martes, 7 de julio de 2015

Una actualización de El Aleph, la recusación del infinito y la victoria de Carlos Argentino Daneri. Por Luis Thonis



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Imaginé una versión mucho más agresiva del cuento El Aleph de Borges y lo que escribo supone que se sepa la obra de memoria porque la voy modulando en pequeñas transformaciones hasta situarla en un campo de inevitable batalla.Ahora cunde la indignación y viene el reclamo de derecho por parte de los que legitiman la impunidad con que actúa el estado actual..
Resulta patético que salgan a defender los derechos de propiedad de los mismso que la violan: el plagio no es para nada delito sino una forma entre otras de la creación que puede ser o no fecunda pero el cuento de Borges engordado es lisa y llanamente lo que en el barrio llaman un afano. Aun si no fuera así,  es bochornoso que estafadores de la masividad como Horacio González defiendan derechos de propiedad. No son los más autorizados. Me duele Boudou, dijo, compasivo, pero no le duele nada la falsificación misma de lo falso del nacional populismo que comenzó a escribirse en el golpe del 43 y entra en una etapa terminal donde la Argentina puede desaparecer como Beatriz V. Fue el que encubrió la mayor expropiación masiva de las mayorías en 2002 en su texto La Multitud creadora a la que atribuye poder cuando había sido expropiada- con la resultante de miles de muertos por enfermedades cardíacas- como lo muestra el fallo en minoría de Carlos Fayt que entonces nadie tuvo en cuenta. A partir de ahí se quebró el estado de derecho y las expropiaciones de todo tipo- Gonzalez al parecer no sufre la infación ni paga IVA o tenía jubilación privada- se han multiplicado hasta el desembocar en el terrorismo de estado actual ejempificado en el asesinato de Nisman. Horacio González, es una voz de la Matriz del estado depredador y criminal que los progres y la runfla de la servidumbre voluntaria aprovechan para seguir engordando al Chancho K. Es burdo y propio de la misera K acusar a Kodama por la frase de Borges “no supe ser feliz”. El lo es como estafador masivo de la cultura de la servidumbre voluntaria  y los poetas paraestatales y asociados, financiados con fondos públicos que son los continuadores de Carlos Argentino Daneri, poeta laureado en 1943 que inicia un nuevo paradigma en la cultura argentina con un golpe fascista y antisemita favorable al eje liderado por Hitler. 
La hipocresía de Horacio González se vuelve ilimitada cuando en la Biblioteca Nacional le ruega a María Kodama que comparezca ante la inauguración de la estatua de Borges con la asistencia de CFK y al mismo tiempo la ataca en Página 12 por no haber hecho feliz a Borges. ¿Qué sabe este cómplice del terrorismo de estado y firmante contra Israel de lo que sucedió entre ellos? Horacio González se revela como un continuador siniestro de Carlos Argentino Daneri y como tantos otros paga el precio de recusar el infinito que es un corte con la impostura ilimitada en términos éticos.
La muerte de Beatriz V y el cambio de carteles de cigarrilos lo simboliza y que va mucho más allá del aspecto político: la recusación del infinito que hace Daneri es el inicio de una reproducción que afecta a todos los niveles de la cultura y su figura se repite empeorada- al menos tenía cierta singularidad extravagante- en la sucesión de las generaciones. Es un estafador clásico de la masividad que cree que por tener un falso aleph en su sótano tiene la clave del universo. El narrador descubre que es un falso aleph, los hay infinitos, son el mismo lenguaje, el que hablamos, están no al alcance de la mano sino en el mismo  origen de las letras y el tratamiento de los todos. 
La recusación del infinito es la negación de la lectura en acto: es lo que hace Borges al leer la empalagosa obra de Daneri que confunde la literatura  con la ostentosidad verbal: escribía azulino, azulenco y azullilo por azulado y para aludir a un lavadero de lanas en vez de decir lechoso elegía lactario, lactescente y hasta lechal.
Confunde esta insufrible retórica con la poesía. Su voz era un aplastante plomazo y se proponía versificar toda la redondez del planeta. En Daneri todo está ya escrito: lo divino ha sido repudiado y hay una concurrencia burdamente cósmica entre los conjuntos humano y divino. Aquí se plantea el tema del infinito y el origen: “hay infinito” sino hay predecesor, todo sucede entre uno y cero y ese encuentro no puede ser decretado ni axiomatizado.De ahí que el infinito evoque el terror y el pánico que recorre la historia de las matemáticas cuando los números no pueden ser axiomatizados. El mismo pánico que causan ciertas obras literarias que la crítica tiende a neutralizar. Sobre este cuento, Harold Bloom ve nada más que un ataque paródico a Pablo Neruda. Punto. Todos los sabios a dormir. Es un Daneri leyendo a Daneri. Hoy CA Daneri sería exaltado como “El escritor de las mil praderas” por descerebradas vanguardias volcadas a la simulación permanente y que continúan su empresa. Borges- su narrador- admira, incluso adora a Beatriz V. Ella participa de la misma recusación. No todo es falso en la visión del aleph del sótano: cuando el narrador ve las cartas obsenas entre ella y Daneri todos esos rasgos que suscitaban sus exaltaciones se van disipando y de ella ya no se le ocurre nada.
En mi versión imagino que Beatriz V es la masoquista que retiene el poder para que Daneri trabaje día y noche como el sádico para decirle su verdad.  Estas copulas funcionan perfectamente porque son tal para cual
Daneri gana el Premio Nacional de literatura, el narrador sale tercero. Daneri es cínico y patético, Beatriz V una mujer silenciosa pero una chiquilla malvada que va hacia su autodestrucción. Borges no informa de qué muere ni lo investiga y con dolor inicia su duelo. 
El infinito posibilita un un mundo con tercero- el entre dos del cero y el uno- que comienza a abolirse al considerarse que Daneri es el primero ignorando que todo que ya es sucesor de una serie que no puede instituirse como conjunto y  se autodestruye del mismo modo que la Argentina, un país que puede pensarse concebido por una cultura vigilante que está empeñada en rechazar todo asomo de infinito: todo entre dos tiene que ser intervenido y aplastado y no es ajena a los vínculos del país con Venezuela, Irán y otras dictaduras asesinas.
La violencia que supone la recusación del infinito es criminal: es un crimen contra la creación que no puede ser juzgado pero que posibilita todos los crímenes posibles que no sólo son negados sino celebrados  en una lengua definitivamente criminal que hoy los ideólogos de la servidumbre voluntaria y escritores asociados hablan en lengua de vanguardia paraestatal.


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