelerado la producción de fetiches teóricos –el predicado
judío como idea nazi en Badiou, el estado de excepción como dominando a las
sociedades democráticas en Agamben y Occidente llevando una guerra terrorista
contra pueblos indefensos, Fidel Castro como héroe para América Latina, “independientemente
de lo que uno pueda pensar “según Chomsky.
Badiou aporta su grano al
defender al judío de su nombre, incluso se presenta como liberal al pedir para
ellos una acepción universalista e igualitaria, sólo les pide que olviden la
Shoá, el Estado de Israel y la tradición talmúdica, que se oponen a tal
progreso. Israel debe desaparecer del mapa porque es un estado genocida. La
Guerra de los Seis días, el verdadero intento de genocidio del que salió
victorioso, no existió jamás. Badiou es también un confeso marxista: renueva
precisamente los elementos de limpieza étnica de muchos textos de Marx y
especialmente la Cuestión Judía, lectura predilecta de Hitler, donde el nombre
judío debe desaparecer con el burgués. Debe renunciar a la lengua en que se
nombra, a la comunidad, a la religión, tal vez a la primera frase poco
platónica del Génesis. Como la dialéctica de Marx no se realizó totalmente en
Hitler ahora se trata ahora de hacer desaparecer al judío del orden mismo del
significante.
El libro de Giorgio
Agamben Estado de excepción ([36])
es sometido a una crítica demoledora por parte de Eric Marty. Responde a una
lectura del mundo que se ha estratificado a escala global y tiene como blanco
predilecto a los estados de derecho occidentales. Es asombrosa la repercusión
de este libro tan elemental en sus argumentos en nuestro medio cultural y eso
responde a diversos motivos, entre ellos, el antiamericanismo de los
nostálgicos del Muro y de Terror obrando fuera de todo derecho que a su vez
niegan la existencia del terrorismo islámico. Agamben pertenece a la especie de
los igualizadores que abundan en la Europa nihilista, la que ayer
admiraba los logros sociales del país del Gulag y los veía por encima de los
derechos laborales de los trabajadores norteamericanos o europeos. Cuando hubo
el informe de Kruschev y fueron descubriéndose los horrores se trató de igualar
a las sociedades totalitarias con las abiertas: Nik Mamère ha podido
hablarnos de gulags en Nueva York. Agamben no sólo iguala el terrorismo del
fundamentalismo islámico al de Estados Unidos sino que acusa al país del Norte
de llevar la guerra planetaria demostrando que la Vieja Europa en sus ideólogos
ha ido transformado los valores de la Libertad, Igualdad y Fraternidad en una
suerte de monstruo indoloro en un espacio sin temporalidad, sin voluntad
histórica y sin ninguna soberanía, expresable en una Constitución que no supone
peligros ni riesgos exteriores y donde está ausente la palabra guerra ([37]).
Los Nick Mamère o los
Thierry Meyssan son efectos de un patetismo cómico que muestra el rostro
terminal de la cultura situacionista, favorecida por la política de Mitterrand
que inició la desconstrucción de la Francia gaullista y, enceguecida por la
teoría del espectáculo – “la guerra del Golfo no ha tenido lugar”, escribió
Braudillard - no es ajena a una
república jacobina.([38]).
El lenguaje de los medios sigue siendo púdico: la masacres de Darfour por parte
de las milicias islamitas contra musulmanes inocentes son atribuidas a “fuerzas
gubernamentales” como para sostener el paradigma de una guerra de
civilizaciones y que es complementario con la negación lisa y llana que el de
los Balcanes fue el último genocidio realizado por los comunistas ([39])
Asombra que las
generalizaciones sobre el Estado de excepción reduzcan la historia actual a las
agresiones de la política
estadounidense, pasando por algo la guerra de los Balcanes donde tuvo lugar el
genocidio de mayor envergadura luego de la Segunda Guerra Mundial y que luego
de la derrota de Afganistán marca el final del imperio comunista.
En el mundo abstracto que
nos presenta Agamben la guerra de los Balcanes está ausente. Motivo en este
autor y toda la runfla defensora de los “pueblos oprimidos”: no es posible
atribuirlo a Estados Unidos ni a Israel. El proyecto de la Gran Serbia
sostenido por las elites europeas va mucho más allá del marco de los estados de
excepción y pone en juego actores que los ideólogos se empeñan en desconocer.
Este proyecto fue sostenido por parte de los intelectuales europeos y tal es
así que el aplastamiento de Vukovar fue sostenido por los comunistas que
abundan en la ONU y dieron vía libre a la política criminal de Belgrado. Se
pretextaba que el ejército yugoeslavo podía poner orden en el territorio cuando
en realidad ese orden se derrumbaba: ante la caída del comunismo, Bosnia y
Croacia pugnaban por su independencia. Esa empresa genocida fue programada
desde antes, los asesinos acudieron a la historia para propiciar su
victimización y hacer verosímil el exterminio y se le dio una imagen
presentable. Las voces de los intelectuales iluminados impidieron toda
intervención occidental mientras las milicias de Milosevic diezmaban las
poblaciones bosnias y croatas. La paz de Dayton de noviembre de 1995 fue un
agradecimiento a Milosevic, Mladic y Karadjic por haber exterminado poblaciones.
Los ideólogos del Viejo
continente hicieron caso omiso del genocidio llevado a cabo por los serbio
comunistas de Milosevic y luego de la limpieza étnica iniciada en Kosovo
igualaron el asesinato a mansalva de las poblaciones con los bombardeos a
Belgrado. Siempre del lado de los genocidas del estado yugoeslavo, o los
fundamentalistas del UCK, o incluso de Al Quaeda: el peligro y el mal lo
representa la OTAN, la única fuerza soberana que logró constituir Occidente a
lo largo del siglo para detener el avance del imperio comunista. Hoy sin la
presencia de la OTAN, la minoría serbia de Kosovo quedaría en manos de los
extremistas del UCK sin que Europa mueva un dedo. En manos de la ONU se
multiplicarían los Sebreninca. El proyecto imperial de Estados Unidos es
mediante las experiencias de Afganistán y de Irak el de constituir repúblicas
federativas, algo que converge con las revueltas de Georgia ante Moscú, las
“revoluciones de colores” y el retiro de
las tropas sirias del Líbano. En el mapa de los Badiou o de Agamben no figuran
los dinosaurios marxistas leninistas de Zimbaube, Cuba, Bielorrusia ni Corea
del Norte, tampoco las milicias del janjavid que exterminan poblaciones a gusto
en Sudán ni la limpieza étnica de los fundamentalistas en Tailandia. Trazan un
mapa a la medida del mito leninista del imperialismo según Raymond Arón – la
ridícula explicación de que las guerras de deben a la obtención de materias
primas - y lo proponen para un mercado de consumidores contestatarios, para que
puedan dormir con la conciencia en paz ([40])
No son pocos los que
piensan que las democracias son lujos que pueblos que secretamente menosprecian
no pueden permitirse.
El avance de la ciencia
día a día erosiona el núcleo de lo imposible.
La Europa extiende su “nosotros” a la totalidad de los seres, sea por la
omnipotencia la técnica, por la formalización matemática o del flujo mediático.
Su ilusión política consiste en creer que si no existiera Israel, lobos y
corderos podrían pasear juntos en un edén planetario sin que importa que haya
Estados que lapiden mujeres, le corten las manos a los que protestan, cuelguen
a los que piensan diferente o sostengan su poder sobre la Bomba. La ciencia
moderna es capaz de modificar la diferencia limitada por lo masculino/femenino,
separar el nacimiento de la sexualidad y convertirse el origen mismo de una
nueva humanidad eugenésica. Las parejas homosexuales quieren tener niños, la
clonación intenta la recreación de un individuo muerto. Es una primera etapa
hacia los caminos de la inmortalidad, dice uno de estos manifiestos que
responden a una demanda propia de la sociedad ilimitada. Se trata de quitarle
todo sentido a que el niño nombre a sus padres o lograr que el padre no
pueda nombrar entre las mujeres a la que lleva el niño que él ha
engendrado. Se podría decir que “pervierte” los fundamentos de la sociedad
libre trasladar el orden del contrato a la sexualidad (algo que también
concierne al crimen) y hacer que los nombres del padre y madre tengan un
sentido contractual.
La expansión por la paz
afecta al orden simbólico mismo. Se intenta separar el nacimiento del contacto
sexual para que no haya “hijo de” sino niño encontrado, perdido, nacido de algo
donde no haya padre, es decir, es un Alumno del Saber de la sociedad ilimitada
y en función de una Humanidad que es una suerte de novia que quiere casarse según la ley de los
derechos hermenéuticos que miran desde arriba las formas jurídicas del hombre
que viene de las Luces: los considera abstractos, formales, les opone la
plenitud de una universalidad incontenible.
El catecismo de la
Sociedad actual le exige a la técnica la multiplicación de las condiciones de
vida. El nuevo derecho ya no tiene como objeto limitar sino expandir y producir,
esta vez sin guerrilla ni violencia, otra versión del hombre nuevo, el
hombre ilimitado: alguien feliz de no ser ni hombre ni mujer, que no tiene
padre, madre, ni hijo y que da lugar a una nueva ilusión del porvenir que
el nombre judío resiste en tanto arcaico y moderno. Resulta sugestivo que nadie
haya dicho palabra de las implicancias históricas y políticas este libro de
Milner por parte de los especialistas en la cuestión del “sujeto”. Sucede que
el solo pensar en el pasaje del nombre judío al Estado de Israel suscita el
pánico que dicta las líneas de muchos contemporáneos y favorece al imperio de
la estupidez : si bien es arbitrario calificar de “antisemitas” a las críticas
que se hacen de Israel, que en términos políticos debería ser un Estado como
cualquier otro, es cierto también que algunos “antisionistas” a veces recuerdan
a Adolph Eichmann, quien quería que sus
“queridos judíos” se suavizaran al compás de la música clásica, se portaran
bien, y sin romper filas, aceptando las peores agresiones se encaminasen a
los hornos sin reacciones desproporcionadas, sin chistar, como un pueblo
educado, casi tan progresista como sus verdugos... tal vez por eso Claude
Lanzmann que constata la “voracidad casi gozoza” de la opinión mundial que se
indigna ante la “reacción desproporcionada” de Israel, tenga a bien recordar
que Israel “no existiría más si no reaccionara con ‘desmesura’”, es decir, en
términos concretos, que debería aceptar pasivamente la existencia de
dispositivos lanza- misiles que lo bombardeen y de paso hacer caso omiso de la
resolución 1556 del Consejo de Seguridad que habla del desarme del Hezbollah.
La desproporción
verdadera fue enunciada por Hassan II, rey de Marruecos, cuando dijo que el
antisionismo era el afrodisíaco del mundo árabe. Me temo que hasta quienes
quieren destruirlo no se liberen de sus visibles opresores, Israel seguirá
siendo esa “droga” que desmiente a los que explican la guerra por el petróleo(es
Irán y no Israel el que lo tiene) o por el territorio ya que es ínfimo el lugar
que ocupa en el mapa y que ha tratado de negociar recibiendo ataques
sorpresivos a cambio.
Si Theodor Herlz, ante el
caso Dreyfus, afirmaba que el primer
deber de los judíos era librar a Europa del problema que representaban, ahora
Jean Claude Milner, ante el paradigma de la víctima, les propone liberarse de
Europa: “No ignorándola (sólo los Estados Unidos pueden permitirse eso), sino
conociéndola completamente, tal como ella ha sido - criminal por comisión - y
tal como ella se ha vuelto : criminal por omisión sin límites”.
La lectura de Jean Claude
Milner, atraviesa los sofismas de una
comunidad cultural que se sostiene en lo políticamente abyecto, para confirmar
las formas más descaradas del negacionismo contemporáneo por cuya obra y gracia
los guerreros de los relieves ya no sonríen como los ángeles de las catedrales:
tal vez se avergüenzan de la indignación selectiva y mísera del hombre
ilimitado.
Luis
Thonis, agosto del 2006.
[1] Les penchants criminels de l’Europe démocratique, Jean Claude Milner,
EditionsVerdier,2003. Es curioso que pese a la fama
del autor en medios psicoanalíticos se haya silenciado este libro digno de
Freud, que nunca sucumbió al pánico como ideología ni temió asumir el malestar que hoy para Milner se llama Estado de
Israel. Quienes han asumido algo de su lectura se han limitado al escolar
anatema de que Milner se equivoca…en las fórmulas de la sexuación!...todo queda
en “paz”, especialmente el efecto político del libro que desarma los públicos
cautivos.
[2] En el libro de Milner se habla de lo lógico - políítico en
referencia a formas limitadas de poder, por ejemplo, la democracia
parlamentaria. La referencia no explícita es el Tratado-teológico político
de Baruch Spinoza que aboga por la separación de político y lo teológico que
está en la base de contrapesos del poder en el estado de derecho. Esto no
existe en los estados totalitarios de Partido Unico ni en Estados teocráticos
como Irán. Spinoza habla del derecho de guerra y anticipa los rasgos que
caracterizan a un ejército democrático de uno despótico : en el primero
los soldados son los mismos ciudadanos que, dice, no querrán la guerra por la
misma guerra ni con motivo de conquista.
[3] Que la Tercera Guerra Mundial, que culmina en 1989 con la caída
del Muro - aunque todavía hay letales estertores - haya sido llamada durante 45
años Guerra Fría habla de un curioso eufemismo ya que hubo más víctimas que las
dos guerras anteriores.
[4] Claude Lanzmann ( Le Monde, 3/8/2006) observó que antes de la
captura del sargento israelí (25 de junio), “se olvida de decir que los misiles
ya llovían sobre Sedrot y el Sur de Israel”. El día 12 de julio, el Hezbollah, dice, captura otros dos y en una
emboscada donde matan nueve soldados judíos en la frontera norte de Israel. Los
misiles apuntan sobre la alta Galilea. Haifa, ejemplo de ciudad cosmopolita,
donde conviven civilizadamente judíos, cristianos y árabes, queda en ruinas. Al
mismo tiempo, Nahariya, bajo el fuego de misiles, es transformada en ciudad fantasma. Estas provocaciones que
tuvieron una dura respuesta por parte de un Estado que venía de apalear a la
propia población al retirarse de Gaza, acontecieron el mismo día que el Consejo
de Seguridad iba a tratar acerca del programa nuclear iraní que está en el
centro de esta sexta guerra ( luego de las de 1948,1956,1967,1973 y 1982)en
Medio Oriente. Por la resolución 1556 del Consejo de Seguridad el Estado
libanés debía desarmar al Hezbollah.
Hinde Pomerianec fue una de las pocas voces que recordó que bajo el
fuego de los Katiushas también murieron niños israelíes y Amos Oz se detuvo en
un aspecto olvidado en los comentarios : el uso de civiles libaneses como
sacos de arena por parte de los lanzadores de cada uno de los 17.000 misiles
que Hesbollah acumuló desde la paz de mayo de 2002. Lejos de pedir perdón como Israel por la
muerte de inocentes, los civiles son sus blancos preferidos. El ejército
israelí avisó a la población antes de bombardear las plataformas lanza -
misiles en Qana y lamentó el destino
final de la operación donde murieron 28 civiles según Human Right Watch.
Lanzmann denuncia la hipocrecía y la “voracidad casi gozoza” de una prensa que
negando todas estas evidencias trata de corroborar una supuesta “naturaleza
criminal del pueblo judío”. André Glucksmann, por su parte, recordó que cuando
Putin arrasó Grozni - Chechenia- dejando entre doscientas trescientas mil
víctimas - decenas de miles de niños musulmanes - o los doscientos mil
masacrados en Darfour, el Consejo de Seguridad no se reunió ni hubo ruido en la
prensa. No se trata de evitar toda crítica a Israel, pero ocurre si hubiera una
balanza “universal” donde sólo el musulmán muerto por Israel despierta la
indignación universal, en tanto que las víctimas de los genocidios programados
no tienen peso o no existen. La pequeña nota aparecida en Clarín(10/8/2004)- Whashington
acusa a Sudán de genocidio - informa del asesinato de 50000 negros
africanos( cristianos o animistas) y el desplazamiento de un millón y medio de
personas por parte de la milicia musulmana de Janjawid que pudo continuar
matando sin que mereciera siquiera la letra chica de la prensa mundial.
[6] El gran Krahal/ Oro, Ediciones Thau, Buenos Aires, 1984.
[7] Henry Meschonnic, Le langage
Heidegger, Puf, 1990. Este libro capital analiza
detenidamente las mistificaciones del lenguaje por parte de Heidegger que atrapado en el Ser y lo sagrado- que solo
puede enunciarse en griego que más que una lengua es el mismo logos - es
impotente para leer la tradición judía, por ejemplo, la chekhina, que
habla no de la presencia de Dios, sino de su vecindad, habida cuenta de que su
presencia sería insoportable. Esa separación es la que quieren abolir las
ideologías fundamentalistas y teocráticas.
[8] Este hecho se entiende en cuanto esta clase era considerada la
mejor del mundo. Marx le había dedicado El Capital y la consideraba
elegida para consumar la lucha de clases. El furor nacionalista que creció
luego del humillante Tratado de
Versalles combinado con la hiperinflación ( además del furor de Lenin y
Stalin contra los socialdemócratas, llamados “socialfascistas” y considerados los peores enemigos por no renunciar al estado de
derecho) torna verosímil el discurso de Hitler, que no es de “derecha” como lo
ha demostrado Jean Pierre Faye sino una combinación de todos los enunciados
aceptables que están en juego en ese momento : ayer y hoy, el antisemitismo permite inusitadas
convergencias.
[9] En la Cámara de los Comunes, luego de las claudicaciones de
Munich - 20/9/1938- Winston Churchill dijo : “Francia e Inglaterra podrían
haber elegido entre el deshonor y la guerra. Han elegido el deshonor y no
podrán evitar la guerra”. Otra consecuencia lamentable fue que los ingleses
para estar a tono con el clima pacifista de Munich hicieron la vista gorda ante
las maquinaciones nazi - fascistas en Medio Oriente y se ocuparon de
perseguir la inmigración clandestina de judíos a Israel.
[10] Recientemente, este médico de origen egipcio en un video
difundido por la cadena de Quatar se pronunció respecto del actual conflicto
entre Israel y el Hezbollah “ Oh musulmanes de todos los lugares, los
llamo a combatir y convertirse en mártires en la guerra contra los sionistas y
los cruzados”( Le Figaro, 27/7/2006) La ideología sunnita de Al-Qaeda considera
a los shiítas de Hesbollah como heréticos pero el médico hoy los asocia un
enemigo común y aparentemente cuestiona el terrorismo contra los shiítas en
Irak. ( The Enemy of My enemy is still My Enemy, Bernard Haykel, The New
York Times, 26/7/2006)La crisis de Medio Oriente tiene como telón de fondo un
Islam dividido en facciones múltiples.
[11] Aunque nadie quiere reconocerse en él, José Stalin, continuando
la teoría del imperialismo de Lenin, en Fundamentos del Leninismo, Ed, Problemas, 1924)formula la todavía hoy
vigente ideología tercermundista que supone la tesis absurda y demagoga de que
los países desarrollados lo son por expoliar a los países periféricos y que
tuvo consecuencias políticas gravísimas : para Stalin el emir de
Afganistán ( que puede sustituirse por
un dictador de un país pobre como Mugabe) era “objetivamente” más
revolucionario que un partido de izquierda europea como el laborismo porque la
suya era una lucha por la independencia nacional. Esto explica que esa
izquierda haya apoyado a feroces psicópatas como Mao( China), Ho-Chi-Min(
Vietnam) Mengistu ( Etiopía), Enver Hoxa(Albania), Sekú Turé( Nueva Guinea),
Pol-Pot( Camboya) , Robert Mugabe,( Zimbaube) , Fidel Castro( Cuba) y Kim-il
Sung (Corea del Norte), estos tres últimos todavía en funciones. Esa misma
teoría ha justificado los veinte millones de muertos de Stalin por la “presión
del capitalismo”. La izquierda antidemocrática y adversa a Israel, continúa
esta tradición y no es casual que justifique los actos de Hamas, Hezbollah,
silencie el programa nuclear iraní y no diga una palabra de una cultura que se
sostiene en el masoquismo sacrificial..
[13] El general norteamericano Patton criticó a la línea Maginot como
un monumento a la estupidez, al postular un tipo de defensa inmóvil en tiempos
de guerras de movimiento.
[14] Diáspora/Holocausto/KBG, Luis Pan, Grupo Editor Latinoamericano,1987.
[15] El libro de Rosenberg, Der mythus des 20. Jahrhunderts fue
un éxito de venta y un catecismo cuyo mandamiento - “tu obligación es
matar”- era enseñado a las juventudes
hitlerianas, una de cuyas fervorosas canciones decía : “ El Papa y el
rabino que se larguen, fuera todos los judíos”.
[16] Has Amin El-Husseini , agente de Hitler en Medio Oriente, era
pariente de Arafat que adoptó ese nombre para ocultar su parentesco, aunque no
sus simpatías que posteriormente lo
llevan a prologar a Hitler.
[17] En Egipto y Arabia Saudita hay reformas democráticas en curso, en
Kuwait las mujeres por primera vez van al parlamento y la iraní Maryam Radjavi cuenta que en la huelga de
choferes en marzo hubo mil detenidos, a algunos se les cortó la lengua y se
colgó a otros, entre otros sucesos ignorados por la ausencia de libertad de
prensa. Dice que la mayoría del pueblo se opone a una teocracia sostenida por
la Bomba y crueldades inimaginables.
(29/6/2006,Le Figaro) El mismo Libano,
como señaló Amos Oz, se ha liberado, “por una lucha heroica de una larga
colonización siria” y ahora ha sido tomada como rehén por Hezbollah que cada
día está más armado. (Le Figaro,20/6/2006)
[18] El conflicto Iraco-Iraní : Dar
Al-Ma’ mun for Translation and Publishing., Baghdad,1981. Printed by :
Third World Centre. El libro de Aziz contrapone el modelo del Partido Bass
Arabe Socialista, el régimen “ nacional socialista” de Saddam a la revolución
iraní : el punto de coincidencia con los ayatolas es la destrucción de la
“entidad sionista” y eso se extiende a “estados traidores” como el Egipto de
Sadat, asesinado por firmar la paz. Aziz proponía una alianza contra “la
alianza Sadat-sionismo-imperialismo”.
[19] Ambas se oponen al fantasma racista de indivisión de la sangre, como lo dijo en 1933, el cardinal
Faulhaber, arzobispo de Munich : “No es la sangre aria que nos salva, es
aquella que nuestro Señor Jesucristo vertió por nosotros en la cruz.” El tema
de la sangre judía de Cristo reaparece en muchas prédicas de curas y pastores
en esa época
[20] Jhon Locke recuerda en su Carta sobre la tolerancia que
“ni los extranjeros ni aquellos que eran extraños al Estado de Israel, eran
obligados por la fuerza a observar los ritos de la ley de Moisés ; por el
contrario, en el mismo punto donde se ordena la ejecución del israelita
idólatra( Exodo,22 :20,21), se ordena también que los extraños no deben
ser vejados ni oprimidos”.
[21] Se trata del ataque sorpresivo del 5 de octubre de 1973, mientras
sonaban las plegarias por parte de Egipto y Siria. Durante medio siglo la
política norteamericana logró desactivar a Egipto, Jordania, Libia y Arabia
Saudita de su obsesión por destruir a Israel que dio pruebas de convivencia con
estos países, que están hoy a medio camino entre reformas democráticas y
tendencias integristas que tienen en común el antisemitismo.
[22] Gran parte de los actos de Arafat - el atentado que siguió a cada
intento de acuerdo pacífico - se explican por su admiración de Saladino, que
prometió que nunca haría pacto alguno con los infieles a los que había que
arrojar al mar.
[23] En el repudio a esta intervención - que fue tardía porque ya
había doscientos mil víctimas - coincidieron casi con las mismas expresiones
Jean Marie - Le Pen y Régis Debray ; ambos agitaron el fantasma del
“imperialismo”.
[24] Laurent Dispot en Manifieste arcaique (B. Grasset, Paris,
1986), examina con detenimiento las formas de la modernidad que expulsan de sí
lo arcaico generando utopías siniestras como el nazismo y el stanilismo que
hace de la clase una raza. El nombre judío concentra la huella de lo arcaico
pero a su vez no expulsa el espíritu crítico como ocurre en las demonologías.
[25]
Pobre Bélgica, Editorial Losada., 1999 . Baudelaire no repudia lo moderno
en sí mismo sino de la extinción de toda huella arcaica. En ese sentido
nunca podría haber un Baudelaire judío por la singularidad arcaica que
constituye ese nombre que no necesita de un dogmatismo antimoderno como lo
muestran las novelas de Phillipe Roth.
[26] El “ama a tu próximo como a ti mismo” como el “no matarás” son mandamientos
universales que exceden lo tribal. Un Jean Marie Le Pen, lo tradujo a términos xenófobos : mi
prójimo, dice, es mi vecino y no el inmigrante.
[27] Lo lógico-político es una categoría que el autor construye a
partir de lo que Espinosa considera como lo teológico político. Es lo que queda
tras la muerte de los dos cuerpos del rey( el humano y el divino) :
la igualdad democrática se constituye a través de ese asesinato en la Revolución
Francesa - lo que origina una sucesión interminable de golpes de estado y
que está en las antípodas de la tradición anglosajona que no generó una
República de Vichy ni derivó en el entusiasmo fascista o totalitario.
[28] El filósofo Raymond Klibansky, ( El filósofo y la memoria del
siglo, Ediciones Península,199), al referirse a la lucha contra el nacional
- socialismo recuerda los debates que hubo en Inglaterra en 1933 : “ El
tema del debate que yo seguía entonces en la prensa alemana se formuló
así : Never again will this House figth for King and Country,
es decir, no volver a combatir jamás. El hijo de Churchill sostenía la tesis
contraria, pero su adversario era mucho mejor orador y la asamblea se pronunció
a favor suyo. Los que no estaban iniciados ignoraban que el voto no dependía de
manera alguna del contenido, sino de la elocuencia, y se desentendieron. Fue
portada en todos los periódicos, incluso en Alemania y en Italia. Sabemos que
Hitler y Mussolini vieron en esto un signo de que los ingleses no se moverían.
Ya se ve como los pequeños episodios tienen un valor histórico : aquello
animó a los dictadores.”
[29] Bernard Henry Levi, que ha escrito un libro muy crítico sobre la
prisión de Guantánamo, se ha preguntado
por qué José Saramago y otros intelectuales nunca hablaron del millón y medio
de muertos afganos causados por ocho años de
bombardeos soviéticos sobre la población civil, o por los dos millones
de cristianos masacrados en Sudán por el integrismo musulman, los cinco
millones de muertos de la guerra civil en el Congo, genocidios olvidados como
el de Etiopía por el régimen comunista de Mengistu, contrasta ( en 2002) las
dos mil víctimas del conflicto palestino - israelí con millones de víctimas
ignoradas y concluye que responde a una polarización monstruosa el “reducir a
la humanidad sufriente a los rostros de los palestinos solamente” y que hay en juego una tranquilizante metafísica
de la víctima de una cultura que apunta a “nazificar” a Israel y de la cual
sobran los hipócritas moralistas( Le Figaro,11/4/2002)[30]
Basta leer en Carl Schmitt, teólogo de la política, FCE, 2001- el comentario que hace deldiscurso
de Hitler ante el Reichtag del 13 de julio de 1934- titulado “El Führer
defiende el derecho”- para reconocer al principal teórico de la
decapitación jurídica de la República de Weimar - sustentada por un estado de
derecho liberal considerado “impotente”- y la exaltación de Hitler que no
defiende el derecho privado - las garantías individuales consideradas
antialemanas e imperialistas - sino el derecho de soberanía de la nación
alemana que supone una obsesión por el territorio y la identidad nacional,
paranoia ante un supuesto complot financiero internacional judeo -
norteamericano y quejas por una deuda
externa en manos de “la banca usurera”. Schmitt, curiosamente, es hoy la mayor
referencia de la izquierda populista argentina, que mediante el decisionismo
legitima las insólitas facultades extraordinarias permanentes..
[31] Ionesco usa el humor negro ante las patrañas informativas de la época, en la que destaca a
“judíos franceses, corroídos por el izquierdismo” que como algunos hoy, invierten las pruebas y
hacen de Israel el agresor : “Quién pidió a los soldados de la ONU que
abandonasen el Sinaí ? Desde luego, los egipcios, no es verdad ? Y
por qué ? Sin duda, no para atacar a Israel ; sin duda, porque los
egipcios no querían ser defendidos ; sin duda, porque los egipcios
deseaban , a cualquier precio, hacerse exterminar por los judíos”( Diario,II,
Guadarrama, Madrid, 1969)
[32] Una larga historia explica las reservas de Israel acerca de una
fuerza multinacional en el Líbano, y menos liderada, como propuso Francia, por el ejército libanés, que no pudo desarmar
a Hezbollah que apunta a conseguir armas de destrucción masiva.
[33] Una prueba más de la indignación selectiva no sólo reside en la
indiferencia por las víctimas civiles israelíes - mujeres y niños tomados como
blancos - sino que esta valla haya sido comparada con el Muro de Berlín que
tenía una función inversa : impedir que la gente escapara del imperio
comunista, sostenido por la indiferencia europea que dejó que durante 45 años
se masacrara a los pueblos del Este(1953 en Berlín - Este, 1956, en Budapest,
1968 en Praga, 1980 en Polonia) que tuvieron que llevar a cabo solos las
sucesivas revoluciones democráticas.
[34] Esto tiene efectos en el derecho común : así el padre que le
mataron el hijo, que es víctima a la mañana, al reclamar justicia, a la noche
es convertido en “nazi” por los funcionarios del hombre ilimitado que viven en
barrios protegidos. Están vinculados con los ideólogos del estado universitario
global que tienen como función darle a un público el saber que este necesita escuchar, por ejemplo, el manifiesto que firman John Berger, Noam Chomsky,
Harond Pinter y José Saramago titulado Israel es el verdadero responsable
(Le Monde, 27/7/2006) que con total desfachatez invierten la carga de la prueba
a propósito del conflicto actual : “El último episodio del conflicto entre
Israel y Palestina se ha abierto con el secuestro en Gaza de dos civiles, un
médico y su hermano, por las fuerzas israelíes. Es un incidente no mencionado
en ninguna parte, salvo en la prensa turca.” Esta fuente exótica no es citada y
no es necesario porque hay millones de personas ilustradas dispuestas a
creerles, reproducir sus enunciados y convertir al agresor en víctima y
finalmente modificar la historia Esto se
parece a un pasaje de una novela de Orwell : así se ha “escrito” la
historia del siglo XX.
[35] No hay mejor testimonio que el antisemitismo actual lo continúa
la ideología de la izquierda
tercemundista que el libro de Pedro Brieger, Qué es Al-Qaeda ( Claves
para todos, 2006)que entre otras
“claves” que un público angustiado y bienpensante necesita creer,
niega la Guerra de los Seis Días en el tema de los territorios ocupados, toma
la paranoia de los líderes - que llaman a matar a dibujantes satíricos - como
“críticas objetivas”, no dice una palabra de las crueldades de los talibanes o
de los crímenes masivos de cristianos “pobres” e inofensivos en Nigeria, Sudán
y Pakistán que se niegan a aceptar las leyes islámicas, ni de la condena a
muerte de escritores críticos del Islam teocrático - totalitario como Ibn
Warraq,etc. No explica por qué treta de la “globalización” o el
“neoliberalismo” los musulmanes se matan
entre sí por decenas de miles en Argelia desde 1990, luego de la independencia
obtenida en 1962 y la cruenta lucha con el SIF islámico. El libro de Brieger es
un avance respecto a quienes en la Universidad se expresan como si la historia
estuviera congelada en los setenta. Pero no registra el retiro israelí de Gaza,
ni que éste sólo logró que Hamas sabotee los acuerdos de paz, tal como había
ocurrido en el primer atentado a las Torres en 1993, como respuesta a la paz de
Oslo y luego en el 2000 cuando Barak ofreció retirarse de los
asentamientos. Brieger exime al Hesbollah
del atentado a la Amia porque “uno de sus máximos dirigentes nos aseguró
en Beirut en 2005 que no actuaban fuera de su territorio”, como si uno fuera a
preguntarle a Hermann Goering si Hitler tuvo algo que ver con el incendio del
Reichstag. Existe la lectura de otra izquierda,
antitotalitaria y moderna, representada por Claudio Uriarte que en Esto
significa guerra con anticipación describe la inevitable guerra de agresión
que suponen para Medio Oriente los triunfos electorales de Hamas en Palestina y
de Ahmadinejad en Irán
[37] American Blas Box, Maurice Dantec,
Gallimard, 2006.
[38] Nicolás Sarkosky al decir que es necesario ganar la guerra en
Afganistán o denunciar la limpieza ética en el Tibet parece dar un giro a la
política miserable de Mitterrand-Chirack.
[39] Maurice Dantec escribe:
“ Esto me recuerda la guerra en Bosnia, cuando los musulmanes eran las víctimas
del poder serbo eslavo de Milosevic, este vulgar jefe de gang bolchevique que
tenía a su favor a los “intelectuales” revisionistas pro comunistas, como el
célebre Svend Robinson y su NPD canadiense, también pro Arafat, pro-jihad y antisionista.
Se hablaba de “beligerantes” de distinto tipo, pero nunca se oyó la palabra
“comunista. En esa época, accoler las palabras comunista y criminal, lo hacía
pasar a uno por un agente de la Cia o del Opus Dei ”. Esto que Dantec escribe
en American Box alcanza un estatuto de deliro en los comentarios de la
prensa argentina donde se ha ocultado a Milosevic como comunista: se ha llegado
a hablar de la nostalgia de esos pueblos por el comunismo titista…
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