jueves, 5 de septiembre de 2013

La guerra es a veces el único medio de detener los genocidios. Por Luis Thonis


El genocidio es peor que la guerra y el único modo de evitar el genocidio es la guerra. Dicho de otra manera: la guerra no se opone a la paz sino al genocidio que es una guerra contra civiles indefensos. A veces guerra y genocidio coinciden como en este caso. No estoy a favor de una intervención en Siria porque no le veo una salida política. Nada más que por eso. Pero desde el punto de vista humanitario, leyendo la carta de Pérez Esquivel a Obama, no deja de asombrarme que lo llame “desestabilizador” como si Al Assad no lo fuera. ¿No existe el terrorismo de estado en Siria? Ni un solo reproche a tan abyecto dictador que no sabemos que equilibrio mantiene, supongo que el de los bienpensantes. ¿Por qué no le escribió una carta semejante al dictador sirio para que deje de matar y buscar la solución política que reclama? ¿No se trata de dialogar? No bastan doscientas mil víctimas, unos dos mil niños asesinados y otros torturados según Save the children, dos millones de deportados para ganarse la calificación de genocida que aquí se aplica gratuitamente hasta a periodistas. Es el mismo hombre que denuncia que en la Argentina mueren de hambre y enfermedades veinticinco niños por día y adhiere a la posición del gobierno en el conflicto, digna de Poncio Pilatos. Ni una palabra de Cristina Kirchner sobre el terrorismo de estado en su concepción del mundo como disputa de peluquería. El vaciamiento del lenguaje político y de la historia no es ajeno al desvarío colectivo de nuestros llamados intelectuales que firmaron un manifiesto que calificaba a Israel como estado genocida por defenderse de los continuos bombardeos que dejó unos ochocientos palestinos muertos.  Contra Israel no hay un solo argumento de peso, devolvió el Sinaí a Egipto porque éste lo reconoció como Estado, quiso hacerlo con Gaza sin ser reconocido y se instaló una base iraní. Los territorios que ocupó fueron victorias de los ataques masivos y cobardes que sufrió por parte de los estados árabes que encuentran un justificativo de hambrear a sus pueblos. Esquivel ignora que el llamado pueblo palestino nunca existió, fue inventado por Arafat luego de la derrota de la Guerra de los Seis Días. Palestina siempre fue una región, el nombre que el imperio romano dio a la antigua Judea. Lo único que falta es que se diga que el Corán preexistió al Antiguo Testamento.
Assad la emprende contra su propio pueblo y buscar soluciones en los lobbys de la ONU no conduce a nada, Rusia y China siempre apoyarán dictaduras, invitando a mirar para otra parte. ¿Por qué no le escribe a los carniceros de Hamas que desde la niñez forma a los niños como futuros hombres bombas? ¿O a los alquaedistas que en Siria son tanto o más cruentos que Assad?

Un paso más y se lo convierte en víctima. Ya Assad es un héroe para los chavistas.
Este tipo de tiranos no dan alternativa, de nada sirve tirarle ondas de amor y de paz, sólo se los detiene mediante la intervención militar. El eje de Irán, Rusia y Siria no parece “estabilizador” para los civiles indefensos. Para el progresismo hipócrita de los Chomsky el horror comienza cuando interviene Estados Unidos, nunca antes. Si les interesaran en serio los derechos humanos abogarían por una fuerza internacional- militar- que detenga a los tiranos cuando comienzan las masacres contra los civiles, sean niños o mujeres y no negarían como lo muniquenses ante Hitler que existe, hay en curso en todo el mundo una cuarta guerra mundial donde los árabes se están matando entre ellos en Egipto y en Siria como sucedió antes en Sudán. Esta es la única salida política para el mundo que se viene: asumir que hay una guerra que no se parece en nada a las que hubo por su asimetría y dejar de lado la retórica vacía de los apaciguadores que lo único que hacen es fortalecer a los enemigos jurados de la libertad que cada vez se están armando más.
Un mundo con los talibanes en Afganistán o Saddam Hussein en Irak les parece más pacífico: todo va bien si pueden asesinar en paz. Los que cometieron torturas en la carcel de Abu Graib fueron severamente castigados por Estados Unidos, los que torturan niños en Siria tienen inmunidad para los bienpensantes. Ahí también fueron expulsadas las ONG que hacen trabajos humanitarios.
Si se sigue negando que no sólo hay guerra sino que hay una guerra de los mundos- que se basa en el asesinato de civiles indefensos- esto pronto será demasiado tarde como se advierte en el infierno sirio. La guerra entre los sunitas de Irak y los chiitas de Irán se extendió desde 1980 a 1988 dejando más de un millón de muertos y se utilizaron armas químicas como el gas mostaza. Nadie se escandalizó y posteriormente explotó en Occidente tras la invasión a Kuwait por parte de Saddam Hussein que arrojó misiles a Israel para implicarlo en el conflicto. Se los puede, abandonado las razones humanitarias, dejar a su suerte, pero no se trata de una interna local. Sunnitas y chiitas integristas viven todavía en los tiempos de la batalla de Karbala en octubre del 680 donde fue asesinado Husain Ibn Alí, el nieto del Profeta por el expansivo Califato omeya de Damasco, que dividió al Islam. De esto no son culpables ni Estados Unidos, ni Israel ni nuestra arquitecta egipcia, que liderando una guerra típica de señoras en la peluquería ayer denunció por twitter una conspiración entre Macri, Scioli y Massa. 
¿Qué autoridad moral tiene, me pregunto, la Argentina de los Kirchner? Es un país que nunca tuvo enemigos, salvo los que se fue inventando para justificar sus fechorías. Desde 1810 se han estado matando entre sí y en los períodos de paz siempre se ha dividido en dos naciones y dos países como dijo premonitoriamente Alberdi que, dicho sea de paso, justificó la guerra de la independencia ante España. La sangrienta guerra interperonista de 1973 a 1976 propició el golpe de estado y la dictadura sólo cayó tras la guerra de Malvinas, previa plaza de Galtieri. Y el actual gobierno de los derechos humanos entregó las víctimas de la AMIA a Irán para ajustarse al eje chavista. Tampoco apoyó el pedido de captura de Moreno Ocampo de Al Baschir en marzo del 2009 que exterminó cuatro cientas mil personas de diversas etnias en Sudán por orden de Chávez, haciéndose cómplice del mayor genocidio del siglo XXI hasta hoy. Carece de autoridad moral hasta para lavarse las manos. A la canalla bienpensante no le importó. Hay algunos pueblos que deciden pelear y no convertirse en un montón de ratas aterrorizadas repitiendo la palabra paz, paz, mientras le escupen en la cara. Ni una palabra en los que se rebelaron contra Assad luchando por una democracia y fueron aplastados. No es casual que los intelectuales criollos compren ciegamente el mito palestino, pasando por alto que es un pueblo psicotizado y sacrificado por sus dirigentes multimillonarios.

La visión antimperialista y galeanista que tiene de la guerra de Vietnam y de las intervenciones de Estados Unidos en Afganistán e Iraq demuestra que Pérez Esquivel repite la versión de Le Monde Diplomatique, los desocupados del Ejército Rojo de Ignacio Ramonet cuyos refritos abundaron en la Argentina y fueron mentores del nacional populismo actual. Pasa por alto que fue Vietnam del Norte que invadió al Sur y que los crímenes masivos de Ho Chi Min fueron mucho más graves que los nortemericanos como afirmó Todorov. Si Estados Unidos hubiera ganado la guerra habría sido acusado de "imponer una democracia" como ocurrió en Japón, al que después de todo no le fue tan mal y como intenta hacer en Afganistán e Iraq en procesos de larga duración. Esquivel ignora que  en las zonas de Afganistán donde en no actúa la coalición las mujeres se suicidan en masa por la esclavitud a la que las someten los talibanes, hay abundantes informes al respecto. 

Molesta que en Irak se pueda votar, que haya una democracia, que en medio de las amenazas y atentados puedan jugar las selecciones de Irak y Palestina y que los jugadores recuerden los tiempos donde el hijo de Saddam los torturaba. Pasa por alto que la invasión a Irak fue apoyada por Vaclav Havel- amigo personal de Bush-, Elie Weisel, sobrevivientes del ghetto de Varsovia, André Glucksmann cuyos argumentos no aparecieron en los medios argentinos y que las armas químicas si existieron como lo demostró el libro de Sthepen Hayes en The Connection. Eran momentos donde los intelectuales progres oficiaban para la clase delictiva actual y necesitaba encontrar un redentor en Kirchner que atribuía la crisis y el default culpando de todo al FMI, pasando por alto quienes firmaron los presupuestos, los menemistas de los que formaba parte que se volvieron primero duhaldistas, luego kirchneristas y hoy ayudan al posible vencedor y futuro lider. Que expliquen por qué Argentina tuvo nueve canjes de la deuda externa y nada de eso ocurre en los países vecinos que han abandonado la cultura de la expropiación y dar a las mayorías el pescado- o mojarritas- y no la caña para pescarlo.


Los intelectuales del sesenta que apoyaron la revolución cubana y quisieron comprarse una segunda juventud, pasando del marxismo leninismo al nacional populismo son todavía los que justifican a un modelo que hoy hace agua por todos lados y ha dilapidado la mayor etapa de crecimiento del capitalismo global en toda la historia haciendo crecer las villas miserias. Es la misma clase que hoy nos gobierna y Pérez Esquivel critica pero comparte la misma visión del mundo del oficialismo, la de mitómanos como Pedro Brieguer en la TV pública o charlatanes como José Pablo Feinmann. No está solo, es también el del noventa por ciento de la oposición que repite los mismos clisés a nivel internacional. Para los cartabiertistas el enemigo no son este tipo de dictadores que más bien admiran- como Cristina a Kadafi- sino el “neoliberalismo”, palabra con las cual designan no sólo a Estados Unidos sino a las democracias constitucionales, salvo a Australia y Canadá, que con un poco de esfuerzo lograrán igualarnos si damos fe a nuestra arquitecta egipcia. No es casual que Eric Hobswaum, uno de los máximos delincuentes intelectuales del siglo XX, sea el historiador oficial de la Argentina a través de su discípulo Ernesto Laclau.


La expresión “neoliberal” aplicada tanto a Martínez de Hoz- modelo de estatismo monetario al que se parece bastante el modelo K, con el control de precios, el robo de empresas y el cepo- a Menem- que nada tuvo que ver con las reformas liberales de Chile e incluso Brasil que lograron solidez en su moneda- recuerda a la del “mundo libre” citada como burla y escarnio para quienes vivían en Nueva York y Paris mientras que las stasi del mundo comunista encarcelaban y asesinaban a los disidentes y eran llamadas sin comillas democracias populares. Chile para el populismo criollo sería un estado “neoliberal”. Con menos recursos está a años luz de la Argentina en todos los aspectos. Le dio una lección a Cristina al informarle que ahí se investigan los patrimonios de los empleados públicos, que no hay monarcas ni oyarbides. Vale más tener una clase política de excelencia que abundar en soja. Venezuela que nada en un mar de petróleo pero donde faltan los productos elementales, incluso el papel higiénico, les resulta un ejemplo posible para seguir la lucha hacia la autodestrucción final. Hay una sistemática voluntad de ignorar lo que pasa en el mundo actual, pensado a imagen y semejanza del tercermundismo de los sesenta y setenta que al igual que ayer les hace ver a las dictaduras más criminales como víctimas del imperialismo. No es tan difícil saber quién es quién: cuando se habla de tal o cual estado hay que mirar ante todo lo hacen con sus pueblos.


Se enterarían de lo que hacen los jihadista en Tailandia con los budistas, en el mismo Egipto con los coptos. Del silencio sobre la matanza de cristianos a lo largo y a lo ancho del mundo árabe al que se refiere la voz solitaria de Pilar Rahola. En Egipto, en el Magreb, Pakistán, Turquía, Nigeria o Sudán se los toma como blancos militares a falta de judíos y en Arabia Saudita apenas si son ciudadanos de segunda. No obstante, estos  países denuncian todo el tiempo la “islamofobia occidental”. No les entra en la cabeza que la paz que disfrutan en el abominable mundo libre es porque alguien alguna vez tuvo que pelear por ella, de lo contrario el mundo sería un campo nazi o un gulag soviético. 

Assad lo dijo muy claro, dándole un happy end anticipado a la guerra: la mayor  perjudicado será la "entidad sionista", así llaman los antisemitas a Israel. El mismo objetivo que el de Erdogan que apoya la intervención, el mismo de los jihadistas que quieren alzarse con el poder y exterminarían a las minorías, comenzando con los kurdos. ¿Cómo se hace para dialogar con esta clase de gente?

Opuesto a Siria por el tema kurdo, Erdogan tiene el mismo objetivo que Assad e Irán: Israel. En ocho meses Irán dispondrá de la Bomba y es probable que la escena se vuelva más complicada si no se resigna a ser blanco de un estado con el cual no tiene conflicto alguno. A Obama hay que reprocharle su política errática, no haber actuado pensando que Assad era un "moderado" cuando era posible todavía evitar que estalle el polvorín con consecuencias imprevisibles, cuando las víctimas llegaban a mil. Pero debe hacerse oír el repudio a este criminal de masa en vez de seguir oficiando de correctos antimperialistas a quienes no le falta una coma en un libreto que nada tiene que envidiarle a los K, campeones de los derechos humanos instrumentales.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Dejá tu opinión aquí