jueves, 6 de marzo de 2014

Rayuela, el exilio y los escolares siniestros. Por Luis Thonis.


A cincuenta años de su aparición se sigue jugando a la rayuela y como si ese ayer tuviera algo que ver con el presente. 
Lejos de abrir nuevas perspectivas de lectura, Rayuela contribuyó a bloquearlas iniciando un camino descendente en la obra de Julio Cortázar como puede leerse en Un tal Lucas o El libro de Manuel. Dejó de leerse a sí mismo y se inventó la novela de las novelas: el drama del exilio. No hay boom sin el shock que representó la dictadura de Castro: Cortázar de pronto se sintió privilegiado, culpable de vivir en París y se inventó como exiliado y perseguido y se desbarrancó inventándose como lo que nunca fue. Estuvo 18 años llorándole al estado francés para que le diera la ciudadanía. Este "caramelo light" para progres(Omar Genovese) un día de 1974 se descubrió exilado, inaugurando una política de la impotura que encarne definitivamente en Exilio de Bayer y Gelman,  1980, el libro más canallesco y buchón de la literatura política argentina.
La literatura acusó recibo de los balidos.
La innovación formal de Rayuela, aparecida en 1963, es algo innegable aunque el Adán Buenos Aires de Marechal en el campo de la novela también abre un camino. Pero los contenidos festivos de la novela se han vuelto melosos como muchas de sus cartas. Hay pasajes notables: “Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.", que recuerdan el Cortázar anterior pero la nueva mitología que formula es anacrónica por carecer de todo efecto arcaico y caer en el voluntarismo de vanguardia que culmina el fetichismo, no me refiero a todas las formas de exhibicionismo cultural sino en su retorno tardío y llorón al peronismo como su propaganda maradoniana de Fidel Castro.
Cortázar y Guevara están implicados ya que son dos pilares de la idolatría sesentista y tocan la cuerda del despotismo pequeño burgués de una clase media que siempre culmina en la búsqueda de un hombre providencial y fuerte o una Matriaca desbocada que como Lady Macbeth ruega a los demonios que le arrancan el sexo para no depender de otro y concentrar así mayor poder.
A partir de Rayuela comienza la sordera de Cortázar, la que sólo oye el zumbido de las sirenas pop. Guevara y Cortázar son dos sordos, la sordera que Meschonnic muestra en Agamben para el cual es la excepción la que funda el derecho y no al revés, alcanza un pico exponencial.
El Cortázar de Rayuela comienza un camino de ceguera y oportunismo que está en los diálogos sensibleros de la novela que anticipa a sus sucesores populistas y posmodernos. Néstor Sánchez parte de él y se dispara hacia Cómico de la lengua. 
Osvaldo Lamborghini comenzaba a escribrir a contracorriente su obra disuasiva.
Esa no es toda la literatura, es la que encaja pasivamente en el Star system y supone una trama de medios, la grandes editorales donde los críticos son los mismos que escriben las novelas. 
Una verdadera corporación legislada por Yale. 
Los loros barranqueros de la literatura siguen volviendo ilegibles novelas como Las leyes de la noche- lo femenino exterior a la sociedad en vía directa al incesto colectivo- y el ciclo del Sueño de la Razón- la lucha de todos contra todos en función de un exterminio final- de Murena y ensayos decisivos como el Ultranihilista; el que no pasa por eso no entiende nada de lo que ocurre hoy en la Argentina actual por querer seguir viviendo en el paradigma de los sesenta para vender pescado podrido y consoladores a falta de pan. 
Fue de los primeros que habló del Gulag que sigue sonando a Gulash.
Es un modo de seguir manteniendo un discurso de lo sagrado mediante tics vanguardistas que supuestamente continúan el texto de la Historia, un otro que no existe. Lo que cuenta es el universo del milagro infame donde los unos se convierten en los otros en una lógica más semejante a la clonación que al lenguaje.
Los personajes de Rayuela pueden ser traducidos a un demonio de masa: la Maga es ahora una arquitecta egipcia al escribirle al Papa, Morelli un pensador cartabiertista y Olivera un psicoanalista bienpensante que sustituyó a Freud por Carl Schmitt y apoya la movida ridícula del monumento de Colón, una donación de la comunidad italiana donde otra vez se rechaza un fallo de la justicia y se adapta como puede ante el avance de la colonización de los cuerpos a fuerza de performativos. 
Mientras tanto Insfrán y otros contra adelantados en el norte siguen matando y robando tierras a los aborígenes. 
Los personajes de Murena o de Arlt todavía nos interpelan, los de Rayuela nos ofrecen una anticipación de la nada posmoderna y se pierden en la llanura sin chistes de los dobles de dobles. 
La impostura de un Piglia llega a la apoteosis al postular a Ernesto Guevara, uno de los ídolos de Cortázar, como último lector de literatura en la fase terminal de los nihilismos para el Gran Kindergarten planetario. Hoy la izquierda que nació en los sesenta es el colmo del negacionismo y que termina haciendo cuerpo con los hitlero islamitas: se le ponen fichas a Hamas, Hezbolá y a los ayatolas de la muerte. 
Es más fácil que un camello pase como una aguja que esta izquierda reconozca uno solo de sus crímenes,
La soldado Gils Carbó prohibió hablar al fiscal Nisman por la causa Amia en el congreso de Estados Unidos. Se nota mucho, diría Alejandro Appo, tanto, que un gobierno que desoye los fallos de la justicia y entrega a las víctimas justifica largamente el derecho a la rebelión.
Para transmitir algo hay que perder lectores como hace Juan Abreu que en Cinco Cervezas a través de su personaje asocia el mito de la Revolución- “denominación moderna de la esclavitud de siempre”- a la servidumbre total y escribe: “ A mí el Che que me interesa, es el que iba a divertirse a los fosos de La Cabaña. Niños de diecisiete años, fusilados, y el Che que acudía por puro deleite a presenciar aquel horror. Este es el Che que me interesa.  El otro Che homofóbico, dogmático, mediocre ensayista, cobarde que se entregó en Bolivia en vez de morir combatiendo junto a sus compañeros, ese no me interesa tanto”.
En ningún momento hubiera puesto a Guevara en sinonimia con un Proust.
Guevara era un comisario de la mejor literatura: ""Estando en Bruselas en exilio oficial supe que Virgilio había sufrido un ataque más del machismo como manifestación política. De visita en la embajada cubana en Argelia el Che Guevara, buscando entre los libros de la exigua biblioteca argelina, el argentino encontró el Teatro completo de Virgilio, editado por Ediciones R. Lo sacó como para hojearlo pero lo que hizo fue dirigirse al embajador, un comandante menor, con una frase agria: "¡Cómo tienes el libro de este maricón en la embajada!" - y sin decir más lanzó el tomo al otro extremos del cuarto, estrellándolo contra la pared como un huevo huero que era purulento, virulento. El embajador se excusó de su lapso mientras echaba el libro al cesto de la basura."(Cabrera Infante, Guillermo (1998), "Tema del héroe y la heroína" en Vidas para leerlas, Alfaguara, Madrid, pág. 51)
La novela de Juan Abreu me recuerda lo mismo que me contaba mi tío, que apoyó en un primer momento la revo pop, sólo le falta el habano en la boca que era para mí un signo de interrogación. 
Piglia pasa por alto a Pasolini ya en El Caos que ya en los setenta consideraba fascista a Fidel Castro y veía que Guevara se drogaba con la revolución. Considera fascista el actuar antes de pensar, lo contrario del "hombre de acción" de la máquina guevarista.
Pasolini fue silenciado como otras tantas iluminadas puntuaciones Fueron condenados al fracaso todas las tentativas de disuación.
Se puede devorar los libros y no haber leído nada y en ese sentido es una metáfora de lectura cero de la ideología argentina, que no puede leer nada que no la refleje o la confirme.
Cortázar no leyó a Pasolini y Piglia sufriría un colapso al leer a Abreu, qué decir los que durante décadas han firmado manifiestos a favor de los Castro haciéndose cómplices de miles de crímenes, y de los tantos Orlando Zapata convertidos en desechos humanos. 
Pasolini no sustituía el prójimo por el consumidor contestatario. Había una gran empresa en curso: la de drogar a los cuerpos, completarlos, colonizarlos de modo que no haya ningún efecto de verdad, pasando de una simulación a otra. 
Que no haya un ritmo que interrumpa la continua melodía que ignora el silencio de las sirenas luego del cual se oye en toda su resonancia este nuevo milagro infame entre tantos, que parece un dictamen del Tribunal sintáctico de mi libro: Guevara lector de literatura...
Entre esos dos Che, Piglia opta por el del jardín de infantes, participando en el coro de los estafadores masivos. Es un escritor reconocido y de talento que no tiene necesidad de sostenerse en el mito. Lo que desconcierta es que Piglia pudo en un momento captar el lugar de Alberdi en la trama del siglo XIX, una línea de transmisión que atraviesa la consolación revisionista, lo suyo es una suerte de suicidio intelectual. 
Ayer predicador de la utopía, quedó atrapado en el paradigma guevarista de los sesenta que todavía da a quien lo asume un capital de superioridad moral.
La ideología argentina y consumidores de pop revoluciones obligan y mantiene intacto el capital moral de la generación de granito donde el Che es una figura central, admirador de dictadores rufianes, la misma que envió al muere a una generación y sobre la que podría dar precisiones, lo hice en parte en un texto sobre Guevara, Un héroe para la Argentina actual, a propósito de la toma del Comando de Sanidad. 
La Argentina tiene problemas técnicos- inseguridad, inflación. clientelismo- que no pueden ser resueltos con un delirio ideológico basado en el discurso del mito...es un lujo que no es ya posible dada la destrucción que ha llevado a cabo el populismo, desde el sistema energético, a los transportes, pasando por la ganadería y el sistema de pensiones para financiar su fiesta.
El Che es lo siniestro que retorna y Cortázar es sólo el antecedente de los escritores del Star system.
El legado de los sesenta- Cortázar, Guevara- que en el que Piglia sigue situado no es un corte sino la continuidad de crisis sacrificial y dada la impotencia de los discursos críticos y sin resto sólo queda el suicidio colectivo mezclado con la estupidez idiota de los útiles idiotas que produce sujetos implantados de un chip en la cabeza con un violín de cuerdas de acero en sus manos. 
Piglia se suma con astucia a la cultura de la servidumbre voluntaria. 
Uno de sus poetas preferidos es Cucurto cuyo poema, Hombre de Cristina-  “Oh Morocha nacional/ tomame de la mano/ como a un escolar pobre/ y enseñame la Casa Rosada”- no es patético porque le falten acentos sino por ser la apoteosis de una alcahuetería y un servilismo espeluznante. 
Hace pucheros ostentando la pobreza mientras los patrones celebran en Puerto.Madero y los nuevos negreros hacen de las suyas en las provincias. La burguesía prebendaria se volvió socialista: otro milagro infame más.
Es cierto que sobre gustos no hay nada escrito pero Piglia sigue la onda de la coyuntura, pagando el precio de su encierro universitario. Cita lo buzones que le ofrece un mercado cautivo. 
Los Cucurtos y zombies asociados  han sido impuestos como olímpicos por el poder aunque dan vergüenza ajena. Son parte de otro circo. Irrumpen en la época de la megadevaluación de Duhalde gritando los goles del piojo López  al ritmo de la cumbia del Coto para silenciar la expropiación de pequeños ahorritas y jubilados que murieron de a miles por enfermedades de todo tipo mientras los K sucesores sacaran su dinero afuera. 
Son efecto de la gran clonación de los sujetos, de un dispositivo extorsivo y criminal que hubo hacia 2003 en torno al negocio del pobre. Todas las líneas de la cultura convergieron para gestionar un modelo de sujeto: un idiota definitivo y terminal, privado ante todo de poder escucharse a sí mismo.  
 Entramos en la pornografía de los ideales, complementaria del decisionimo que Horacio González le atribuye a la multitud cuando ésta había sido despojada en La multitud creadora- enero, 2002 y que traté detenidamente en otra parte.
El fallo de la Corte suprema sobre la pesificación asimétrica- un depósito en dólares- sería un adefesio desopilante en la historia del derecho si no hubieran muerto miles de personas. Se pedía solidaridad para los pequeños ahorristas mientras los grandes peces habían sacado con aviso grandes sumas afuera. Comenzaba una etapa superior de la cultura de la expropiación que ahora va por la misma Corte. Pasa lo mismo con los medios que inventaron a los K como ex combatientes omitiendo que habían desaparecido los fondos de la provincia de la que ya eran dueños. Nadie vio ni supo nada. El progresismo dijo que los K continuaban el legado ético de la Alianza, colorín colorado. 
El modelo feudal santacruceño se fue imponiendo a fuerza de la compra de voluntades.
Nunca vi que existieran poetas tan funcionales que viven de las sobras de los funcionarios. Nunca leí un ataque tan artero como el de Rubio a mi libro Milagro infame en Los Inrockuptibles que reduce un libro denso de relatos a un solo personaje y me identifica con él como si se confudiera a Artl con Erdorsain y se le achacara el asesinato de La Bizca.
Américo Cristófalo, que no piensa como yo, al presentarlo dijo que era un libro "diabólico" y exaltó su estilo nítido aunque dijo que había una dificultad dadas las condiciones de lectura existentes.
Rubio se apoya en la demagogia que da gato por libre y explota el actual vaciamiento del lenguaje- la ausencia de una lengua política que alienta la caza de brujas-, como si fuera un personaje, uno de los zartistas de mi libro toma la voz cantante del Tribunal Sintáctico y me llama "disidente radical de la cultura de izquierda argentina". 
¿De qué izquierda habla? ¿De la vieja guardia leninista de los Viñas o Rozitchner? ¿O del actual nacional populismo que mediante la fusión de los nombres indistintos presenta en el mismo elenco vergonzante a Hebe de Bonafini y a Gerardo Martínez de la UOCRA acusado de más de cien desapariciones por sus tareas en el Batallón 601 y mimado por la Morocha? 
Comenzando por los ladrones santacruceños que padecen la furia de los conversos coexisten reconvertidos todos los ex menemistas de la pasada década, los Manzano, Menem, Fellner, Pichetto, Saadi y tantos otros con notables adquisiones como Alperovich. 
Se creen Artaud pero sus poemas no difieren de Palito Ortega.
Su ideal es que los premios literarios sean entregados por la propia policía como en Cuba.
Hay una impotencia del intelectual argentino para cumplir lo que Diana Sperling en un libro excepcional- Filosofía de Cámara, la música misma del pensamiento- llama a propósito de Números el duro oficio de heredero. 
Un país que no tuvo enemigos y que vivió inventándolos y donde el sacrificio mismo es un acto fallido, algo de lo que dan cuenta la guerra interperonista de 1973 a 1976 y la de Malvinas: que la plaza de Galtieri siga resonando en el populismo prueba que la Argentina a diferencia de Israel, en la mira de más de cuarenta dictaduras árabes, es tierra de idolatría. 
Su parasitaria industria nacional sólo es fecunda en la producción de fetiches que la autodestruyen. No puede como Abraham y su ética de la vida sustituir al hijo por el animal librando a la comunidad de la violencia destructora. Pertenecemos más a la descendencia de los hijos de Koraj que de Abraham y si ayer a los sujetos se los pensaba como carne de cañon hoy se trata de introducirles un chip en la cabeza donde cada pregunta tiene ya su una respuesta que sólo prueba que no escucha nada. 
 Videla era católico, se supone que había incorporado el cuerpo de Cristo. Hubo curas que actuaron como monstruos. ¿Su dios era el de los Evangelios? Firmenich era judío, escribió “tenemos mil militantes menos, pero cuántas masas más”,  pactó con Massera y sacrificó más de cien montoneros en la controfensiva suicida por pura publicidad. ¿Tuvo algo que ver con la ética abrahámica de la vida? Ninguno registró acto alguno. Pasamos del paradigma de la civilización-barbarie- Sarmiento- al de la civilización- traición- Artl- y de este al milagro infame, cima del nihilismo donde la única lealtad es el fetiche: en nombre de éste el zombi terminal no registra los actos que comete ni los crímenes. 
Los ideólogos que ayer atacaban el monumento de Roca hoy miran para otro lado, son cómplices del gobierno en la matanza de los aborígenes del norte. 
Son fieles a ese “dios” que emerge ante el vaciamiento de las líneas de transmisión y que disuelve los ideales o los códigos en pornografía. 
Videla y Firmenich eran más argentinos, hijos de la ideología argentina, más que católicos o judíos. Y así todos los demás: el fetiche los sobredetermina, los unos se convierten en los otros en un santiamén, son idólatras de ese milagro siniestro que es la ideología argentina que comparte involutariamente o no gran parte de la sociedad que reproduce el paradigma en curso. La valiente Pilar Rahola considera a Tímerman un traidor a los suyos al permitir que los propios asesinos investiguen los atentados que hicieron. ¿Pero cuál es el código? No se respeta ninguno o se toman al revés, si así se hiciera la traición a la patria estaría encabezando las encuestas. Un traidor tiene una dimensión bíblica, Timerman carece de ella. 
Pertenece al mundo del milagro infame y es un desecho del mismo. Al respecto hay una producción en serie. Tampoco Astier era un traidor, no hay previo juramento con el Rengo: lo que hay es lealtad hacia el fetiche. Otro hubiera hecho lo mismo que Timerman. Así y sólo así se puede entender que un psicoanalista que haya leído a Freud "crea" en el jurista nazi Carl Schmitt. Son reflejos, dobles de dobles.La civilización traición evoluciona hacia el milagro infame que mutiplica los timerman y los pequeños eichman de la banalidad del Bien. 
Su nombre es legión y su ética el mini- miserabilismo.
La política selectiva de derechos humanos culminó en el negocio de los sueños compartidos y la instrumentación de las víctimas tuvo su coronación en el vergonzante acuerdo con Irán, pocos países han caido tan bajo, en la cima del milagro infame. Sin respeto por sus vidas, la Argentina se convierte en una republiqueta. 
El acuerdo con Irán demuestra que todas las líneas de transmisión han sido devastadas y se sigue jugando a la rayuela.
Cada uno tiene sus muertos, yo me resistí a su instrumentación que fue incrementándose con el tiempo y dando réditos. No recibí precisamente flores. Cuando volvió al país, David Viñas escribió un texto, Déjenme hablar de Walsh- Literatura, Boletín, 1982- que reactiva la crisis sacrificial en clave mística: los cuerpos no debían ser enterrados, serían reapropiados en una perversa comunión de los santos: el nacional populismo no hizo sino instrumentar eso. Todavía resonaba aquello de 1974: “Pibe, dejá el libro, agarrá el fusil”
Viñas decretaba la imposibilidad total del duelo, la sangre debía seguir corriendo para que pudiera dictar cátedra de literatura y marxismo. Todo el mundo aplaudía. La lealtad al fetiche de la Revolución era más fuerte que la muerte. Le respondí en Innombrable y ante la persistencia del síntoma luego en Un guante para Osvaldo Lamborghini contrastando los animales de Walsh con los de este autor y su polimorfa trama de placeres.(1)
Viñas no reconocía ni su propia tragedia- respecto a la pérdida de sus hijos, como lo hizo Héctor Schmucler- la utopía comenzaba otra vez desde cero en torno al discurso de la Revolución que colonizó toda la reflexión de los ochenta hasta La Tablada y al que todos sucumbieron. La revolución simulada, escribí. Los únicos que salieron al cruce fuimos Hugo Savino y quien escribe. Cuando vino el derramamiento de sangre los predicadores partieron para Yale. Y nosotros seguimos siendo los fascistas….El nacional populismo de los dos mil es la continuación vergonzante del utopismo de los ochenta. El sujeto no es el Guerrilero Heroico, evocado sólo como capital moral, sino el zombi terminal que vale lo que un patacón cedín. Los discípulos de Viñas nunca me lo perdonaron, rescribieron mi historia haciéndome enemigo de Osvaldo Lamborghini y aferrándose cada vez más al esqueleto muerto de la gramática según Humboldt.
Hay que disponer de un fuerte potencial de idolatría para creer que la mafia actual está haciendo no sé qué revolución, la "revolución simulada" que describií en 1988 en La Anunciación y que no es sino el retorno al Campamento y a los orígenes pre constitucionales, anteriores a 1853 e incluso a 1810.

Hay lo que Laura Estrin en un ensayo sobre Cuerpos inéditos llama la otra literatura que hay que leer en otra frontera que la que abre Cortázar y que culmina en la ideología argentina, encuentro en una máquina de coser del populismo industrial a lo Mendiguren- alias el hombre que cae bien parado, previa expropiación de las mayorías-, es decir, del revisionismo de los cuarenta afín al golpe fascista de 1943 y el guevarismo de los sesenta que fusiona los antónimos en función de ciudadano convertido en definitivo zombi.
Van de la mano segura de la cultura de la servidumbre voluntaria que cree, por ejemplo, que un pro cubano como Cortázar modificó más las condiciones de lectura que Murena, el primero que puso en escena el nihilismo como tópico de una sociedad que iba hacia la autodestrucción y que todavía está activo. 
Hay en Rubio un fracaso estético de base que se traslada a un supuesto compromiso político que se reduce a la idolatría del poder y me llama el "disidente radical de la cultura de izquierda en la Argentina" en Los Inrockuptibles. 
"Disidente” es un término se utiliza en las dictaduras comunistas como Cuba donde la oposición fue asesinada o encarcelada, es decir, que Rubio ya cree que estamos bajo una dictadura. Los fans del poder nunca se caracterizaron por tener paciencia.
Se trata de traducir el peronismo al nacional populismo vigente, convertirlo en la lengua de un Estado Matriz sin ningún principio de autoridad ni responsabilidad por sus actos o una suerte de sociomanía esotérica- Carta Abierta- en vez de tomarlo desde la vertiente del significante como lo hizo Leónidas Lamborghini con la marcha peronista desde un susúrrame.
Piglia, emocionado hoy con Chávez como ayer con el castrismo, se acomoda a la estratificación del presente, mantiene intacta la idolatría del pasado y su oportunismo queda de manifiesto porque publica esto en momentos que el poder quiere terminar con el texto más revolucionario que se escribió en la Argentina, la constitución, que prohíbe que alguien pueda declarar contra sí mismo como sucedió en la dictadura militar y como es oficial por décadas en Cuba.
Hay que reconocer con Castoriadis de una buena vez que el marxismo leninismo ha sido la ideología más criminal de la historia humana en número de víctimas en vez de seguir con el blanqueo a la medida de las nuevas generaciones de incautos. Según dice Piglia los autores que leía Guevara eran el ahora mitificado Trotsky que hizo la masacre de Kronstad y Gramsci que veía en el jacobinismo y el periodo del Terror la etapa más avanzada de la revolución francesa cuando en verdad era la contrarevolución que suspendió los derechos del hombre. Lectura zombi de Gramsci, el Lenin italiano según Jean Francois Revel.
Y en cuanto al intelectual orgánico me ahorro comentarios: es Ricardo Foster que se ofende porque se dicen malas palabras pero pasa por alto los crímenes de los gobernadores feudales, de su sociedad con narcos que emplean a los niños como mulas, el blanqueo de capitales para los narcos del mundo y cree que hasta los trenes son destituyentes.
Ni Trotsky ni Gramsci rompieron con la idea del Partido Unico, a diferencia de Rosa Luxemburgo que defendía la libertad de expresión y las garantías individuales. Guevara nunca abdicó del “llorado camarada Stalin” como lo muestra el informado libro de Sebreli y sus críticas a la Unión Soviética fueron a causa de sus tímidas reformas liberales.
La devaluación del mito del Guerrilero Heroico de Roztchizner luego de la polémica con Oscar del Barco da lugar a Guevara como lector de la literatura para que la sociomanía continúe. 
Algo que ya estaba en Literatura argentina y realidad política de David Viñas que condena y sataniza todo lo que no converge con un Partido que según Lefort sigue escribiendo la historia aun desde su misma inexistencia.
Luego del asesinato de Rosa Luxemburgo- la primera crítica de la máquina de matar de Lenin- se frustró la posibilidad de un marxismo que no fuera leninista y tuviera como enemigo a su propio pueblo como ocurre en Cuba.  Luxemborgo trató de disuadir a Lenin del Terror rojo y del Partido Unico. Nadie tampoco escuchó.
Gramsci, que de haber tenido el poder hubiera sido el Lenin italiano, teoriza al intelectual orgánico y lo nacional popular que va en el sentido de la belga Chantal Moufee, autor preferida de la señora Presidente, apóloga con Vattimo y otros sociómanos locales del chavismo que coinciden con Mussolini:”Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado”
Piglia quería en los ochenta hacerle la revolución a Alfonsín en clave cubana, y ahora se ubica del lado del oficialismo, practicando el eterno oficio de mitómano, sosteniendo el mito de la cultura nacional y popular de los poetas de la servidumbre voluntaria.
Guevara es por excelencia un consolador para adolescentes. Las Juventudes eran la materia apta para sus delirantes misiones: “Los jóvenes eran más locos, se arriesgaban más, no pensaban mucho”, decía.
Dos de ellos fueron fusilados en Salta por Masseti en otros de los desastres que ideó con Rodolfo Walsh que en su crónica no menciona, encubre a los dos muchachos ejecutados porque quisieron irse por el Comandante Segundo para redondear la imagen de un poeta que se pierde en la lluvia...nadie respondió a esta pregunta porque hay que sostener el discurso del mito que exime de toda crítica a los hombres de esa generación .
Más que el último lector Guevara, es el último fetiche en que  puede sostenerse la generación de granito para continuar su prédica maniática y sostener el mito de los pueblos oprimidos por el imperialismo y no por sus castas dirigentes.
Con Rayuela comienza la mitología del Che y los intelectuales de la cultura de la servidumbre voluntaria que hoy instrumentan los muertos apostando a que la crisis sacrificial continúe. Por ahora todo se juega en términos de farsa pero los efectos letales tampoco son menores.
Lo mejor que escribió Cortázar fue en su etapa antiperonista, el gran cuentista de La Casa Tomada, Final del Juego y Todos los fuegos el fuego y lo mejor que dio el peronismo fueron Leónidas y Osvaldo Lamborghini que cruzaron una frontera que nadie se atreve a leer, sea en De Suad o La causa justa que enuncia que todavía Tokuro no prescribe a causa de la ideología argentina, retorna década tras década donde una casta de ladrones hace chocar la calesita. 
La generación de los bebé rocamadour que hizo mímesis de las imposturas sexuales textuales de Olivera y la Maga- que practica el vudú- se comió el mito de la revolución cubana y fue objeto de las manipulaciones criminales de la generación de granito, la del "armémonos y vayan." En los diálogos del Club de la Serpiente ya asomaba el Eternatura y la muerte del primer rocamadour anticipa miles de rocamadures.
Hoy la Argentina está amenazada por el animismo, está próxima a Haití donde vía el vudú son los muertos los que gobiernan. Y de Boudou al Vudú hay un solo paso...

En Mitläufer señalé el tono circense con que Cortázar asumió las revolución cubana. Un optimismo oportunista y ciego que pese al lugar donde vivía ni se enteró de la insurrección húngara de 1956 o la Primavera de Praga de 1962, aplastadas por los tanques soviéticos y repudiadas por Castro y por Sartre, en las antípodas de Murena: este escritor que dijo haberse exiliado porque no soportaba los parlantes peronistas, que hacía treinta años que vivía en Paris se autogestionó de pronto en 1974 viviendo un “exilio forzoso”, multiplicando floripondios: “El exilio es como el brusco final de un amor, como una muerte inconcebiblemente horrible porque se la continúa viviendo conscientemente”.

Cortázar se vue a vivir a Paris porque no soportaba que los autoparlantes del peronismo le impidieran escuchar a Bela Bártok. Ya oír el retorno a la escala pentatónica de Bártok en París no era placentero: Cortázar se inventó como exiliado y fue contaminado por los parlantes de un heroísmo y un martirologio plagado de histrionismo de los que medio siglo después será convertido en un show permantente por el nacional populismo.
Cada pavada que decía Cortázar tenía un público que escaldaba sus palmas y a las críticas que se le hacían como el caso de Liliana Hecker repondía con un amiguismo fraternal pero su posición no cambiaba. Ya no podía escuchar ni tomar en cuenta a los escritores cubanos como Franqui que presentaban la otra cara del régimen y mostraban la expropiación de la revolución por los comunistas. No se sabía si hablaba para la revista Libération o con el interlocutor que vivía en la Argentina.Los libros de Cortázar como Un tal Lucas, 1979 eran best-sellers en Buenos Aires y tenían críticas en los diarios pero el drama del Cortázar exiliado seguía representándose ante la platea europea.
Hablaba para un público: tal era su relación con la verdad. Que alguien sobreviviera ya era molesto porque contradecía el coro de los exiliados que entonaba que había habido un “genocidio cultural”, incluso si había sufrido cárcel y sobrevivido.  
Desde el exilio se decía que toda la cultura argentina aquí había sido aniquilada y el que escribía algo era sospechado de tener los favores de la dictadura. Falso: Jorge Asís publicó en 1980 Las flores robadas en los jardines de Quilmes donde se habla de los detenidos- desaparecidos y Beatriz Sarlo fundó Punto de Vista. Desde afuera comisarios culturales como Osvaldo Bayer decían que todos los que estaban en el país eran cómplices de la dictadura, lo que fue refutado por Rodolfo Terragno que pateó el rancho del negocio en curso al decir que el exilio era un privilegio. 
Era cierto: tener un libro considerado subversivo podía terminar con que uno fuera chupado y desaparecido. Aqui se iba a decir lo que los militares permitieran, decían los mártires del exilio, en consecuencia, todo lo que pudieran decir estaba ya anulado como señaló Carlos Alberto Brocato en El exilio es el nuestro, un libro que las nuevas generaciones tendrían que leer porque analiza los textos que iban y venían de ese momento.
Exilio, libro de Bayer con Juan Gelman- Legasa, 1980- es uno de los libros más canallescos que se han escrito en la historia de la literatura política argentina y el primer paso para la apropiación ideológica mítica de los desaparecidos. Se preguntan acerca de los que no contestan más las cartas y sin indagar demasiado el motivo los acusa de hacer viajes a Africa como si participaran de los safaris de Martínez de Hoz,  de “vender en la calle Santa Fe chocolates holandeses, licores alemanes y calienta huevos japoneses. El negocio de importación: la gran conquista de los militares argentinos. Para ellos todos los desaparecidos son guerrilleros: no existieron estudiantes, ni estudiantes sindicales ni civiles. Y aunque algunos estuvieran presos igual son cómplices. El que no está muerto es cómplice, no sirve para constituir un paradigma victimizante. "¿Qué se hará de todos estos Mitläufer cuando llegue la primavera a la tierra argentina”- se preguntan estos comisarios estalinistas. Ni una palabra del pacto de Firmenich  y Massera para que el Mundial de los “derechos y humanos” se desarrollara en calma, qué importaba entregar un militante más o menos.
Los Mitläufer eran los ex nazis blanqueados…es cierto que aquí había canallas que justificaban abiertamente la dictadura pero el ukase alcanzaba a cualquiera. Héroes y canallas, la vitrina sagrada ya estaba completa. Bayer y Gelman le achacan todo a las capas medias. sólo ellas gritaron los goles de Kempes- lo que es cierto sólo en parte-, nunca la clase obrera que con las Madres y las organizaciones de derechos humanos, tantos otros que no consintieron y por supuesto ellos fueron los únicos que lucharon contra la dictadura más que Alfonsín, dirigentes  sindicales asesinados o militantes radicales torturados y asesinados como Sergio Karakachoff, que presentó cientos de habeas corpus en defensa de detenidos-desaparecidos y fue secuestrado en septiembre de 1976 con su amigo Domingo Teruggui: un día antes había denunciado a la Junta Militar. El 21 de mayo pasado, la presidente Cristina Fernández inauguró el edificio "Madres de Plaza de Mayo" en el colegio Nacional de la ciudad de La Plata y la Biblioteca llamada Sergio Karakachoff ya no llevará su nombre. "No hubo en las palabras de la presidente ni tampoco en los otros oradore una sola mención a Sergio", dijo Federico Storani, comprobando que unas víctimas de la dictadura son más iguales que otras y que Karakachoff tiene que ser borrado de la historia según la manía comunista de cambiar los nombres y sustituir monumentos para rescribir la historia. No hubo un "genocidio cultural" porque los militares no se interesaban en la cultura. Tal es así que en diario de Massera, que se proyectaba culturalmene como nuevo Perón, Convicción, en la parte cultural escribía gran parte de la vanguardia actual, se llegó a defender a defender a Héctor Libertella de los ataques de Angel Rama, uno de los administradores del boom, que rechazaba su libro- donde estaban Reinaldo Arenas y Osvaldo Lamborghini- con el argumento de que era"pelado".

Yo escribí ahí sobre Osvaldo Lamborghini- Poemas- , Néstor Perlongher- Austria Hungría o Jean Pierre Faye- Los lenguajes totalitarios, análisis del nazismo- y los militares fueron a buscarme porque no entendían qué pomo escribía. Llévensenlo dijo el director, que tampoco entendía nada por más que las alusiones abundaban, pero Jorge Dorio me salvó al decirles que escribía así porque era “griego.” Me salvó un futuro K: la historia nunca es coherente. Si me llevaban no contaba el cuento porque había estado en la pesada hasta 1973, pero peleaba por la democracia, a Guevara, Castro y Cuba no los tragaba ya que en la cuna mi tío me hablaba pestes de ellos. 

"Después que hagamos la revolución te vamos a fusilar", me dijo sin vueltas mi amigo Oscar Mattews del ERP al exponerle mi teoría que consideraba burguesa ya que culminaba en ese conflicto interminable que es la democracia al que el totalitarismo le da una solución letal. Lo decía con total honestidad. Oscar tenía la pinta de un Rambo verde oliva. Un día mis amigas lo vieron conmigo: presentalo. Lo invité a una reunión: un revolucionario no debe pensar en esas cosas, me dijo. Le dije que había que divertirse y no no me quedó otra que hablarle del amor: "El amor va a ser posible después de la Revolución". A veces pienso que se fue del mundo por no haber conocido mujer, este es el legado del mil veces zombi Guevara. 
Para un comisario estalinista como Bayer si me desaparecían hubiera sido un héroe como alguno de mis amigos, pero el solo hecho de haber sobrevivido me convertía en un Mitläufer.. ¿Qué diferencia de metalidad hay entre un Bayer- Gelman o cualquiera de los hombres de granito y los militares? “Pibe, dejá el libro, agarrá el fusil”, me decía el gran novelista en 1974 en los pasillos de la Facultad cuando todo había terminado y no había otra posibilidad que morir por morir. 
“Ton ton ton, morir por Levingston”, me decía dentro del tanque cuando el Regimiento 8 fue a Punta Indio, 1971, a defender a quien Lanusse había puesto a dedo y decidió revelarlo. El combate no tuvo lugar, Levingston cedió pero la idea de morir por este tipo me dio la visión que este país era el del inútil sacrificio. Había que hacer algo, tomar el regimiento como mínimo
Después de lo que viví Cortázar me resultaba un pelotudo atómico para uso de señoras gordas progresistas. La lectura de Osvaldo Lamborghini lo disolvió en acto. Para una franja de cultura sigue siendo ilegible, pese al libro de Strafacce.
Fue en el entonces llamado " partido del exilio" que comenzó la instrumentación de los muertos y la rescritura de la historia que llega hasta nosotros por los Bayer y los Gelman. 
Otros aumentaron la apuesta: quien estaba estaba vivo “algo había hecho”. Todos los asesinados por la dictadura para Bayer- Gelman eran guerrilleros y, habían luchado por la democracia cuando está claro que las organizaciones estaban a favor el golpe porque favorecería las contradicciones según sus líderes. Es curioso que nadie le reclame al gobierno de los derechos humanos selectivos que se investiguen las Tres A o el pacto monto masserista que sacrificó muchos montoneros en la contraofensiva porque afectaría a muchos en funciones.
Toda la trama del exilio apuntaba instituir el mito fetiche del Guerrilero Heroico. El resto no contaba o no existía. Los K no hicieron sino aprovechar un núcleo cultural que ya existía, comprando a las Madres que en Santa Cruz estaban censuradas, pero no a Nora Cortiñas quien dijo con todas las letras quien era Hebe de Bonafini en 2003.
A esta canalla le importaban las víctimas del la dictadura tanto como los aborígenes del norte hoy, luego de tanto combatir el monumento de Roca. No les importan las vidas humanas sino el uso simbólico que puedan hacer de ellas. 
Sólo les interesan los Símbolos a través de los cuales perpetuarse haciendo caja de esta versión del sacrificio que no acepta ninguna ley.
Luis Espinal, jesuita español que fue secuestrado, torturado y asesinado en Bolivia, escribió en una clara alusión al Che: "¿El mártir no será un flojo? No tiene constancia para vivir revolucionariamente, por eso quiere morir, en espera de convertirse en personaje de vitrina. Porque el mártir tiene algo de figurón y de torero.
El grupo político desplazado tiende a la mística del martirio;procura sublimar la derrota. En cambio, el pueblo no tiene vocación de mártir. Cuando el pueblo cae en el combate lo hace sencillamente, cae sin poses, no espera convertirse en estatua".
Guevara no es un escritor fracasado llevado al extremismo político sino un pésimo militar, lo contrario de un guerrero, habida cuenta que la sed de sangre ciega la posibilidad de cualquier estrategia.
Ante su taquillera imagen, cada hecho de la vida de Cortázar comenzó a ser izquierdizado. 
Había formado parte con otros intelectuales como Manuel Gálvez y Sanchez Sorondo del Comité de Socorro a la España franquista, ahora era el primero de los republicanos y vivía un “exilio implacable”. 
Néstor Sánchez lo dijo de una: Julio era un adolescente en política, tenía mucho miedo a la muerte.  A Oscar del Barco y a Héctor Leis les llevó décadas dar el testimonio de una experiencia instransmisible. 
Su pecado fue haber sobrevivido, entonces serían héroes, no traidores al negocio de los sueños compartidos. 
A los hombres de granito les basta con reproducir las letanías sagradas del Templo de la historia para estar del lado del Bien. Cortázar se anticipada a todos convirtiendo a Paris en Vietnam y vendiendo a Cuba como mercancía revolucionaria: no por algo fue la novela que inició el boom. Inició una escuela de histronismo al acomodar su vida a la demanda de un público que sobredetermina sus enunciados. Un público al que hay que confirmar. Murena sería la contra imagen: escribía para perder lectores, afectaba el negocio como también Néstor Sánchez, se ganaba la difamación de todos. 
David Viñas encabezaría una lista de escritores reaccionarios en la revista Crisis con Néstor Sánchez, "un disidente radical de la cultura de izquierda", hubiera acotado un crítico de choque. 
Lo mismo con Murena y todos los que pese a las prebendas universitarias no quisieron hacer migas con una generación donde la muerte cumple la función de una acumulación primitiva como paso previo a la mercancía espectáculo. Viñas, un gran novelista se irá quedando con pocos interlocutores, como espantado de muchos sucesores,  dialogando con Mansilla y el ochenta que tanto estigmatizó en su historia de la literatura,como espantado en espejo de los efectos que provocó.
Cortázar no era uno de los hombres de granito cuyo amo es la muerte pero como ellos se inventaba una segunda juventud revolucionaria y no tuvo tiempo para inventarse una tercera y una cuarta. 
No llegó a participar de la lista de lacayos intelectuales como Retamar, íntimo amigo de Gelman, que vivieron llorando día y noche oficiando para la Seguridad del Estado y para que Castro les rompa el culo como  con coraje insólito lo muestra la novela de Abreu en una lista casi interminable de obsecuencias. 
Imposile salir intacto de tal experiencia y la mejor prueba son los gestos y las palabras donde se vive como una fatalidad la cultura de una servidumbre voluntaria elaborada desde hace décadas en torno a dos o tres fetiches oxidados, tal es así que los periodistas son los que han tenido que cumplir esa función crítica que delegaron a lo políticamente abyecto Hoy los ideales del setenta son explotados pornográficamente por una nueva oligarquía, pronto se llegará a encarcelar a los periodistas que publiquen lo que el Estado no quiere que salga a la luz.

Stop al lavado de cabeza  a las nuevas generaciones.

Néstor Sánchez dijo que Julio era un adolescente. Sea.

Pero los que siguen explotando el discurso del mito que va desde Cortázar a Bonafini,  son escolares siniestros que han vivido haciendo de lameculos de una generación de impostores.

(1 ) “Si en RodolfoWalsh, como ha escrito David Viñas en Déjenme hablar de Walsh- Literatura, boletín, 1982- “cada animal no es más que un delirio ya insinuado en el autor de Esa mujer en Osvaldo Lamborghini los tadeos estallan en miembros dispersos, luego de lo cual es vario el roce de pubis y esfínter, y ahí cada animal es un punto de interrupción de un delirio colectivo en curso que a veces mezcla sus aguas: así la paranoia del poder invade los discursos de la contestación utopista, y los que llaman ir al frente son los primeros que retroceden. Pero cuando del delirio se pasa a la normalidad advertimos que las torcazas vuelan sobre cadáveres vivientes: es la pócima de una ideología moralizante y sin sujeto, es la vuelta vergonzante, sin mandoble, ´humilde´, del escorzo sesentista”
Un guante para Osvaldo Lamborghini, Luis Thonis, La Buraco, Octubre, 1992.

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