Antonio González Mendiondo sobre Literatura Rusa de Laura Estrin. Marzo
2014.
Hola Lau!
Pasé estos días con vos y tus rusos. ¡Genial! Me gustó mucho el libro, sobre
todo tu manera de encarar la crítica, a los saltos, de acá para allá, buscando
convertir la lectura en una experiencia y no en una serie de fórmulas o recetas
académicas, esa cosa de que San Petersburgo se hace cubista por el frío y el
hambre, de que los simbolistas dialogan con el siglo XX y hay que leerlos en
continuidad con la historia rusa, no fraccionados por la vanguardia, ese
frenesí por ir hilvanando episodios, textos, anécdotas, para armar un
rompecabezas enorme y azaroso pero apasionante y sugestivo, que es como una
serie de fotos colectivas imposibles de la vida rusa. "El todo no es
un todo ordenado", avisás ya avanzado el libro, pero no hace falta, porque
ya se vio que cada página es una puerta a un mundo donde todo se mezcla y en
donde no hay disciplina, aunque sí haya rigor, y si es necesario también
precisión, incluso hasta fechas. Es como esa imagen de Eisenstein de los
trenes, un aleph atestado de personas, palabras, acciones, o mejor como el
teatro de Shklovski, donde entre arenques rancios y oficiales de la Cheka que
hacen crítica literaria, todas las noches hay estreno y la sala se calefacciona
con el aliento de los espectadores. También me gustó que quieras tanto a tus
autores, es como si (paradójicamente) fueras su hermana mayor: afirmás su
desamparo, su soledad, su insistencia, pero al mismo tiempo los compadecés y
acompañás su padecimiento. Me gustó que los quieras y además que los respetes,
o sea que interpretes pero al mismo tiempo los muestres, no como tantos otros
egresados de Puán que parecen sentir pasión en sobreimprimirse en el texto que
comentan, una variante bastante penosa de la ventriloquía. Por momentos algunas
cosas me resultaron algo oscuras, supongo que básicamente debido a mi
desconocimiento abrumador de la obra de esta buena gente, que por otro lado a
partir de ahora me siento en la obligación de profundizar. En ese sentido
creo que sin duda tu libro cumple con creces su objetivo: señala y al mismo
tiempo, sin ningún afán didáctico, por mero contagio, nos induce a querer
conocer más sobre las aventuras literarias de estos personajes tan apasionados
y enroscados, tan rusos en definitiva, supongo. Como detalle final dos cosas:
por un lado me encanta que le arrebates Shklovski a los formalistas
(trofeo de caza mayor, sin duda): y por otro lado me gustó mucho tu lectura de
Tarkovski (vi todas sus películas en mi remota juventud cinéfila) y me causó
gracia los palos que le das a la remake de Soderbergh, la verdad que en su
momento a mí me había gustado bastante, al menos me había parecido digna, pero
es verdad que hay varios diálogos asquerosamente retóricos que no recordaba, y
que cuando te leía, pensaba "ni hablar, qué manera de subrayar al pedo".
Bueno, nada más por hoy. Te mando un beso grande y gracias
de nuevo por el libro!
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