miércoles, 20 de marzo de 2013

Martínez de Hoz, otra triste página del dirigismo argentino, Partido Liberal Libertario


José Alfredo Martínez de Hoz, Ministro de Economía de la última dictadura militar entre 1976 y 1981, falleció el día sábado. Un exponente del autoritarismo económico, responsable y cómplice de violaciones a los derechos individuales, cuyas consecuencias nos persiguen hasta el día de hoy.
Su accionar, en el plano económico, se caracterizó por el aumento del endeudamiento estatal, los controles de precios, el control indirecto de cambios, las protecciones arancelarias y no arancelarias, y el aumento desmedido de las tasas de interés producto de los préstamos a empresas estatales y al propio gobierno. Además de la emisión monetaria, que continúo con el proceso inflacionario comenzado en la administración anterior.
La gestión de Martínez de Hoz se apalancó en el carácter autoritario del gobierno militar. Lamentablemente, hasta el día de hoy, se continúa apelando a algunas de las recetas esbozadas por el ministro recientemente fallecido. Los controles de precios del año 1977, cuando el gobierno manifestaba que los empresarios tenían que "deponer sus pretensiones alcistas", guardan semejanza con el discurso del gobierno actual. El "acuerdo" de 120 días de ese entonces no es distinto a la política de "congelamiento de precios" que orgullosamente aplica el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Ambos procesos están destinados al fracaso.
Asimismo, la llamada "liberalización del mercado financiero" fue neutralizada a través de las operaciones del Banco Central, que no permitían conocer el valor real de las divisas. Una política liberal libertaria en este sentido sería la eliminación de los privilegios que hoy gozan los bancos, amparados por el estatismo monetario que prevalece hasta nuestros días. En aquel entonces, el economista Alberto Benegas Lynch, actual miembro del Consejo Honorario del PL, manifestaba: "es necesario privatizar las empresas estatales y llevar a cabo una reforma monetaria y bancaria que contemple la vuelta al patrón oro clásico para independizar la moneda y el crédito del poder político".
La plena vigencia de la "ley de abastecimiento", las relaciones carnales entre las grandes empresas y el poder político, y las prebendas y privilegios a empresarios amigos son todos rasgos que compartió el gobierno militar con el actual.
En este sentido, no debería olvidarse que este personaje nefasto terminó sus días con prisión domiciliaria por el secuestro extorsivo de los dueños de la compañía Sadeco. Esta empresa había "ganado" la licitación para exportar algodón a Hong Kong y, según la causa, las víctimas fueron presionadas para realizar el negocio junto a una firma vinculada a Martínez de Hoz.
Otra oscura sección en el prontuario de Martínez de Hoz fue la desaparición de Juan Carlos Bel, empleado del Ministerio de Economía, quien fue desaparecido a raíz de su oposición al proceso de estatización de la CIAE, la compañía de energía de capitales suizos. Evidenciando de esta forma que el accionar estatal no se limitaba únicamente a las agrupaciones guerrilleras, sino que cualquier disidencia con la línea oficial podía significar una excusa suficiente para ser víctima del aparato estatal.
La "plata dulce" y la "bicicleta financiera", términos que afloraron durante su gestión, son imposibles de desvincular a una economía intervenida, así como las garantías otorgadas por los militares a las empresas que no lograran alcanzar sus ganancias a la hora de contratar con el Estado, ya que según ellos se encontraban en la "patriótica" tarea de la construcción de la Argentina.
Probablemente, la medida más recordada del fallecido ministro fue la famosa "tablita", mediante la cual el gobierno planificaba devaluaciones graduales y anunciadas, otro absurdo invento de los economistas argentinos para dirigir el mercado cambiario que terminó como todos los demás. "Queda clarísimo que la política cambiaria del gobierno kirchnerista es casi una copia de la tablita cambiaria de Martínez de Hoz", destacó el economista Roberto Cachanosky.
Los hechos son incuestionables. Depende de la ciudadanía no comprar espejitos de colores de los planificadores de turno, que son calcos de los planificadores previos a los que se critica oportunamente según el relato de turno.
En conclusión, Martínez de Hoz formó parte de una etapa de la Argentina que dejó en claro lo devastador que puede llegar a ser el Estado. Es la muestra de que todo gobierno debe tener límites en su accionar.

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